viernes, 11 de febrero de 2022

CORAZÓN DE CRISTAL

Co-producción Hispano-Americana de mediados de los ochenta orquestada por José María Reyzabal de Izaro Films —el productor de gran parte de las películas de Pajares  y Esteso—, que estiraba el presupuesto hasta límites insospechados en un film que, de cara a Europa, pudiera dar el pego como eminentemente americano. Además, basada en un relato propio, el guion está ejecutado por el escritor Alberto Vázquez Figueroa en colaboración con Linda Shayne.
Se trata de una de las pocas películas en las que participó Lee Curreri. Curreri, pianista de profesión, saltó a la fama gracias a la película de Alan Parker “Fama” y a su posterior serie, en las que daba vida a Bruno Martelli. Da la casualidad que en España la serie fue un auténtico bombazo y, en consecuencia, Curreri una verdadera estrella, a pesar de que como actor, y más fuera de los parámetros de la propia “Fama”, era más bien tirando a malo. Después de “Corazón de cristal” apareció esporádicamente en alguna película más, pero abandonó la imagen para dedicarse a lo suyo que era la música. La estrella femenina sería la emergente Tawny Kitaen, posteriormente musa de la "serie B", que por aquel entonces venía de protagonizar el rol femenino de una película que también había funcionado muy bien aquí: “Despedida de soltero”, aunque se la pudo ver en otra película más o menos célebre de la época como “Gwendoline” de Just Jaeckin (El director de Emmanuelle), así como en la posterior "Witchboard (Juego Diabólico)". Que guapa era. Falleció en mayo de 2021 por una sobredosis de barbitúricos, muy echada a perder y con la cara como un cromo por culpa de tanta operación estética.
Así, el presupuesto se va en las dos estrellas americanas, y se escatima en localizaciones. Se rueda en Los Angeles pero en dos o tres localizaciones cutronas, y con un póster absolutamente ochentero y llamativo ya tenemos película americana. El elenco de secundarios está compuesto por los típicos actores españoles que se incorporaban a las co-producciones amparándose en el hecho de que sabían hablar inglés, o sea, Simón Andreu y Jack Taylor que era yanki.
Supongo que, al exportarse al extranjero, la película a rasgos generales funcionaría bien, a pesar de que en cines españoles apenas lograría llegar a los 300.000 espectadores. Tras su estreno tuvo vida comercial en vídeo de alquiler, y a día de hoy, poco programada en televisión y sin haber sido distribuida en DVD, es una película totalmente olvidada. Pero yo me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó… sin haber sentido ganas de verla hasta el día de hoy.
Se trata de un drama romántico, tan previsible, que cuando la película lleva media hora de metraje el espectador intuye cual va a ser el desenlace. Y acierta.
Un joven tiene una extraña enfermedad inmunológica que le mantiene confinado en una burbuja de cristal. El chaval se entretiene tocando el teclado (había que explotar la principal virtud de Curreri…) o viendo la tele, y su manera de socializar es a través de correo. Envía cartas a una joven aspirante a estrella del rock que le contesta solo para hacerse publicidad. Pero un día va a visitarle y acaba enamorándose de él. Se trata de una relación imposible porque el muchacho no puede salir del habitáculo en el que se encuentra confinado.
Mientras él discute con sus padres, y ella esquiva el acoso y el maltrato al que le somete su manager (Simón Andreu), el muchacho se escapa de la burbuja y se va al encuentro de su amada. Todo se complicará, naturalmente.
En verdad es un folletín repetitivo y que busca la lagrima fácil, sin embargo, el hecho de que se trate de una película prácticamente española con ínfulas internacionales, y el espectáculo de sobreactuación que nos ofrece Lee Curreri, que está desatado cuando su personaje se lleva una rabieta de campeonato porque no puede salir de su burbuja, la convierten en un producto un poquito, poquito interesante. Salvo por eso, impera la mediocridad más rutilante y la total falta de imaginación. Pero, en resumidas cuentas, está curiosa. Además el póster, tan ochentero, con esa tipografía a base de neones y esos focos de luces de colores, me encanta.
Por supuesto, contar con el protagonismo de Lee Curreri y la Kitaen se llevó la mayor parte del presupuesto de la cinta, así que hubo que racanear en lo que al director se refiere. Reyzabal quería que fuera un americano, y en lugar de contratar a un director con experiencia en largometrajes de presupuesto medio bajo, contrató a Gil Bettman que, sí, es americano, pero hasta “Corazón de cristal” no había dirigido más que capítulos sueltos de “Billy Joe y su mono” o “El coche fantástico” y un par de videoclips. Reyzabal le brindó su debut en la gran pantalla. Después de esto, Brettman dirigió otra cinta de la época, muy marciana, esta vez meramente americana y con John Stamos de protagonista, que inevitablemente acabará cayendo por aquí un día de estos y que lleva por título “Nunca es pronto para morir”. Después, más videoclips, más capítulos sueltos en series, y el ostracismo.
Puede que “Corazón de cristal”, que resultó un éxito moderado en Italia, sea su película más conocida… y no la conoce ni Dios...