lunes, 24 de septiembre de 2018

PREVENGE

Alice Loewe, cómica británica con más o menos talento, de aquellas cuya gracia radica en que apenas se la encontramos, sienta cátedra festivalera allá por donde pasea el careto. Porque las películas en las que participa son poco menos que carne de festival. Y sentó cátedra con  aquella peliculita de sutil y pérfido humor negro que era “Turistas” de Ben Whithley en la que colaboró con su pluma en el guion, que gustó y tuvo premios por doquier. Y no estaba mal aquella película.
Pero aquella película no es excusa para que esperemos con candeletas todo lo que la actriz tenga a bien hacer. No se lo merece. No es tan buena.
“Prevenge”, película que Loewe escribe, dirige e interpreta  cuenta la historia de una estúpida choni de clase media/baja,  que estando embarazada y viuda, escucha la voz de su niño que espera dentro de la tripa. Y este, como no, le pide que vaya asesinando a todo aquél que se le ponga entre ceja y ceja, dejando por el camino un reguero de sangre perteneciente a la ristra de personajes grotescos y desagradables, cuando no, falsos y manipuladores que se encuentra por el camino, mientras esa sangre tiñe todo de un sofisticado humor negro.
En absoluto termina de convencerme, más, cuando esa cámara que Loewe tiene a bien dirigir no para quieta ni un segundo en un alarde de anarquismo estilístico, quizás, demasiado impostado. Pretendiendo generar algo perturbador, Loewe consigue que el espectador no haga otra cosa que fijarse en que la cámara no para quieta, en que se desenfoca y que lo que sucede en el cuadro se nos pase porque estamos más pendientes del traqueteo que de cualquier otra cosa.
En cuanto a la idea del feto que da órdenes desde la tripa a la madre, nada nuevo. Todo eso lo hemos visto más y mejor en “Baby Blood”, película francesa de los 90 de Alain Robak, que contándonos lo mismo que esta, pero sin el afán de hacernos reír, resulta tener más gracia e ingenio que “Prevenge”, sobre todo, porque es una película serena.
Y es que en definitiva, ni el festival de sangre, ni los cojones de un asqueroso cayendo al suelo tras recibir un tajo de la embarazada psicópata, ni esos gags con el mismo asqueroso como protagonista, vomitando y luego besando a la Loewe con la comisura de los labios llenas de tropezones, consiguen que la película acabe resultando simpática, que es lo que pretende.
Sin embargo, las circunstancias en las que se gesta la película, si que son un tanto curiosas.  Y es que, preñada como un bollo de crema y pensando que en ese estado nadie la iba a contratar  (nos ha jodido, con un embarazo de ocho meses, no es plan de hacer una película con una señora y que se ponga a dar a luz en medio del set…) la Loewe se escribe deprisa y corriendo —en poco más de tres días— un guion para su lucimiento y el de su bombo: el de esta “Prevenge”. Consigue financiación para su antojo de mujer embarazada y rueda este en 8 días. Porque claro, estando embarazada de 8 meses, no puede extenderse el rodaje mucho más. Entonces es cuando pensamos, aunque solo sea de pasada, que para estar rodada en poco más de una semana, quizás la cosa no sea tan mala.
Más gracioso resulta el hecho de que, haciendo una película bajo la rabieta de considerar que en ese estado  avanzado de embarazo nadie la contrataría, se alinean los astros y hace, a la vez que este, un papel en la película de episodios “A Moment of Horror”.
Por otro lado, a rasgos generales, no me gusta demasiado el humor de Alice Loewe. Pero, como no ver “Prevenge”.