Brian Henson, hijo de Jim Henson y actual poseedor de los derechos del legado de su
padre (aunque en propiedad de Disney), tuvo la brillante idea de crear una
factoría con el fin de dar salida a nuevas marionetas destinadas al público
adulto. Esta factoría sería “Henson Alternative” y bajo este sello saca a la
palestra esta “¿Quién está matando a los moñecos?”. En Estados Unidos ha
funcionado moderadamente y en España ha pasado bastante inadvertida —apenas
75.000 espectadores en cines—, pero es ahora, tras su edición en DVD y Blu Ray,
que salen las primeras críticas de quienes la han visto, y es casi ecuánime la
opinión de que se trata de una película muy floja. Y con esas expectativas me enfrento yo a la película,
por lo que, como suele pasar cuando una cinta tiene las expectativas bajas, me
ha terminado gustando. Sin más, no me ha enloquecido ni nada por el estilo, la
he visto, he pasado un buen rato y dos días después, a la hora de ponerme a
escribir esta reseña, prácticamente la he olvidado.
Con “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” todo el rato en la mente
y con el esquema clásico del cine noir por
montera, “¿Quién está matando a los moñecos?” cuenta la historia de una sociedad en la que conviven humanos
con marionetas y en la que un detective muñeco y una policía portadora de un
hígado de felpa tendrán que investigar las muertes de los miembros —muñecos y
humanos— del reparto de una sitcom de éxito. Y así, investigando, transcurre la
cosa, mientras que se van sucediendo los gags de sal gruesa, escatológicos y de
alto contenido sexual. Y si lo que es el argumento viene siendo correcto, la
parte de la película más floja sería la concerniente a los gags más extremos, metidos con
calzador, innecesarios. En la cacareada escena de sexo entre muñecos, la
marioneta protagonista se corre y le vemos expulsando algo parecido a
serpentina en spray. El gag tiene gracia cuando vemos al muñeco eyaculando de
esa manera, pero deja de tenerla cuando el muñeco continúa haciéndolo sin
final, prolongando esa corrida durante unos minutos. El exceso, se carga el
gag. Y lo hace en varias ocasiones. Al margen de eso, la película se deja ver
perfectamente y transcurre amenamente.
El caso es que, su gran lastre, es su propio creador, Brian
Henson, quien por ser medio novato, o porque no acaba de pillarle el punto a lo
de la dirección de películas, firma las dos peores entregas de Los Teleñecos,
esto es, “Los Teleñecos en cuento de Navidad” y “Los Teleñecos en la isla del
tesoro”, y retomaría la dirección 22 años después de su última película con
esta, la que hace tres en su filmografía y que, por suerte, no se deja
enturbiar por la torpeza de las anteriores, resultando, sin ser una maravilla,
la mejor película del hijo de Jim Henson.
Por otro lado, si las películas de los The Muppets
originales cuentan con la enorme fama de sus marionetas como principal reclamo,
“¿Quién está matando a los moñecos?” no tiene esa suerte, ya que presenta a sus
personajes por primera vez y debían ser complementados por un reparto con
gancho. Y ahí tenemos a una siempre eficaz (en los USA y puede que en su casa)
Melissa McCarthy en un rol protagónico, mientras que en la parte secundaria,
para asegurarte el contar con la flor y nata de la nueva comedia gamberra (y
femenina) USA, tenemos a Maya Rudolph, ambas en “La boda de mi mejor amiga”,
que fue el film que inició el nuevo subgénero.
Como anécdota, decir que la película fue demandada por los
actuales responsables de “Barrio Sésamo” por contener la frase promocional
“Nada de Sésamo, puro barrio”, demanda esta que fue desestimada por ser “Barrio
Sésamo”, al fin y al cabo, un vínculo directo con lo que está haciendo Brian
Henson, así que este aprovechó esa coyuntura para relanzar la publicidad de la película con
la frase “La película que fue demandada por Barrio Sésamo”. Menos es más, en
esta ocasión.
Por mi parte, ya solo decirles que eviten a toda costa la
versión doblada, plagada de gags y chascarrillos adaptados al castellano para que los entendamos —tiene hasta gags a
costa de Las Barranquillas, poblado madrileño que es uno de los supermercados
de la droga más conflictivos y peligrosos, o alusiones a Falete, entre otras
perlas— y con la voz, para unos cuantos muñecos, del soso, insípido y
desagradable David Broncano que, cuando no está jugando al tenis, le dejan
doblar muñecos, jodiendo con sus zarpas todo aquello que toca este comicucho.
Un desastre. Ahora, en V.O.S no tenemos por qué soportar su voz de intruso, así
que ¡tomen sus mandos a distancia!