viernes, 26 de abril de 2024

RABIA DE SANGRE

“Rabia de sangre”, rodada con dos pesetas y en condiciones prácticamente tercermundistas, resulta una película estupenda que, quizás por desperada, gráfica e indecente, no ha obtenido el culto que merecía tras tantos años de existencia, pese a que a que hay quien la considera un clásico del "grindhouse". No obstante, a estas alturas todavía no cuenta con una edición remasterizada en Blu Ray como dios manda, y tan solo circulan copias del VHS que apareció en su momento y DVD’s cuyos transfers dejan mucho que desear en ediciones infectas. Me pregunto si alguno de los cuatro sellos especializados en recuperar viejos títulos como este la tendrán presente para una edición en condiciones. Asimismo, “Rabia de sangre” llegó a nuestro país directa a vídeo a través del sello "Silverscreen", sin embargo, no es uno de los títulos de la época que destaque o sea recordado a día de hoy.
Lo cierto es que tras todas estas películas pequeñas destinadas a complejos teatrales de segunda categoría con los asientos manchados de semen, siempre hay un mercenario dispuesto a rodar toda suerte de frivolidades con más ganas de ganar dólares que talento. Pero cuando contamos con un buen director, los cierto es que no hay presupuesto pequeño que perjudique su película. Y Joseph Zito, que empezó con esta clase de cosas pequeñas —y sin ningún afán de compararlo con cualquiera de los grandes— es un buen director, o al menos, uno con el pulso bien cogido al entretenimiento. No en balde acabaría rodando una de las mejores secuelas de “Viernes 13” (la cuarta) y las mejores películas al servicio de Chuck Norris, además de “El asesino de Rosemary” a la que también tengo alta estima.
Esta “Rabia de sangre” es un exploit con todas sus letras, una más que trillada historia de asesino en serie que mata prostitutas, pero con los ojos bien puestos en “Taxi Driver” (vemos imágenes muy potentes del Deuce neoyorquino al tiempo que escuchamos las reflexiones y delirios del asesino en off, como hacía "Travis Blicke" en la película de Scorsese) y con la sordidez y misoginia propia de un “Maniac” (que es posterior) de William Lustig. Una película que, si hubiera visto en mi juventud me hubiera perturbado y, sin duda, obsesionado.
Una prostituta y su novio policía discuten en la habitación donde esta ejerce su carrera. Justo en ese momento entra un cliente, por lo que la discusión entre la singular pareja queda incompleta. Dicho cliente es un joven apocado al que la puta consigue sacar los colores, en consecuencia, enloquece y asesina a la meretiz a base de reventarla contra la ventana de la habitación, proporcionándole una colección de cortes con muy mala pinta. Todo mostrado de manera muy explícita y recreándose en ello. Cuando el novio de la prostituta se encuentra con el percal, su asesino ya está a kilómetros de distancia puesto que se ha ido corriendo a Nueva York, donde se busca un trabajo y aprovechará para hacer lo propio con tanta prostituta como se cruce en su camino. Mientras, el policía está bajo sospecha del asesinato de la prostituta y decide irse a la ciudad a buscar al individuo.
La trama es muy sencillita y el final abrupto, pero diré que el desarrollo de los acontecimientos es de aplauso, que toda la película va al grano y sin florituras de ningún tipo, que es tosca, seca, desasosegante y que, de aspecto pobretón y zetoso, está montada con una agilidad abrumadora y resulta interesante, entretenida y angustiosa a partes iguales. Súmenle que tan solo dura una estupenda hora y diecisiete minutos, que eso siempre es un aval. Vamos, me ha gustado mucho, contra cualquier clase de pronóstico. Y el final es cojonudo.
El caso es que, por algún motivo, Joseph Zito firmó esta, su segunda película, bajo el seudónimo de Joseph Bigwood, yo me figuro que por considerarla un tanto enferma.
En  los USA se distribuyó bajo el título de “Bloodrage” (no confundir con “Blood Rage”, aquí emitida en televisión como “Pesadilla en Sherman Woods”) aunque se la conoce más por el subtítulo que acompañaba al título en el póster para cines, “Never Pick Up a Stranger”, que por otro lado es el que reza en los créditos iniciales.
Como curiosidad, decir también que en el poster americano, la fotografía que se nos muestra, en la que un bestia está a punto de clavarle a una señorita el culo de una botella, no solo no tiene nada que ver con la película, sino que el individuo en cuestión es el gigantón Irwin Keyes. Lo curioso es que, aunque esa secuencia, que tiene pinta de ser posada ex profeso para el póster, no tenga relación con el film, Keyes sí aparece en la misma, solo que en calidad prácticamente de extra. Hay que estar muy atentos pero es un de los chulos de putas que sale en el plano final. Me figuro que sería ese día de rodaje el mismo que elaboraron las fotos para el cartel y, claro, el actor principal, Ian Scott (“Rabia de sangre” sería su primera y última aparición como protagonista en una película) ese día no debía tener sesiones y solucionaron la papeletea como buenamente pudieron con los figurantes que anduvieran por allí. Paradójicamente, Irwin Keyes sería el único actor que haría carrera posteriormente.
Muy recomendable esta “Rabia de sangre”.