jueves, 20 de septiembre de 2018

MANDY

Desde que conoció la bendición de algo así como el semi-mainstream con el razonable éxito de "Drive", Nicolas Winding Refn se ha mantenido más o menos fiel a un estilo específico con respecto a sus más recientes trabajos: Abuso de un ritmo cruelmente lento. Empleo nada sutil de luces de colorines (con especial predilección por el rojo). Un exceso de estilismo. Y, narrativamente, cierta preferencia por pillar tramas/ideas propias del cine de género, o incluso el "exploitation", dándoles una pátina como "arty", es decir, tirar de conceptos grotescos -hasta ridículos-, violencia extrema y gore, revistiéndolo todo en plan bonito y vistoso. El resultado son películas con un gran empaque, pero vacías. ¿Que por qué hablo de Nicolas Winding Refn cuando la reseña gira en torno a la reciente "sensación del cine supuestamente indie" "Mandy"? Pues sigan leyendo y lo sabrán.
Es un caso que ya habíamos visto antes con
"The Demolisher". Otra película que tomaba prestadas, y mucho, las señas de identidad de Refn. Solo que, al estar todo tan mal parido, no trascendió. Por contra "Mandy" cuenta con peña talentosa como Nicolas Cage o Panos Cosmatos y por eso el resultado, a un nivel formal, no da vergüenza ajena. Sin embargo, en el fondo, la diferencia con respecto a "The Demolisher" es casi nula. Dicho de otro modo, ambas películas son ejemplos de lo que podríamos llamar "Refnxploitation" o copiar descaradamente los delirios estilizados del danés.
Nicolas Cage está super enamorado de la rara de su novia y viven en la montaña apartados de todo. Un día aparece una secta que mata a la chica y Nicolas decide ir a por ellos y cargárselos uno a uno. Tal cual. La peli termina cuando muere el jefe de los malos. Una sinopsis trillada, lineal y sin pizca de originalidad que viene compensada -o eso cree su director- por una estética extremadamente cargada a base de colores rojos, muchos brillos pa darle algo de psicodelia, diálogos pesados, cámara lenta, ritmo innecesariamente pausado y los inevitables toques propios del cine "exploitation": unos villanos semi-monstruosos vestidos de sado y subidos a motos que gruñen como si fuesen animales, una lucha con sierras mecánicas y cierta dosis de gore.
El resultado, obviamente, ha sido una sensación por allá los USA. Todo el mundo flipa con "Mandy", la llaman obra maestra, lo mejor del año y agreden verbalmente a aquellos que no comparten tal opinión. Y no solo mindundis como ustedes o nosotros, también cineastas de peso. Nadie, absolutamente nadie reconoce/admite la imitación del cine de Nicolas Winding Refn que es. Su trama más vista que el tebeo, hueca y carente de cualquier interés. Y que, en definitiva, es jodidamente aburrida. Si a un argumento de ese calibre encima lo relentizas hasta hacerlo insoportable, pues como que no.
Supongo que a tanto mamoneo ha contribuido el protagonismo de Nicolas Cage, que se marca su -esperada- escenita de desmadre actoril, ahí gritando como un loco y poniendo muecas... ya saben lo superficial que es la gente en general.
Al final lo único que mola es ver a un avejentado Bill Duke, el negrazo que se peleaba con "John Matrix" en la maravillosa "Commando", y el extracto en un televisor de "Night Beast/Visitor", según las dudosas pero entrañables artes de Don Dohler (no deja de ser una sobrada post-moderna el colar una auténtica muestra de cine basura en toda una película arty).
"Mandy" es un producto hipócrita que invita a los críticos serios y a los impresionables hipsters a consumir elementos propios del cine trash o la serie z sin tener que ensuciarse y creyendo que lo que están viendo es arte. Para zamparse una de venganzas con Nicolas Cage más honesta y, a pesar de todo, entretenida, les recomiendo esto.