viernes, 27 de marzo de 2020

UNA MUJER BAJO LA INFLUENCIA

Un hombre de clase media tiene que lidiar cada día con la rara enfermedad mental de su esposa, enfermedad esta que él trata de llevar con normalidad intentando que su mujer socialice y lleva una vida normal, como si no estuviera enferma. Y parece llevarlo bien hasta que esta señora sufre una serie de crisis violentas y difíciles de afrontar. Decide ingresarla en un psiquiátrico una temporada pero, cuando regresa, todo continúa igual, teniendo incluso brotes de locura más intensos. La manera de sobrellevar todo esto por parte de los dos, y el cómo esto afecta a los hijos del matrimonio, componen el desarrollo de esta intensa y extraña película.
El cine de John Cassavetes, aún pecando la mayoría de las veces de demasiado denso o ininteligible, me resulta sobre todo muy interesante. A Cassavetes hay que echarle paciencia y poner todos los sentidos a la hora de enfrentarse a él. Una vez comprendes lo que está haciendo, ya es muy difícil no sentir fascinación aunque esta venga anticipada de un atroz aburrimiento. Pero ese aburrimiento es necesario, porque el cine de Cassavetes no es cine convencional. En este caso, “Una mujer bajo la influencia” es una película a todas luces realista, y la realidad tiene un ritmo que no es cinematográfico precisamente. En la vida real las cosas van más lentas, son menos dinámicas que el cine. Pues eso, el trasladar los tempos de la vida cotidiana a la pantalla, Cassavetes lo hace de perlas. Por otro lado, me fascina la manera de rodar de Cassavetes; este tiene un sentido de la estética completamente anti académico y combina planos en los que el encuadre viene precedido de una composición previa, con una iluminación concreta y con intenciones artísticas, con otros totalmente caóticos en los que vemos como la cámara se mueve a trompicones y abundan los desenfoques, casi como si un amateur cogiera una cámara de cine por primera vez. Y eso me parece fabuloso.
Por otro lado, a Cassavetes, padre del auténtico cine independiente, nunca se lo han puesto fácil. Cada película le ha costado sangre sudor y lágrimas hacerla realidad.
“Una mujer bajo influencia”, capricho como actriz de Gena Rowlands, es el resultado de una obra de teatro que esta no se vio capaz de llevar a cabo por la dureza de su interpretación, por lo que su marido, John Cassavetes, decidió hacerle una película a su medida. Obviamente, una película de casi tres horas a base de mucha conversación, mucho tempo muerto y donde los actores van a improvisar durante horas según las indicaciones del director, comercialmente era un suicidio, por lo que ningún estudio en Hollywood quería financiar una obra así. Esto, desde luego, no amedrantó a Cassavetes que, ni corto ni perezoso, pidió una hipoteca sobre su casa y  no se puso ni colorado a la hora de solicitar participaciones a sus amigos. Peter Falk, protagonista de la película, amigo de Cassavetes y cómplice de sus fechorías, no solo protagonizó la película, sino que aportó medio millón de dólares a su financiación, por lo que todo quedaba en casa realmente. Luego, con lo que consiguió y con estudiantes del American Film Institute, y filmando en lugares reales, en exteriores de su entorno, consiguió sacar adelante esta película, casi con lo puesto.
Por descontado, una película que se gesta al margen de los estudios no puede esperar que estos la apoyen a la hora de financiarla, por lo que Cassavetes se vio en la tesitura de tener en las latas una película que nadie iba a distribuir. No pasa nada. Se dedicó a distribuirla el mismo cine a cine, hablando con los propietarios y pidiendo favores, por lo que “Una mujer bajo influencia” se convirtió en la primera película que se distribuyó sin el amparo de una distribuidora de estudio, dentro de los circuitos no marginales. Vamos, que si exceptuamos todo el cine de explotación de décadas anteriores de naturaleza eminentemente independiente, Cassavetes inventó el cine independiente tal y como hoy lo conocemos, casi sin proponérselo.
Un apunte personal; Obviamente, los estudios no apoyaron la propuesta de Cassavetes, pero, este entonces ya era una reputada presencia en Hollywood. A lo que voy es ¿Si en vez de ser John Cassavetes quien distribuyera cine a cine su propia película fuera un don nadie sin una carrera previa, hubiera conseguido lo que después consiguio este? Lo más probable es que ese don nadie hubiera quedado relegado al ostracismo, sin su película en los cines, hasta el cuello de deudas y sin casa.
Como fuera, a Cassavetes le costó dios y ayuda poner “Una mujer bajo la influencia” en los cines (aunque también exhibió en universidades, cineclubes y circuitos marginales) pero esto dio sus frutos, ya que arrasó en festivales europeos, consiguió mogollón de premios y hasta dos nominaciones a los Oscars, una para Gena Rowlands como mejor actriz principal y otra como director para Cassavetes. Por otro lado, la película contó con unas críticas absolutamente elogiosas y se ganó un prestigio que, a día de hoy, forma parte de la leyenda de John Cassavetes.
La película, desde luego, no es fácil de ver. Se trata de un intenso dramón con mucho diálogo, con escenas muy duras y que tanto por forma como por contenido resulta desasosegante hasta la desesperación. Es antipática, rancia, con un sentido nulo del espectáculo y con ninguna gana de agradar a nadie. Lenta, casi sin música, con mucha improvisación y larga como el rabo del demonio negro, pero con algo en sus imágenes que cautiva y engancha como la heroína.
Sobre Cassavetes, es más divertido leer que ver sus películas que son muy aburridas, pero el modo, la forma, el cómo se dejaban llevar, como improvisaban, como hacían, al fin y al cabo, un cine muy puro, es algo que me interesa muchísimo y, “Una mujer bajo la influencia”, si tengo el día tonto, puede llegar a entusiasmarme, de la misma forma que puedo detestarla a ella y a todo el cine de arte. Con todo, esta es la segunda vez que la veo y salvo por que tiene una hora ahí que es soberanamente tostón, en su conjunto, me parece maravillosa. Pero hay que verla tomando conciencia de lo que se va a ver y sabiendo que Cassavetes no es precisamente fácil.