lunes, 21 de mayo de 2018

ROCCO

La prensa dice de “Rocco”: “Es como un “Boogie Nights" dirigido por Scorsese”. Una buena manera de  hacer que un documental este llame nuestra atención. Aunque, obviamente, esto no tiene nada que ver ni con “Boogie Nights” ni, por supuesto, con Scorsese.
“Rocco”, no obstante, es un magnífico documental. Sería muy sencillo para cualquiera hacer el típico documental a base de material de archivo y entrevistas en el que Rocco Siffredi sale mostrado como un héroe y un triunfador en la industria del cine para adultos, así como lo sería hacer todo lo contrario; “Rocco” se limita a dejar que los acontecimientos transcurran de manera natural durante la filmación de lo que Siffredi  consideró la última escena de su carrera dispuesto a retirarse. Y ahonda en la sexualidad de las estrellas porno mientras la voz en off de Rocco Siffredi nos cuenta los secretos mejor guardados de su vida y el como afecta a esta su propia sexualidad. Años atrás, cuando decidió dejar el porno por primera vez, suplió las carencias sexuales que le proporcionaba su profesión yendo de putas y travestís, a por su dosis diaria de sexo sórdido. Por lo que el documental nos sugiere que la industria del porno no es más que un pozo de adictos al sexo, donde Rocco Siffredi puede tener con facilidad aquello que tanto necesita. Pero no es más que un esclavo de su polla. Eso es lo que nos propone el documental.
Llegamos a ver a Rocco llorando según cuenta un par de cuestiones, por lo que uno llega a preguntarse si no será todo parte de una estrategia sensacionalista, así como pensamos que este retrato del anti-héroe, aquello de no ser todo tan bonito como nos lo pintan, en lugar de llegar en los momentos de gloria de Rocco, vienen justo durante los rodajes de sus últimas escenas cuando este tiene claro que se va a retirar. Muy oportuno todo. En cualquier caso da lo mismo, porque la decadencia reflejada en el documental, así como las situaciones de tensión que viven en el mismo, tanto  Siffredi como los que trabajan con él están reflejadas de una forma sucia y realista, malrollera, cuestionando si Rocco y su troupe son  o no enfermos mentales, o si detrás de tanta violencia sexual —la que ejerce Rocco con las actrices que, voluntariamente, se prestan (e incluso dicen gustarle sus humillaciones— no hay más que alguien tan vulnerable que su autoestima pende de un hilo.
El ver como se elabora la escena final de Rocco, en la que se empeña en arrastrar una cruz a modo de simbología, nos deja claro que aquí no hay más que egos mal llevados, y serrín donde debía haber un cerebro. Cuando Rocco, o Grabielle Galetta, o Kelly Standford  se ponen en plan filosófico con respecto a su trabajo banal, primario y centrado en alimentar los bajos instintos de su público, dan verdadera pena.
También choca ser testigo como Rocco desecha toda posible idea artística (sobretodo si es ajena) en un rodaje de una de sus películas, solo porque quiere follar, y quiere que sea ahora mismo.
Muy interesante, en definitiva.
Dirigen Thierry Demaizière y Alban Teurlai, conocidos por ser los responsables de toda suerte de documentales con tintes artísticos.