sábado, 7 de septiembre de 2019

UNITED TRASH

Nada dura eternamente. Llevaba vistas ya cuatro películas del demencial -pero respetado intelectualmente- germano Christoph Schlingensief y todas me habían gustado, dato este especialmente inusual si consideramos la naturaleza + o - "arty" de dichas obras. ¿Sería el creador perfecto?. Pues no, ahora ya puedo confirmar que no. Entusiasmado, me senté a ver una de sus primeras películas, "Menu Total", y lo que encontré fue... ¿cómo decirlo?... ¡¡un rollo!!. Y no es que estuviese huérfano de las señas de identidad habituales y que molan de Schlingensief, es decir: el humor cafre, el surrealismo, el mal gusto, la escatología, los excesos, etc. Todo eso lo tenemos. Y la locura, y las estridencias y los berridos. Entonces ¿qué falla? Pues seguramente que "Menu Total" es una peli radicalmente anarrativa. Sin el más mínimo sentido, ni la más mínima lógica. Y uno piensa que eso no tiene por qué traducirse en una mala peli. Ya me va un poco de locura y sin sentido... pero TANTO, igual no. Tal vez por eso no me gustó nada de nada. Y eché de menos un elemento habitual en el cine de Schlingensief. Uno humano: Udo Kier y sus desmadres interpretativos. Justamente, cuenta la leyenda que Kier se lo pasó tan bien viendo "Menu Total" que se ofreció al director para que contara con él, formando en ese momento una unión inseparable que daría varios frutos. Desafortunadamente, y por mucho que admiro a Udo Kier, es evidente que no compartimos gustos.
Quería quitarme el mal sabor, tocaba ir a por algo seguro: Una de las pelis más "recientes" en el tiempo (1996) de Christoph Schlingensief, aquellas situadas en la etapa que practicaba unas formas un pelín más narrativas y cómicas. Además, con protagonismo de Udo Kier. A priori "United Trash" era perfecta, porque está considerada su obra más cerda, burra y más, eso, trash. De hecho, en la época muchos de sus fieles no quedaron nada contentos con ella, dolidos porque el germano había hecho una cosa más abiertamente humorística y, sobre todo, entretenida. ¿Recuperaría mi fe en él o seguiría la mala racha?.
Visionar "United Trash" es como recibir un puñetazo en todo el jeto. O un escupitajo. A ver si consigo explicar de qué va: Un enviado de las Naciones Unidas a África ve como su mujer da a luz a un niño. Desde luego es algo muy raro, porque él nunca la ha penetrado, entre otras cosas por su condición gay y que se acuesta con un tipo de aspecto muy desagradable al que le gusta untarse de caca. El caso es que el niño rápidamente es coronado como el nuevo mesías por una especie de secta religiosa que controla un babeante individuo sin dientes. Todo sería idílico si no fuese porque la madre está en constante pelea con su marido y el amante quien, para mayor escarnio, abusa del niño bañándolo en mierda. En un momento dado el chaval se mete una canica por la nariz y queda atascada. A la madre no se le ocurre otra cosa que intentar quitársela usando una enorme aguja. Accidentalmente se la clava, atravesándole la cabeza, y es llevado a urgencias, donde un médico con el aspecto de Hitler le salva. Pero el crío queda gravemente afectado y se convierte en un enano cuya amplia frente viene adornada por una especie de vagina abierta que supura semen. ¿O es pus?. Y no solo eso, encima ha adquirido poderes, por lo que un dictador africano quiere meterlo dentro de un misil y lanzarlo contra la Casa Blanca. Cosa que hará.
¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? Pues esto es una película de verdad y no solo narra una historia tan demencial y salvaje, es que encima está contada a la manera de Christoph Schlingensief: ritmo endiablado, gritos y más gritos, caras desencajadas, muecas grotescas... puro caos desenfrenado, rebañado en el humor más demente que un ser humano pueda concebir. Sin olvidar la innumerable ristra de cerdadas, líquidos insalubres, sudores y todo aquello que se os ocurra. 
Udo Kier está inmenso, cómo no. Al parecer el hombre daba por olvidada la película y se sorprendió el día que un fan le habló de ella. Ningún distribuidor la quería (aunque se dice que Roger Corman la vio y se interesó por ella, sin llegar a ningún acuerdo con sus responsables) y por poco no pone fin a la carrera de todos los implicados. En esta ocasión el actor viene perfectamente acompañado de Kitten Natividad, la ex-musa de Russ Meyer, gorda como una foca, con sus dos inmensas tetorras en continuo trote, pero que se mete mucho y muy bien en su rol y acaba brillando con luz propia (por lo visto el papel fue ofrecido por Kier a Barbara Steele, pero lo rechazó tajantemente tras leer el guion).
A modo anecdótico, merece la pena comentar que durante el rodaje el equipo fue arrestado por la policía cuando una guionista local, molesta porque había sido despedida, les acusó de estar rodando una peli pornográfica y racista. Cuando se estrenó, los críticos corrieron a buscar comparaciones con Monty Python y el inevitable, vendido y ladrón de John Waters. Sin embargo, Christoph Schlingensief citó otras tan curiosas como Herschell Gordon Lewis, el underground Jack Smith y... ¡"Agárralo como puedas"!. De hecho, explicaba en una entrevista que en ese momento se encontraba intentando levantar un proyecto literalmente adscrito de un modo mucho más puro a la etiqueta de "spoof movie". Por desgracia, no se llegó a materializar.
Además de todo lo expuesto, hay cosillas de esas muy de su director que adoro. Por ejemplo, eventualmente en lugar de un rótulo en la pantalla para indicarnos que han pasado días u horas, aparecen un par de extras regionales sujetando un tosco cartel escrito a mano. Cuando quieren situarnos en la Casa Blanca, Schlingensief convierte un edificio más o menos elegante situado en Zimbabwe, uno de los lugares donde se rodó la peli, le mete una bandera yanqui, viste a un tipo con gabardina para que tenga pinta de guardaespaldas y, hale!, ya tenemos Casa Blanca. Lo mismo se aplica en el caso de una supuesta Venecia, con un gondolero africano subido a una barca situada en medio de un prado desértico. Me flipa.
El propio Christoph Schlingensief se marca un cameo durante los créditos del inicio. Encuadra a un grupo de autóctonos pasando hambre justo al lado de una mesa repleta de blancos devorando manjares variados, deja la cámara sola -ya que es él quien la maneja- y corre a sentarse en la mesa, sin parar de sonreír y mirando al objetivo. Brillante.
¿El resultado? Inclasificable. Y tómense la palabra de manera tajante. Es la comedia más comedia que le he visto a su director y es entretenida, ni que sea por el continuo bombardeo de ideas descabelladas, berridos desalmados y giros inesperados. Pero todavía ahora me cuesta mucho sacar una conclusión. Trato de entender qué demonios es lo que vi. Y no todas las películas consiguen algo así.