viernes, 16 de octubre de 2020

EL REY DE LA COMEDIA

La que probablemente sea una de las mejores películas en torno a la comedia stand up, “El Rey de la comedia”, resulta, sin embargo, una de las más minusvaloradas del siglo pasado. Amparándose en que, igual en aquellos años una película sobre un desequilibrado humorista no era muy del interés del público, esta resultó un fracaso de taquilla de soberanas proporciones. Asimismo, en nuestro país, la vieron poco más de 141.000 espectadores, que es una cifra poco menos que discreta. No obstante, y sin ser una comedia al uso —poco momentos para la risa, aunque los suficientes para considerarla una comedia— “El Rey de la comedia” sí que resulta una de las películas más inteligentes de su generación, así como trata un tema que puede traer más de un quebradero de cabeza a las celebridades; el acoso al que estas están sometidas por los fans y cazadores de autógrafos, máxime, cuando estos hacen gala de algún desequilibrio psíquico.
La premisa es estupenda; Rupert Pupkin, magistralmente interpretado por Robert de Niro, es un aficionado a la comedia de micro que profesa una gran admiración por todo un maestro del medio como es Jerry Langford, un sosias de Jerry Lewis, quien además lo interpreta. Pupkin, que no ha actuado nunca para el público, se considera un cómico bueno, lo suficiente como para debutar ante millones de espectadores en el programa televisivo de variedades que presenta Langford. A la salida de uno de esos programas, en un incidente, Pupkin conoce a Langford y le explicará su situación como cómico. Langford replica que no se puede empezar la casa por el tejado y le sugiere que le llame a su oficina más adelante, y verá que puede hacer por él. Pupkin ya se flipa de mala manera y comienza a alardear ante su gente de una supuesta amistad que le une a la celebridad. Cuando le llama, este no recibe respuesta alguna, por lo que comenzará a acosarle. Como ese acoso no sirve de nada, decide secuestrarle, pidiendo como rescate el debutar en su programa, cosa esta que hará con inesperado desenlace.
Verdaderamente una de las grandes películas de Scorsese y, sin embargo, ninguneada hasta que con el paso de los años los estudiosos del cine le han otorgado el reconocimiento que se merecía con honores. De hecho, al estar la película “Joker” ligeramente inspirada en esta, ahora se la tiene como un pequeño clásico de los 80, pero hasta que esto sucedió, “El Rey de la comedia” fue considerada siempre como una películita del montón. El guion, firmado por Paul D, Zimmerman, ya existía en la década de los 70. De hecho, De Niro lo había leído y se había encaprichado de él hasta tal punto que le compró los derechos del mismo, por lo que cuando ese guión ya se convirtió en proyecto, le fue ofrecido a Michael Cimino quien saboreaba los laureles del éxito tras haber rodado “El Cazador”. Sin embargo, en un alarde de megalomanía, antes de que “El Rey de la comedia” se convirtiese en proyecto, este rechazó dirigir la película para irse a arruinar a la United Artist con el fiasco “La puerta del cielo”; prefirió dirigir el mayor desastre financiero de la historia del cine. Y unos años antes de morir, se cambió de sexo para pasar a ser Cindy en lugar de Michael… pero eso sería otro asunto. Entre tanto, Martin Scorsese, en idéntica situación que Cimino tras haber rodado “Toro Salvaje”, preparaba su proyecto maldito que luego se materializaría, casi rozando la década de los 90, en “La ultima tentación de Cristo”, y pretendía que Robert de Niro interpretara a Jesucristo. A este no le pareció muy atractiva la idea ya que tenía pensado, tras “Toro Salvaje”, cambiar un poco de registro. Estaba deseando interpretar una comedia. De Niro, le sugirió a Scorsese el guion de “El Rey de la Comedia”, y el director, mientras ponía en pie la película sobre Jesucristo, rechazó el hacerla alegando que no sentía ninguna conexión con el personaje. Tras la insistencia de De Niro y una segunda lectura, cambió de opinión. Decidió rodarla; el guion era francamente bueno. Además, se avecinaba una huelga de escritores cinematográficos que paralizaría el rodaje de su superproducción, así que, considerando tanto Scorsese como De Niro que la película se podía rodar de manera rápida y sin salir de Nueva York, lugar donde la huelga no afectaría demasiado —el meollo estaba en Hollywood—, se pusieron a rodarla antes de que les pillara el gato. Contaron, asimismo, con el apoyo de una compañía pequeñita, aunque más tarde se encargara de su distribución la 20th Century Fox. El guion se basaba en artículos de las revistas más punteras de los años setenta que retrataban el modo de vida de los caza autógrafos, por lo que Robert de Niro, decidió componer su personaje, por un lado, observando a cómicos de stand up y, por otro, observando a sus propios acosadores y cazadores de autógrafos. En una de estas que fue asaltado por uno de sus admiradores a las puertas de su casa, De Niro le preguntó que qué quería de él, y el admirador le respondió que llevarle a su casa, invitarle a comer y charlar un ratillo. Y así se inspiró para dar vida a Pupkin. Compuso una mezcla de cómico clásico y cazador de autógrafos, y el resultado podemos verlo en la película.
Por otro lado, el rodaje, una vez iniciado, se complicaba para Martin Scorsese, porque lo inició tras salir del hospital donde pasó una temporada aquejado de una neumonía. Cuando comenzó a rodar no se había recuperado del todo, y esto le ocasionó no pocos problemas que ralentizaron el rodaje ya que solo le dedicó unas pocas horas al día. El rodaje se prolongó durante 20 semanas. Por otro lado, en el reparto, cuando Scorsese leyó el guion, tenía en la cabeza que el papel de Jerry Langford lo interpretara el popular showman Johnny Carson, pero este lo rechazó por desavenencias, en ningún momento económicas, sino de ritmo de rodaje; Carson, solo quería hacer una toma de sus intervenciones, lo que era bastante poco para el modus operandi de un director tan metódico como Scorsese. Así pues, quiso contar, tras descartar varias e importantes opciones, con Jerry Lewis, quien era uno de los comediantes más importantes de los USA. Pero Lewis tenía fama de egomaníaco y de conflictivo y, Scorsese, que tenía la mente puesta en “La última tentación de Cristo”, lo último que quería era egos por las nubes y conflictos con estrellas caprichosas. No obstante, la presencia de Lewis dotaba a la producción de credibilidad y empaque, por lo que, a pesar de los pesares, a pesar de encontrarse todavía convaleciente, estos obstáculos no fueron motivos suficientes como para no contratarlo. Asimismo, durante las conversaciones previas a la contratación, y viendo Lewis que a Scorsese le preocupaba su condición de estrella, este le aseguró que si entraba en la película, dejaría los egos y los caprichitos de estrella en el armario. Al finalizar el rodaje, no solo no tuvo ni un solo problema de este tipo con Jerry Lewis, sino que lo tildó de ser una maravillosa persona y declaró haberse llevado con él estupendamente durante toda la producción. Así que, sí, reinó la armonía que tanto anhelaba para con una película pequeñita. Es más, incluso, Scorsese le dejó meter mano a Jerry Lewis en algunas escenas, ideando este diálogos y situaciones que no estaban en guion, pero que le podrían ir bien al personaje. Sin ir más lejos, la escena en la que una anciana que es rechazada por Jerry cuando esta le pide que salude por teléfono —en una cabina— a un familiar suyo, le dice que ojalá se muera de cáncer, es cosa del propio Jerry Lewis, y dice inspirarse en cosas que le habían pasado a él con los fans cuando, por estrés, o por inapetencia, decidía no firmar un autógrafo o hacerse una fotografía con algunos de ellos. Más adelante, Scorsese llegó a declarar que la labor de Lewis en la película fue formidable y que no se ha reconocido su trabajo como actor en este film como se merecía.
La película se estrenó y pasó sin pena ni gloria. Tanto Scorsese como De Niro, consideran que a lo mejor, no se trataba de un tema muy atractivo para el público. Así debió ser, pero ya sabemos que la mayoría de las veces el público es idiota, y lo que no fueron conscientes hasta millones de años después, es que habían facturado una de sus mejores películas y, por ende, una de las mejores películas en torno a la comedia stand up, aunque sea tratado desde un tono un tanto amargo y desquiciante que, por otro lado, es el gran acierto de la película. “El Rey de la Comedia” —si dejamos a un lado los alardes estetas y “marcapaquete” de Scorsese que son constantes en su cine, y, por lo tanto, preciosistas—, desprende decadencia y sordidez en cada uno de sus fotogramas, consiguiendo que el espectador, que en un principio se puede sentir identificado con el personaje de Rupert Pupkin, poco a poco vaya sintiendo antipatía hacia él y hacia el mundo que lo rodea, con esa amiga que tiene, aún más zumbada que él, que le ayuda en el secuestro de Jerry Langford, y que con tanto acierto interpreta Sandra Bernhard. Por otro lado, y en relación a la condición icónica del personaje Rupert Pupkin, en una de sus tardías reivindicaciones, alguien halló paralelismos entre los personajes de Travis Blicke, el taxista del anterior éxito de Scorsese “Taxi Driver” y el aspirante a cómico de “El Rey de la Comedia”, a lo que Scorsese respondió afirmativamente diciendo que, no solo ambos personajes poseen el mismo desequilibrio mental, sino que, además, Pupkin era mucho más peligroso que Blicke y, sin duda, mucho más agresivo.
La carrera de Scorsese todos la conocemos, pero esta etapa, la de los años ochenta, es especialmente interesante, porque teniendo él en mente nada más que la fallida “La última tentación de Cristo”, entre medias, mientras la ponía en marcha y conseguía rodarla, dirigió, por entretenerse, magníficas películas como con la que acabo de darles la chapa o la apasionante “Jo, ¡Qué noche!” o “El color del dinero” donde se pega la machada de rodar la secuela de un clásico como es “El Buscavidas”.
Que bueno era Scorsese y para lo que ha quedado…