viernes, 12 de abril de 2024

ENTER THE CLONES OF BRUCE

David Gregory, señor que se ha especializado en  realizar estupendos documentales sobre los más variopintos fenómenos cinematográficos (suyos son “Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del dr. Moreau” o “Blood and flesh: The real life and ghastly death of Al Adamson”), ataca ahora (como si del dragón se tratase) con “Enter the clones of Bruce”, en lo que podíamos denominar el auténtico y definitivo documental sobre uno de los fenómenos exploit más interesantes en la historia de la cara dura cinematográfica. Ya saben ustedes: tan grande era la demanda de películas de Bruce Lee que, una vez este falleció, el público se negó a no seguir disfrutando de su cine, por lo que, para contentarlo, un montón de estudios cinematográficos comenzaron a rodar películas con clones, artistas marciales que, más o menos, se parecían al pequeño dragón, y durante un montón de años estuvieron vomitando producciones de muy mal gusto en las que se explotaba la presencia de Bruce Lee, o lo que es peor, su muerte. Eso sería el “brucexploitation” oficial, pero también existió otro por parte de los distribuidores de medio mundo, que compraban películas de kung-fu sin conexión alguna con Bruce Lee, pero se estrenaban como si fueran legítimas (los casos de Bronson Lee o Bruce Lo).
“Enter The Clones of Bruce”, con mogollón de imágenes de archivo, extractos de películas y entrevistas a las principales estrellas del fenómeno (es decir, Bruce Le, Bruce Li, Dragón Lee o Bruce Liang), así como a directores productores y actores secundarios de aquellas películas, profundiza en las cloacas del subgénero y nos explica todos los entresijos y artimañas con dinamismo y brío.
Además lo hace de una forma muy acertada, incluyendo un prólogo precréditos en el que se nos explica el modo de operar de Bruce Lee (el de verdad), hace hincapié en sus manías y megalomanía, para, después de los créditos, darle una patada porque en realidad no es el foco del interés del documental, y centrarse única y exclusivamente en todo ese universo de clones, imágenes del funeral del auténtico Bruce, jornadas de trabajo infrahumanas, sueldos bajos y todos los desastres que traían de serie las películas adscritas al “brucexploitation”.
Por otro lado es sorprendente que, si bien podemos tener localizadas en España sesenta o setenta títulos protagonizados por cualquiera de estos impersonators (más o menos, qué se yo), el documental avisa que están catalogadas más de doscientas y que nunca dejan de aparecer títulos, con lo que hacer un listado de todas y cada una de ellas —que además hay clones de Bruce en todo el mundo, no solo en Asia, aunque no estén oficializados— es una tarea ardua, por no decir imposible (aunque los franchutes, principal fandom del fenómeno, tienen gran parte del trabajo hecho).
Resulta súper interesante ver los distintos caminos que han tomado en la vida los distintos clones, e, indirectamente, como todos tienen algo en común: los nudillos destrozados.
También se incide en cual puede que fuera el primer título oficial del “brucexploitation” y la manera ilegal y despiadada de publicitarlo por parte de los distribuidores, así como vemos una buena colección de pósters y títulos raros (o perdidos) que han pululado a lo largo de los años dentro de esta corriente tan rara que sacaba beneficio (y, en ocasiones, mucho) de la imagen y muerte de un mito de la cultura pop. Fue durante mediados de los setenta y los ochenta, cuando estas películas estuvieron en auge, pero lo acojonante del asunto es que, todavía hoy, quizás de manera menos descarnada que entonces, se sigue explotando a Bruce Lee y siempre es sinónimo de generar pasta.
Como ya digo, un documental estupendo, entretenido a más no poder, revelador y curioso sobre la estratagema comercial más inhumana y carroñera de la historia del cine.