viernes, 28 de junio de 2019

BIENVENIDO MISTER CAGADA

Cuando a Luis García Berlanga le ofrecieron escribir sus memorias, a este le echó para atrás el hecho de tener que escribirlas. No hubo problema; Jess Franco se ofreció a pasar alguna que otra hora escuchando lo que tenía que decir Berlanga para después transcribirlo. Y al resultado lo titulan “Bienvenido Mister Cagada, memorias caóticas de Luis García Berlanga”. Lo de caóticas, casi parece una excusa para justificar lo que, efectivamente, son unas memorias caóticas que aunque suelen llevar un orden cronológico, de vez en cuando van para adelante y para atrás en el tiempo, deteniéndose y reflexionando, al margen de estos recuerdos, dónde a Berlanga le da la real gana. Tampoco este quería ofrecer unas memorias al uso. Entonces, se juntan el hambre y las ganas de comer y juntos paren este libro que siendo caótico como se anuncia, al menos no es un ladrillo. Es ameno, a veces muy divertido y otras (las menos) completamente insufrible. En todo caso, se lee con agrado todo el tiempo.
Sin embargo, la figura de Franco pesa más en mi particular idiosincrasia que la de Luis García Berlanga y condiciona mi lectura. ¿Qué quiere decir esto? Que se me cruza un cable leyendo. Es decir, como soy consciente de que el libro está escrito por Jess, mi mente me hace una mala pasada y me hace visualizar todo el relato protagonizado por Jess y no por Berlanga. Al menos, la primer parte del libro, cuando entran ya en terrenos cinematográficos, por asociación de las películas, ya sí, visualizo a Berlanga. Esto es bastante coñazo, aunque, claro, no es un problema del libro.
Jess Franco escribe de una manera directa y amena, agradable y con un ritmo fluido que, a rasgos generales, se disfruta. Es cuando el relato de Berlanga es un poco mas pesado cuando a uno le cuesta continuar, pero pronto se retoma el interés porque, o se van por la tangente, o cuentan una batallita curiosa.
Así, Berlanga y Jess le pasan factura a los tiempos de Berlanga en la división azul, se repasa someramente todas sus películas, se reflexiona sobre la era digital, se confiesan pasiones eróticas que ya eran vox populi y, en definitiva, se nos cuenta la vida de Berlanga y su relación con el cine de manera caótica y relajada.
Eso sí, como le pasaba a Jess en sus propias memorias, a Berlanga, le da pereza rememorar sus rodajes por lo que el lector se queda con ganas de saber más detalles al respecto de las películas. En ese sentido se queda cojo. Entonces, siendo el resultado un tanto irregular a rasgos generales, cerramos la reseña diciendo un manido, pero honesto, podía haber estado mejor.
Pero tampoco pasa nada por enfrentarse a él, son apenas 300 páginas.