viernes, 4 de enero de 2019

PUTA Y AMADA

Simplificando: “Puta y amada” es una de esas películas que se han dado en llamar “Low-cost”, que es un término que se usa para camuflar que haces una película en vídeo de manera barata, llamándola de una manera fardona. En “Puta y amada” lo único que veo es un grupo de personas muy feas que visten raro,  que hablan de Godard todo el rato, que nombran a Albert Serra, van al cine Zumzeig de Barcelona y que se enrollan entre ellos con una facilidad pasmosa, grupos techno-pop que se cantan enteras sus canciones entre infantiles y deprimentes y a la antes conocida como Tamara, ahora Yurena, haciendo un papelito porque no hay nada más esnob, posmoderno y cool que darle a Tamara un papelito en tu película. Todo esto con unas actuaciones que, amparándose en la búsqueda del realismo, resultan ser horripilantes.
Y el caso es que da la sensación de que esta gente tan fea viste raro para que el espectador vea lo diferentes que son, hablan de Godard para que veamos las influencias del director sin que en ningún momento al espectador le importe ese detalle, nombran a Albert Serra porque son tan poseurs como él, van al Zumzeig porque las películas que ven los personajes son tan pedantes que no las proyectan en el Maremagnum, se enrollan entre ellos porque se supone que esas son las cosas que pasan en la vida cotidiana, los grupos techno-pop se cantan sus canciones enteras para rellenar metraje y así de paso el espectador conoce los gustos musicales del director, rebuscados y elitistas y, Tamara, sale en forma de reivindicación, y no para mofarse de ella como haría el resto de la gente normal, porque 'ser normal', es  aquello con lo que el director de esta cinta, parece estar regañado.
En definitiva “Puta y amada” es una modernez tan pretenciosa, que casi parece una parodia. Detrás de esta película se esconde un saco de complejos e inseguridades —del director— que son camuflados a base de mostrarnos con especial hincapié lo especiales que son los artífices de esta película, lo especiales que son los personajes, pero, eso sí, protagonizando una historia sencilla, casi minimalista.
Hablan en ella de Godard y de la búsqueda de la naturalidad, pero todo en esta película es artificial y forzado. También con la excusa de esa búsqueda de la naturalidad, se economiza no solo en presupuesto, sino en recursos, porque por miedo a demostrar, quizás,  una posible falta de talento, la película se resuelve de la forma más cobarde, que es grabando planos generales y dejando que los actores improvisen, justificando esta forma (fácil) de dirigir como un ejercicio de estilo.
En definitiva, viendo “Puta y amada” he pasado vergüenza ajena.
Por supuesto, su discurso de agarrarse a un cine no convencional, resulta contradictorio cuando el director en su  biografía de Filmin lo primero que resalta es su graduación en comunicación audiovisual por la  UPF. Casi parece un grito desesperado por demostrar querer lo contrario: encajar a toda costa en el cine convencional.
Puede que esta reseña, además de completamente honesta, sea hiriente. Pero no me importa porque al director,  Marc Ferrer, tampoco le falta un grupo de amigos y colegas que le están endiosando y dorando la píldora, tiene a algunos medios atentos a sus siguientes pasos y, en general, lo que hace provoca las benevolencias del grupo de personas que tiene a su alrededor y a los popes de los festivales a los que se presenta. Pero cuando dice que sus películas son seleccionadas en Sitges, un festival de cine de género que en teoría debe aburrirle soberanamente,  no dice que en la sección  en la que se le programsaa, es 'Brigadoon'. Y en la constante búsqueda de la realidad, no le viene mal tampoco una bofetada de ella. “Puta y amada” es una película muerta…. Pero a los modernos les gusta.
En otro orden de cosas, diré también  que la película me la he zampado entera y sin pestañear, porque al fin de al cabo, ver una marcianada de este calibre siempre me resulta fascinante. Y ¡Que coño! Está hasta entretenida. Me veré las otras que ha hecho el tal Marc Ferrer. Puede que, como las de Albert Serra, acaben gustándome sus películas, aunque no sea precisamente por los motivos que a ellos les gustaría. Y, también, es posible que “Puta y amada” sea todas estas cosas malas que he dicho en la reseña con tan mala hostia, pero también es cierto que no me ha dejado indiferente, y sobre todo, se trata de  cine de vanguardia puro y duro.
Ahí lo dejo.