viernes, 12 de septiembre de 2014

SUPERNOVA

Posiblemente, una de las peores películas de la historia, no ya de nuestro cine, sino del cine mundial, sea esta “Supernova” concebida para conseguir montones de dinero a costa de la explotación fílmica de la conocida cantante Marta Sánchez, pero que supuso un fracaso y la muerte cinematográfica como actriz de la Sánchez, y de su director Juan Miñón.
Miñón venía como director emergente del “Nuevo cine español”, pero tras esta basura solo rodó una película más –si no es esa pobre carrera posterior culpa de "Supernova", será por su incapacidad- y no se convirtió, afortunadamente, en una figura reconocible del cine español. Ahora, se marcó un gol en aquello del cine exótico. Pero no un gol que concediera la victoria, sino uno que consigue que años después se hable de él.
Para empezar, y aún siendo una película de los noventa, está rodada al estilo de los ochenta, los de Álvaro Sáenz de Heredia y, aunque Miñón decía inspirarse para esta película en el “Metrópolis” de Fritz Lang, la verdad es que el resultado es más cercano al “Aquí huele a muerto (pues yo no he sido)” del anteriormente citado.
Sin embargo, es una película sin subvenciones y seudoindependiente. En producción lo tenían claro; Le dijeron a Miñón que rodara rápido, gastando poco, pero haciéndolo parecer una super producción, y así trincar la pasta lo antes posible. A finales de la década anterior, las películas para lucimiento de los “Hombres G” habían sido un éxito. Marta Sánchez tenía el mismo nivel de popularidad que el conjunto pijo, por lo que la sola existencia de “Supernova”, ya tenía que dejar pingues beneficios. Sin embargo, el público es gilipollas, pero no tanto como los productores creen, y mientras que los “Hombres G” llevaban a millones de espectadores al cine, Marta Sánchez solo congregó 86.000. No creo que fuera culpa de ella, sencillamente, que la película apestaba a podrido desde el momento en que apareció anunciada en los medios. Fue una de las campañas publicitarias más potentes de 1993, pero las perdidas fueron tremendas.
En una sociedad futurista, el Conde Nado (¡chiste de mierda!) está enamorado de la cantante “Fénix”. Con la ayuda de un retrasado obeso, secuestra a una científica, a la que obligará a fabricar un clon de la muchacha llamado “Supernova”, violento y  agresivo, que la suplantará en los conciertos y en la vida privada, así, el condenado conde Nado podrá penetrar a “Fénix” y tener descendencia con ella. Pero entre un bombero deficiente y “Supernova” le girarán la tortilla.
Para que se hagan una idea: El conde es Javier Gurruchaga, la científica Chus Lampreave y el bombero deficiente Gabino Diego.
Bien, Gurruchaga está haciendo de si mismo, completamente desatado y dando un recital de sobreactuación que es lo que se espera de él,  lo mismo con Lampreave, pero Gabino Diego -es sorprendente comprobar como sobrevive dentro del cine español- hace aquí una actuación de vergüenza ajena. Y es que, ciertamente, es un muy mal actor al que, en esta ocasión, se la ha dirigido muy por encima, por lo que tenemos aquí una cosa vergonzante. Mejor no hablar de eso que hace delante de la cámara Marta Sánchez, pero ella tiene excusa, ella no es actriz. Para compensar, amigos de las pajas, la Sánchez muestra sus famosas tetas, y es generosa con su anatomía todo el metraje. De hecho, en su reciente visionado, he descubierto que Marta Sánchez, conocida por sus tetas, lo que tiene, es un portentoso culazo como pocos he visto yo en la gran pantalla.
Cerrando el “modo pajero”, pasaré a decir que la película es un absoluto despropósito, un claro ejemplo de la dejadez y la desidia más absoluta. A nadie, salvo a la Sánchez, le importaba un bledo esa película. Por eso la dirección es casi inexistente, el montaje es incomprensible, y la historia una chorrada. Cierto que es una pieza “naïf” y con toques “pulp”, pero eso no es cosa de Juan Miñón, es cosa de la casualidad. El ritmo es una autentica mierda. Cuando la película lleva veinte minutos de metraje, no solo se nos ha presentado mal a los personajes, sino que no sabemos nada de ellos, ni sabemos que es lo que va a pasar… ¡no se entiende un carajo! Luego va a trompicones, con una colección de gags que no hacen ninguna gracia y una serie de escenas que no aportan nada. Para colmo de males, una película concebida como lucimiento de una cantante, y tan solo hay un numerito musical, a medias, y no es de ninguna de las canciones famosas de “Olé, Olé” (grupo pop dónde militaba la Sánchez por aquellos años), si no de un a canción horrorosa, en Inglés, y creada en exclusiva para la película, por lo que imagino las caras de decepción de los primeros fans que se acercaran al cine a ver una película llena de vídeo clips de su cantante favorita (que es lo que realmente debía haber sido) y encontrarse con esa mierda donde su ídolo –y todos los que aparecen- parece ser retrasada mental.
Ahora, yo se que en los círculos  de cine “trash” de por estas tierras de dios se la reivindica, cosa que entiendo a medias, porque, basándose esa gente en que estas películas son ideales para verlas en parroquia con la finalidad de pitorrearse de ella, la verdad es que “Supernova”, no tiene ni una sola escena en la que el humor, ya sea voluntario o involuntario, nos haga esbozar, siquiera, una sonrisilla.
Total, que fue un fracaso que no se esperaban ni el productor, ni el equipo, ni mucho menos Marta Sánchez, que a día de hoy reniega absolutamente de esta película, pero que mientras que la rodaba, decía que “Está muy bien hecha y va a ser maravillosa”. Claro, que ver a día de hoy las entrevistas de la Sánchez, dejan en evidencia como anda de luces la artista. De hecho, por lo que fuera, no ha vuelto a hacer nada para cine.
Iba a decir que la estética futurista, el diseño de vestuario y demás, es bastante deudor de “Acción Mutante”, pero esta apreciación es errónea porque “Acción Mutante” se estrenó tres semanas después el mismo año, y “Supernova” comenzó su rodaje con anterioridad, lo que me lleva a esta otra apreciación. Tanto “Acción Mutante” como “Supernova” son dos películas de estética asquerosamente posmoderna y “noventera”.
Con todo, como curiosidad que es, hay que echarle un ojete (lo mio fue peor, fui a verla en su momento al cine “Palacio de la Música” en un pase en el que estaba, prácticamente, solo), e insisto en que merece la pena descubrir ese enorme, redondo y carnoso culo que tiene Marta Sánchez.