lunes, 25 de abril de 2022

WEST END JUNGLE

Documental sensacionalista y absolutamente falseado que, en cierto modo, adelantaría por la derecha las intenciones y maneras del mondo italiano, concibiéndose en el tiempo tan solo un año antes de que se estrenase “Este perro mundo”. Sin embargo “West End Jungle” no llegaría a causar polémica tan siquiera, porque, parido en la Gran Bretaña, país este donde la censura estuvo tan de moda gubernamentalmente que se inventaron años después aquello de los Video Nasties, fue prohibida tajantemente por las autoridades competentes quedando encerrada en sus latas hasta que fue rescatada para ser lanzada en DVD allá en 2008 cuando la mayoría de sus artífices hace tiempo ya que están criando malvas.
En los años 50 las calles céntricas de Londres eran poco menos que un lupanar, puesto que entonces no era ilegal allí darle unas cuantas libras a una señorita a cambio de que, por ejemplo, te chupe la polla. No existía una ley que regularizase la prostitución y las putas, los chulos y los puteros campaban a sus anchas por la ciudad impunemente. Por supuesto, el gobierno, con un afán desmedido por limpiar las calles de la ciudad, decretó en 1959 la conocida como Street Offences Act,  una ley que castigaba los delitos callejeros, entre ellos la oferta y demanda de prostitución, y de esta manera se consiguió liberar el centro de rameras o actos sexuales clandestinos ante los ojos de la respetable ciudadanía. Se ilegalizó la prostitución. Pero que se ilegalizara no es óbice para que esta dejara de ejercerse, así que el negocio del sexo prosperó en la clandestinidad.
“West End Jungle”, en un tono tan exagerado que casi parece pitorreo, viene a denunciar la situación de esta ilegalidad, sugiriendo que aunque a primera vista no veamos nada, encontraremos la lujuria y la depravación a poco que la busquemos. Así, y siempre en un tono despectivo y de denuncia, la película nos muestra todas las modalidades existentes de prostitución en Londres que van desde la puta de esquina, pasando por los burdeles y cabaretes, para acabar ahondando en la prostitución de alto copete, donde además sugiere que quienes frecuentan esta modalidad suelen ser importantes hombres de negocios, ministros, etc.
En el momento de ser calificada para su exhibición, a pesar de no mostrar ningún tipo de desnudez, el BBFCI (la Junta Británica de Censores de Cine) consideró que la película ensuciaba el buen nombre de la ciudad, así que la prohibió.
Le hicieron la pascua a su director y productor Arnold L. Miller, pero, esta sentencia no le amilanó, y se tiró la mayor parte de su carrera filmando este tipo de documentales pre-mondo con el sexo y su relación con Londres como premisas principales —y primordiales— en títulos como “Nudes of the World” o “Primitive London”. Y lo continuó haciendo casi hasta llegar a los años 80 cuando quizás este tipo de documentales ya no tenían tirón alguno. Toda su filmografía responde a estos parámetros.
Quizás en los años sesenta la ingenuidad estaba demasiado a flor de piel, ya que lo cierto es que el estilo de cómo está rodado el documental, a poco que hayamos visto, canta a la legua que es falso. Miller recrea todas las situaciones a modo de ficción y desde tantos ángulos como le viene en gana, como el que rueda una película, lo único que lo hace sin sonido directo y, una vez montada, una voz en off nos narra lo que estamos viendo. Cuando hay personas conversando en cuadro, los diálogos también serán recreados en off con unas voces que, sobre todo cuando se recrea las frases de las putas, son demasiado chistosas, por lo que queda todo de lo más falso y bochornoso que se pueda imaginar uno.
Sin embargo, tan ingenua, tan sesentera, y con tan mala hostia al fin y al cabo, amen de unas interpretaciones no profesionales que ayudan lo suyo, la película, que apenas llega a la hora de duración, es tan inocente, tan kitch, que resulta de lo más simpática. Arnold L. Miller se rodeó de amigos y familiares para que interpretasen algunos de los roles principales, que junto con los actores profesionales contratados dan como resultado una cosa de lo más divertida.
Eso sí, mucha puta, mucho putero ávido de hembra y perturbado sexualmente, mucha transparencia y ropa interior sexy, pero no vemos ni una sola tetilla. Los americanos con el nudie en alza, les sacaban ya algo de ventaja a estos puñeteros ingleses, me cago en la madre que los parió.