sábado, 21 de septiembre de 2013

FILM

No solemos reseñar cortos en este blog, más que nada porque no nos gustan (salvo los nuestros, y no todos) pero esta pequeña pieza merece ser mencionada. Primero porque me la paso mi amigo Jorge Bermejo, y del criterio de Jorge me fio, y mucho. Segundo, porque el protagonista es Buster Keaton, un Buster Keaton muy viejo y ajado que moriría al año de rodar este corto (no fue su última aparición en cine, ese honor lo tiene Golfus de Roma) Y tercero, porque aunque el argumento gira en torno a la filosofía del ser humano y su percepción, tienen una atmosfera de terror en toda su duración (15 min.)

El guion del cortometraje es de Samuel Beckett, escritor, dramaturgo, poeta, premio Nobel de literatura…etc. Al principio Beckett había pensado en Charles Chaplin para el papel protagonista, pero por casualidades del destino acabo siendo Buster Keaton, que era el que estaba libre en ese momento. El argumento trata sobre la percepción, “Ser es ser percibido”. Es decir, que mientras existimos alguien nota nuestra presencia y si no es así, seremos nosotros mismos los que somos conscientes de nuestra existencia. No se crean que esto lo he deducido yo, buscando información del cortometraje me he encontrado este análisis que por lo visto es lo que Beckett quería contar. Aunque como digo al principio todo podría ser una historia de terror.  Les cuento (el corto entero) y ustedes deciden.

Un hombre mayor, anda a buena velocidad por la calle. Lleva la cara tapada por un pañuelo, para no ser visto, y para no perderse va pegado a la pared de la calle. Sin querer tropieza con una pareja que estaba parada, huye de ellos. Llega hasta un portal, entra dentro y cuando está dispuesto a subir las escaleras, nota que una vecina baja por las mismas, así que se esconde en el descansillo esperando a que pase para que la mujer no note su presencia. Esta cae fulminada muerta, no sabemos si por la presencia del protagonista o debido a su edad. El hombre sube rápido las escaleras, y momentáneamente se toma el pulso, se le ve nervioso, aunque de momento solo le hemos visto la espalda. Entra en su casa/habitación. El habitáculo solo cuenta con una cama desecha, una mecedora, un espejo colgado de una pared, un dibujo de una cara clavado en frente de la mecedora, y diversos animales. Allí tiene un perro, un gato, un loro y un pez. Lo primero que hace el hombre es cerrar las cortinas, no desea ser visto desde el exterior, luego tapa el espejo con un manta, no quiere verse a si mismo, y se le ve con miedo cuando hace estas acciones, pero como digo, solo viéndose su espalda, ya que cuando la cámara (en mano) intenta verle desde otro ángulo, el protagonista se mueve dándonos siempre la nuca. Tras haber tapado la ventana y el espejo echa de casa al perro y al gato, lo que le cuesta un par de intentos porque cuando echa a uno el otro vuelve a entrar. Posteriormente tapa al loro y al pez con un abrigo, no desea ser observado por ningún ojo, ya sea humano o animal. Durante todo momento el hombre está nervioso, como si alguien le siguiera u observase, esto hace que la atmosfera sea muy intrigante, de ahí que parezca una obra de terror. Una vez libre de miradas ajenas se sienta en su mecedora, pero no puede permitir que el dibujo clavado en la pared siga ahí, observándole, se levanta y lo rompe. Vuelve a su mecedora, y de un sobre saca unas viejas fotografías que resumen su vida, de pequeño con su madre, algo mas mayor, con su perro, en su graduación, con su hija (o hijo, no se distingue bien) en esta foto se para, acaricia al bebe y luego pasa a la siguiente, que es una foto de él en su estado actual, un hombre mayor y solo con un parche en el ojo. Al verse retratado, decide romper las fotografías, en una especie de metáfora de romper con todo su mundo. Ahora está completamente solo, no hay nadie que le pueda mirar y por lo tanto percibir. Este hombre quiere morirse. Pero entonces cuando la cámara por fin nos muestra su rostro, se ve a sí mismo delante mirándose. Es la auto percepción de uno mismo, de la que nunca podremos escapar, al menos mientras sigamos vivos.

Todo muy filosófico y tal. Hubiese preferido que el hombre hubiese sigo perseguido por un monstruo de mil ojos o así, pero oye tampoco está mal. Su blanco y negro, su casi ausencia de sonido y el nerviosismo que transmite Buster Keaton, podrían haber convertido este corto en una pequeña obra de terror, aunque quien dice que no es eso lo que el protagonista está viviendo.