A principios de los años 60, en pleno auge del cine negro
español —por ejemplo, Arturo Fernández se dedicaba a finales de la década de
los 50 a interpretar papeles en este tipo de cine—, resultaba de lo más
oportuno para la taquilla el realizar una comedia que se mofara de este género
y de las películas de gángsteres americanas.
Así, con dirección de Pedro Lazaga, “La pandilla de los 11”
parodiaría con su título el éxito comercial de aquellos años “La cuadrilla de
los once”, película a mayor gloria del denominado Rat Pack (Dean Martin, Frank
Sinatra y Sammy Davis Jr.) y dirigida por Lewis Milestone. Pero más allá
del título y que la premisa central de
ambas es un robo, ahí quedaría toda similitud. En realidad “La pandilla de los
11” tendría pinceladitas de varios títulos de la época (las referencias
paródicas a “Rififí” estarían más marcadas que las que pudiera haber a la
película de Milestone) resultando una amalgama de guiños que servirían de hilo
conductor para lo verdaderamente
importante en esta película, que es la colección de gags escritos por
Antonio de Lara “Tono”, uno de los humoristas gráficos más representativos de
la llamada “La otra generación del 27”, que hace de la astracanada el leit
motiv de esta película. Algunos chistes son ganchos directos a la mandíbula,
mientras que otros están impregnados de un sutil surrealismo —a saber; el
individuo que tiene sed que está siendo torturado a base de hacerle comer
polvorones, o el hecho de que los gángsteres de pacotilla que protagonizan esta
película tienen guardarropas donde dejar
sus armas en los clubes que frecuentan—. Muchos de ellos sobreviven al paso de
los años estupendamente; otros en cambio se han quedado un tanto kitsch.
Cuenta como un mafioso llamado “El Rubio” (descacharrante
Adolfo Marsillach), reúne a una serie de individuos de mal vivir con la
finalidad de formar un grupo que robará el banco de España, haciéndolo de
manera subterránea y desde Las Cibeles. La mala suerte querrá que se queden
atrapados en el túnel por el que pretenden entrar, lo que generará toda suerte de sucesos hilarantes.
En verdad, sin dejar de ser una comedia de lo más
entretenida, resulta un film del montón y no especialmente relevante, sin
embargo, su principal virtud radica en que, dentro de un elenco maravilloso,
tenemos juntos, y casi siempre compartiendo plano, a dos generaciones de
cómicos en su salsa, interpretando las líneas y diálogos de Tono con la mayor
efectividad posible. Y es que esta pandilla de 11 la componen actores de la vieja
guardia como Pepe Isbert o Manolo Moran, con actores que durante años serían el
relevo de estos como Manolo Gómez Bur, Ángel de Andrés padre, Juanjo Menéndez,
Ismael Merlo, Antonio Ozores, y como única fémina Margot Cottens, siendo estos
los más destacados, amén de todos los secundarios que les acompañan durante el
metraje.
Dirige Pedro Lazaga, sin duda, uno de los directores de
“Españoladas” más importantes de nuestra cinematografía, así como poseedor de una de las filmografías más
extensas y reconocibles.