sábado, 14 de septiembre de 2024

TROG

Ocasionalmente he comentado lo tontito que me ponen las historias sobre rodajes de películas, a base de actores encarnando personas reales de la farándula, escenificando situaciones supuestamente genuinas, etc. Me encanta. Sea formato largometraje ("Hitchcock" es especialmente gozable), sea serie (ya dije mil maravillas de "The Offer" en su día) Bien, toca añadir una nueva al pack, "Feud" del 2017 (primera temporada). La he visto tardíamente porque desconocía su existencia. Narra en ocho capítulos la complicada relación de amor / odio entre Joan Crawford y Bette Davis, encarnadas por Jessica Lange y una Susan Sarandon que, según el plano, luce guapísima. Y lo remarco porque gastaba 70 tacos en aquel momento y, en fin, nunca una dama de esas edades había provocado en mi semejante impresión. ¿Hiper-maquillada, digitalmente mejorada? podría ser, pero tengan en cuenta que "Feud" juega con el hecho de que ambas estrellas son eso, señoras de avanzada edad y, en general, se explotan más sus arrugas que su atractivo. No sabría decir.
Me costó entrar en la serie. Pero cuando ocurrió, ya no pude soltarla, consumiendo hasta tres dosis diarias, algo muy raro en mí. Entre el mondongo humano, las judiadas que se hacían ambas marujas y demás -todo muy tremendo- destacan, obvio, aquellos segmentos dedicados a la realización de sendas películas. Y aunque ver a un maravilloso Alfred Molina dando vida a Robert Aldrich (siempre enfrentado a un no menos fantástico Stanley Tucci como Jack Warner) durante la creación de "¿Qué fue de Baby Jane?" es sumamente estimulante, lo supera el momento que se aborda la etapa todavía más decadente de Joan Crawford quien, les recuerdo, se convirtió en musa eventual de William Castle.
Durante el visionado, me pregunté si serían capaces de mostrar esa faceta de la actriz, y cómo procederían. Aquella misma tarde fui debidamente achantado al encontrarme el respectivo capítulo iniciándose con una recreación del trailer de "Strait-Jacket" o "El caso de Lucy Harbin" (un gallifante para los traductores. A diferencia de otras ocasiones, hicieron los deberes respecto a los títulos que algunas de estas películas han tenido en nueso país), primera colaboración Castle-Crawford. El segundo sorpresón fue una escena en la que se muestra el estreno de la misma, con un sosias del cineasta currándose sus legendarios "gimmicks" (y Jessica Lange encarnando a una beoda Crawford como pez fuera del agua). ¡¡Mola!! ¿y de quién se trataba? desde luego alguien muy distinto físicamente, pero en cierto modo adecuado: John Waters. Sí, el John Waters de "Pink Flamingos" al que tanto hemos recriminado por su condición de vendido y mangante. El mismo John Waters que, en muchas ocasiones, se declaró gran fan de William Castle, lo que por un lado le da un gracioso sentido a su elección, un genuino guiño a "connaisseurs", aunque, por otro, resulta un pelín irritante.
Pero no acaba aquí la cosa, porque fruto de su delirante divismo, la carrera de Joan Crawford siguió cuesta abajo, y lo siguiente fue aliarse con el productor Herman Cohen para participar en dos de su paternidad, "El circo del crimen" y, muy especialmente, "Trog", viéndose obligada a trasladarse hasta Inglaterra y dejarse dirigir por Freddie Francis. Esta parte mola especialmente. Resulta hilarante ver a la ex estrella rebajándose a un subproducto como aquel y sus muchas limitaciones, incluido cambiarse de vestuario en una sucia flagoneta a falta de camerino (aunque Herman Cohen aseguraría años después que el vehículo estaba en perfectas condiciones)
La actriz da vida a una científica emperrada en estudiar, domesticar y proteger a un troglodita localizado en una cueva. Vivía ahí metido sin enterarse que el resto de la humanidad había... errr... ¿evolucionado? Le llama Trog cariñosamente, y él responde haciendo toda suerte de cucamonas y ruiditos. Hasta logran que escupa algunas palabrejas en inglés. No obstante, los bípedos racionales somos muy malos, y lo único que queremos es ver a Trog muerto. Ahí es donde Doctora Crawford hará lo indecible por evitarlo.
Volviendo a "Feud", podría considerarse que cae un poco en la trampa de, una vez más, tratar el terror, o el cine de género, como basura rastrera, algo indigno que avergüenza a sus propios artífices, quienes proceden motivados únicamente por el vil metal. En algún momento Jack Warner se refiere al asunto valiéndose de etiquetas como explotación, serie B, gran guiñol o el continuo "desprecio afectuoso" que dispensa a Robert Aldrich por ello. Honestamente, viendo "Trog", cuesta mucho no darles la razón.
Aunque el terror británico de tirón clásico queda fuera de mis apetencias, tras la serie me entraron ganas de ver la movida esta del troglodita, así que recurrí a mi amigo Enorm, quien me la consiguió en escasas horas. Y, jodeeeer, decir mala es quedarse corto. Sí, amigos, "Trog" es un truñaco de tres pares de cojones que provoca, justo, tres cosas: sopor, vergüenza ajena y risas. Hay absurdeces a mansalva, incongruencias narrativas, momentos muy muy ridículos (ver al simio emitir ruidos duele) y un desenlace mega-tonto de aquellos que dices "¿Tanto drama pa esto?" No, no logran que empatices con Trog (bastante lamentable en su aspecto. El careto era un sobrante de "2001: Una odisea en el espacio", y no es un chiste, es un hecho) Francamente, te da igual lo que le ocurra. En cualquier caso, empatizas con Joan Crawford y su sufrimiento... salvo si te llamas Bette Davis, quien dijo que lo suyo hubiese sido cometer suicidio tras participar en semejante ñordo.
Otros de los implicados (y suicidas en potencia) son Michael Gough y, sorpresón, un jovenzuelo David Warbeck encarnando a un periodista (y preparándose para lo que le esperaba en el futuro) La "story" se la debemos en parte a John Gilling, director de algunos títulos bien reconocibles como "La carne y el demonio", "La plaga de los zombies" + "El reptil" (ambas para Hammer), la española "La cruz del diablo" y "Cuando las balas vuelan", secuela de "Licencia para matar" según Lindsay Shonteff, la franquicia exploiter de 007 que dio pie al nacimiento del agente "Charles Vine", posteriormente relanzado por Shonteff como "Charles Bind" en otra oscura saga de entrañable recuerdo.