Película de corte generacional cuya acción se sitúa en algún lugar de Alicante. Una suerte de historias entrecruzadas que nos muestra a una serie de jóvenes con cierto retraso mental que, follan entre ellos, esnifan cocaína, toman pastillas, bailan los ritmos de la discoteca desacompasadamente, y mueren de sobredosis. Además se tiran la película entera llamando gorda y menospreciando a la tía más buena de todo el cast. Incluso, a ese personaje, le despiden de trabajo por gorda (cuando en verdad está para comérsela en comparación con los sacos de huesos anoréxicos que pululan por toda la película.)
Ha pasado ya el suficiente tiempo para poder hablar de esta película retrospectivamente, y si en su momento, 2009, era tan solo una película malísima, 12 años después podemos verla como una película malísima con matices.
Podemos emparejarla con otra cinta del mismo corte de los años 90, “Historias del Kronen”, controvertida en su momento, pero que con los años se ha convertido en una estimable obra trash, con su guion estúpido, sus infra actuaciones hoy míticas y algunos momentos ridículos perennes en el imaginario colectivo. Una película, a día de hoy, casi naif. El gran problema (a celebrar) de aquella, es que es el resultado de la visión de un señor ya adulto, Montxo Armendariz, que retrata a una generación que no es la suya de la manera que él cree que es. Sin embargo, “Mentiras y gordas” sería la visión de dos bastiones de la modernidad, Albacete y Menkes, que en los 90 dieron títulos que retrataban a miembros de su generación en ambiente nocturno como “No me hables de los hombres que me pongo Atómica” o “Más que amor frenesí”. Pero claro, de aquellos títulos al que nos ocupa han pasado unos cuantos años y ahora les sucede lo mismo que le sucedía a Armendariz con el Kronen: Que ya son dos señores de cerca de cincuenta años retratando las vivencias nocturnas de chavales de 20 años. Y no solo eso, sino que comparten la escritura del guion con Ángeles González Sinde, ex ministra de cultura y abanderada del cine de “calidad”, que tampoco se entera de la misa la media.
El resultado es el siguiente: “Mentiras y gordas” parece EJECUTADA POR DEFICIENTES MENTALES. Eso sí, subvenciones para esta película a cascoporro, que no falten. Entonces, lo que este trío de profesionales del cine español pare es un despropósito de diálogos mongólicos e improbables, unos personajes que parece que se han escapado de un psiquiátrico, y unas sexualidades confusas, forzadas y sin razón de ser. Todo ellos en un escenario que a base de colores saturados, música tecno-pop que no se llevaba en esa época, y con cierta intención de transportarnos a un ambiente lisérgico, parece que estemos viendo una cosa rara que podíamos rebautizar “Historias del Kronen meets Brazil” (la de Terry Gilliam) pero en malísimo. Esta mierda no dista demasiado del “Hot Milk” de Bofill, solo que esa es mucho más honesta y divertida.
Al margen de esto, no creo que “Mentiras y gordas” sea una mierda consecuencia de la falta de talento —que obviamente, también—. A mí me da la impresión de que Albacete, Menkes y Sinde, tienen a la generación a la que retratan por estúpidos y, por ende, deciden hacer una película para que los estúpidos fuesen a verla. Así, con toda la mala leche. Y en ese sentido tampoco iban mal encaminados porque se convirtió en una de las películas más taquilleras de 2009… Así que, algo sabrían que el resto de los mortales no sabíamos. En el lado contrario, la película fue masacrada por la crítica, una crítica compuesta de los Boyeros, Weinchrichter y demás plumillas, que, bueno, le van a la zaga a los cineastas.
Vista hoy, no podemos evitar sentir vergüenza ajena al tiempo que nos descojonamos de los diálogos, se nos revuelven las tripas con los alardes técnicos, esos colores saturados, y nos llevamos las manos a la cabeza con ciertas situaciones. El tiempo la hace parecer aún más marciana de lo que era, más mala de lo que era y, en consecuencia, también, y al igual que “Historias del Kronen” se ha convertido en pieza trash, que si aún no ha encontrado su hueco entre los degustadores de cine malo, raro, misterioso y desperado, lo acabará encontrando. Yo la he visto por primera vez y, créanme, no daba crédito.
Al margen de eso, la peli muestra tetas y rabos a mansalva, los de un reparto compuesto por jóvenes procedentes de las más exitosas series de televisión del momento y que son las estrellas del cine de hoy en día: Tenemos a Marieta Orozco, Mario Casas, Hugo Silva, Ana Polvorosa, la internacional Ana de Armas o Yon González. El bombón que es vejado, vilipendiado e instado a adelgazar una y otra vez durante todas y cada una de sus apariciones en el metraje es la actriz Miriam Giovanelli. Si esta mujer es una gorda infecta, lo siento por actrices como, por ejemplo, Carmen Machi.
Tras el éxito de la película, se planeó hacer una serie basada en estos personajes pero, quizás por la presión de las críticas, eso nunca llegó a suceder.
Con todo, se llegaría a exportar a algún país bajo el título internacional, y menos malicioso que el castellano, “Sex, Party & Lies”.
Tan horrorosa que hay que tenerla en cuenta.