A mediados de los 80 la humanidad entró en estado de shock porque había surgido, casi en calidad de epidemia, una nueva enfermedad de transmisión sexual que producía la muerte y, sobre todo, afectaba al colectivo homosexual. Se trataba del síndrome de inmunodeficiencia adquirido, es decir, el SIDA, y por aquel entonces, el desconocimiento sobre como funcionaba era total.
Pronto la ciencia fue descifrando los secretos de dicho virus y rompiendo mitos al respecto, pero el populacho tenía miedo, y no bastaba con anunciar que se contagiaba únicamente por vía sexual; el pueblo respondía ante la enfermedad con desprecio, como si se transmitiera por el aire, y rechazando así a los portadores de la misma.
Por supuesto, el tema era de candente actualizad y, con el fin de arrojar un poco de luz ante tanta ignorancia, la NBC produjo en 1984 el que probablemente sea el telefilm más exitoso en su historia, este “Diagnóstico fatal: SIDA”.
Por supuesto, el título americano, “An Early Frost”, era mucho más sutil que el que se eligió en nuestro país en su edición en vídeo para alquiler, al que habría que sumarle el mal gusto de poner la palabra SIDA en letras bien gordas cuyo fondo representaba el virus creciendo violentamente en una placa de Petri. Asimismo, se anunciaba como “primera película del mundo sobre SIDA”, cosa que era cierta, anticipándose a clásicos modernos mucho más versados en la materia como puedan ser “Philadelphia” o “Compañeros inseparables”.
“Diagnóstico fatal: SIDA” fue un éxito de audiencia fuera de todo precedente consiguiendo 34 millones de espectadores en su primera emisión, superando incluso a los eventos deportivos más punteros de entonces. La critica fue benévola con una cinta cuyos mayores problemas venían dados de la propia censura aplicada por la cadena televisiva que la producía, y ganó tres premios Emmy de las 14 nominaciones a las que aspiraba, así como recibió otras tantas a los Globos de Oro. Sin embargo, no resultó ser la producción de NBC que dejara más beneficios a la cadena, puesto que al tratar un tema tan controvertido, los anunciantes no se atrevieron a promocionarse en la emisión del film. NBC perdió aproximadamente medio millón de dólares de ingresos por publicidad. Con todo, a la larga, tras las repetidas emisiones y las ventas en los distintos formatos domésticos, acabó rentabilizándose por sí mismo.
La sinopsis es sencilla: un joven abogado homosexual es diagnosticado con SIDA y no comprende como puede haberse contagiado, puesto que solo se relaciona sexualmente con su pareja. En el momento que el novio confiesa haber estado con varios hombres durante la relación y que es portador de la enfermedad, se desata el drama, máxime cuando nuestro protagonista acude al hogar paterno a confesar su homosexualismo, y lo que es peor, su enfermedad. El padre no acepta ninguna de las dos cosas.
Obviamente es un folletín médico con más propósitos de educar al espectador que de amenizarle la tarde, pero, curiosamente resulta claramente entretenido y portador de un tempo y una cadencia muy de agradecer. Obviamente con 40 años de antigüedad, y en tiempos en los que ya nadie se muere de SIDA, ha perdido toda su vigencia y resulta un tanto inocente, pero comprendemos a la perfección el impacto que tuvo en el año de su estreno, 1985, cuando del SIDA no conocíamos ni el significado de sus siglas. Al margen de eso, “Diagnóstico fatal: SIDA” resulta una película súper competente.
El elenco actoral parece cosa de John Cassavetes; Aidan Quinn, estupendo como abogado gay —doblado en la versión española por Luis Varela— encabeza el reparto, seguido por Gena Rowlands y Ben Gazzara en la piel de sus progenitores. Por momentos echamos de menos al propio Cassavetes y esperamos en cualquier instante que Peter Falk aparezca en pantalla. De hecho, la serenidad del film, el dramón de lo que cuenta y la tranquilidad general que respira, muy bien podría haber sido pergeñada por John Cassavetes, pero todo es producto de la casualidad. El director de la cinta responde al nombre de John Erman, su carrera es eminentemente televisiva y, además del título que nos ocupa, ha dirigido capítulos de “Star Trek” (la original, la de los 60), “M*A*S*H”, o “Raíces” (con Kunta Kinte y compañía). Lo mejor de lo mejor en televisión clásica.
“Diagnóstico fatal: SIDA” se ha emitido catódicamente en todos los canales y en infinidad de ocasiones, pero a partir de 2000 recibió un cambio de título castellano de forma deliberada, pasando a titularse “Invierno en primavera”. Por suerte, la más o menos reciente edición en DVD mantiene el título castellano inicial.
No está mal el telefilme.