A Darryl Lynn Bousman, que venía de dirigir algunas de las secuelas de “Saw”, le salió medio rana un proyecto más o menos megalomaníaco titulado “Repo! The Genetic Opera”, un extraño y grotesco musical en torno a un futuro distópico y una epidemia, que aunque no fue un éxito rotundo sí hizo ganar al realizador algún que otro seguidor acérrimo a lo largo del mundo. Poco después puso todo su empeño en levantar una secuela de la franquicia “Leprechaun” de la cual era fan, tratando de llevar al duende al Oeste, pero no tuvo suerte a la hora de conseguir financiación y la idea se quedó como un proyecto que nunca se llegó a desarrollar.
Sin embargo, le había tomado el gusto al cine musical raro y, en 2012, con todo en su contra, decidió llevar a cabo la presente producción que, en la línea de “Repo! The Genetic Opera” se trataría asimismo de un musical pensado sobre todo para los fans de aquella. Decidió autofinanciarse esta cosa, “The Devil’s Carnival”, en la que reúne a prácticamente el mismo equipo, solo que se reducirían considerablemente los presupuestos. Los reduciría demasiado de hecho, ya que se trataba de su pasta y la idea era abordar una serie de películas que se financiarían con los beneficios de la anterior. Y por supuesto, su seguidores respondieron bien; irían a verla a los pases reducidos que el propio Bousman organizaría girando a lo largo y ancho del país, como si de un espectáculo de feria se tratase, y respondieron con la venta del Blu-Ray y la banda sonora puestos a la venta a tal efecto, así que se permitió rodar una segunda película con esos beneficios, que a diferencia de esta que dura 55 minutos, duraría una hora y treinta y cinco y gozaría de una mayor producción… Se titularía “Alleluia! The Devil’s Carnival”, pero de esta no les hablaré por aquí porque ya tuve bastante con la primera.
En este caso la película ambientaría su historia en un circo perteneciente al diablo en el que, inspirándose en las fábulas de Esopo, cada personaje narraría uno de los cuentos en esperpénticos numeritos musicales, mientras son observados por dios y el demonio.
El problema es que "The Devil´s Carnival" es tan pequeña, que tan solo se cuenta con una localización, una especie de pista central de circo en un único decorado y, básicamente, transcurre toda allí, por lo que no veremos en ningún momento las escenificaciones de esas fábulas, sino que las escucharemos narradas por boca de los actores que cantan, cantan y cantan, sin salir de la pista de circo. Casi estaría mejor como obra de teatro que como película —en el caso de que esto estuviera bien de algún modo—.
En cuanto al lado técnico, solvente, con montaje, unos FX infográficos de mierda por culpa de manejar la producción pocas perras y un diseño de producción pomposo y recargado que hace que le duelan a uno los ojos. Las canciones horrorosas, sin garra, malas… hacen que a uno le duelan los oídos.
En definitiva, una fantochada que yo supongo que los muy fans —que los hay— agradecerán sin duda, pero lo que es a mí no es que no me haya gustado, no es cuestión de gustos, es que considero “The Devil’s Carnival” una PUTA MIERDA. Con mayúsculas y con todas las letras. Un exceso estético y nada más. Por suerte el suplicio solo duró 55 minutos.
En el reparto, habituales de Bousman como el pobrecillo de Paul Sorvino haciendo de Dios, Bill Moseley haciendo de un mago extrañísimo —al que dice que interpretó basándose en ¡Roger Rabbit!— o Sean Patrick Flanery.
Un medianía, de lo peorcito que ha pasado por este blog.