lunes, 2 de octubre de 2023

PLEASE, DON'T TOUCH ME!

La familia Ormond probablemente sea la saga cinematográfica más curiosa de la historia del cine. Formada por Ron Ormond, su mujer June y su hijo Tim, entre las décadas de los 40 y 70 produjeron una infinidad de películas exploitation que iban desde el western más violento y bizarro para lucimiento de Lash La Rue a películas de strippers a las que les sucedían cosas de lo más extrañas y donde introducían una sexualidad muy sutil que, por sugerida —o camuflada— más que por otra cosa, no llegaba a ofender al espectador. Todo ello ejecutado con pocos duros, reaprovechando todo el metraje de archivo —o propio— que se pudieran encontrar y de manera completamente independiente, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Y encima les fue bien durante el periplo.
El pater familias, Ron, además tiene un currículum de lo más interesante. Ormond, también conocido como Vic Narro —y de nombre real Vittorio Di Naro—, además de productor, guionista y director de cine, fue mago y presentador de espectáculos de variedades, de hecho, su esposa June era una bailarina de burlesque a la que conoció en uno de estos espectáculos. También era un estudioso del hipnotismo y las ciencias ocultas. En esa tesitura viajó a Asia para investigar fenómenos religiosos de Oriente, en compañía del hipnotizador Ormond McGill, del que se hizo gran amigo, del que tomó prestado su nombre (Ron Ormond se llama así en honor al hipnotizador) y con el que escribió unos cuantos libros sobre hipnosis y otros temas de similar calado.
Por otro lado, y después de años de apelar a los bajos instintos con sus desvergonzadas películas, Ormond, tras sufrir un aparatoso accidente de avioneta del que salió ileso, pero que le costó una lenta recuperación en el hospital, ateo como era, se convirtió de golpe y porrazo al cristianismo. Vio la luz. En consecuencia, a partir de los años 70 se centró en producir y dirigir películas de temática eminentemente cristiana. Del mismo modo, toda la familia abandonó el mundo del espectáculo de variedades así como cualquier actividad que tuviera que ver con lo coqueto, lo frívolo o lo sexual, materias estas en las que, hasta el accidente, los Ormond habían estados inmiscuidos de pleno.
“Please, Don’t Touch Me!” sin embargo, la película de las que les vengo a hablar, entraría en la etapa de mayor esplendor de la familia Ormond, cuando estaban haciendo cine exploitation desvergonzado, y sería una producción rodada en 1959 aunque estrenada en 1963. Es una película absurda, descarada y extraña.
La premisa principal gira en torno a una mujer que es violada y, en consecuencia, queda traumatizada por ello, de manera que, una vez casada, es incapaz de mantener sexo con su marido. Entre su madre y un psiquiatra intentan solucionar el problema de esta chica, llegando a la conclusión que mediante una sesión de hipnosis todo volverá a la normalidad. Por supuesto el hipnotizador no será otro que el amigo de Ron Ormond en la vida real, Ormond McGill.
Se trata de un exploit de finales de los 50 que poco o nada tiene que le haga distar de otros títulos de idénticas intenciones de la época. De hecho, en su manera de rodar, Ormond recuerda levemente a Ed Wood. Es una película que se sustenta a base de eternas conversaciones y de un montaje muy somero donde predominan los (eternos) planos medios. Sin embargo, lo que convierte “Please, Don’t Touch Me” en distinta o particular es, que en su afán por aprovechar material de archivo comprado por Ormond, se convierte en un "mondo" dramático. La película comienza haciéndonos partícipes de la violación que es el leit motiv de la historia, para tras los créditos, hacer uso de todo ese material voz en off mediante, y explicarnos así una serie de costumbres bárbaras de otras civilizaciones (negros bailando y todo el rollo), así como cuela con calzador escenas de origen sanitario que nos muestran la extracción de un tumor en el quirófano, entre otras lindezas, tan solo para justificar la violación que acabamos de ver y en torno a la cual va a girar toda la película. Una vez mostrado todo esto, y tomando unos derroteros dramáticos en los que los protagonistas hablan, hablan y hablan, ya la cosa no cogerá fuste hasta que, poco antes de finalizar, entra en escena el hipnotizador que pondrá todo en su sitio.
Lo bueno de “Please Don’t Touch Me” es que es rara como un perro verde, y lo que cuenta es tan extraño, tan carnaza, tan sensacionalista que pasamos por alto los posibles tempos muertos de los que hace alarde, que son unos cuantos. Por lo demás ya sabíamos a lo que nos exponíamos cuando nos sentamos a verla ¿no?
Actualmente la familia Ormond está siendo reivindicada por el intelectual y estudioso de cine exploitation Nicolas Winding Refn, director de “Drive” y “The Neon Demon”, que de vez en cuando se encarga de recuperar películas escondidas, restaurarlas y ponerlas a la venta en lujosos packs de Blu Ray cargados de datos y material extra. La familia Ordmond ha interesado tantísimo al director, que no contento con poner a la venta un pack con sus títulos más ignotos con “From Hollywood To Heaven”, también ha editado, en un lujoso libro gigantesco, las biografía de los Ormond con “The Exotic One”, escrito por Jimmy McDonough (autor de la biografía de Andy Milligan, cineasta por el que Refn también mostró mucho interés hace unos años). Por supuesto, todo limitado y numerado, esto es material para sibaritas, que atraerá tanto a los amantes del exploit -mi caso- como a hipsters que se acercarán al universo de los Ormond solo porque Winding Refn se ha encargado de ponerlos en la palestra.
De cualquier forma, Ron Ormond volverá a pasar por este blog en un futuro.