viernes, 23 de julio de 2021

ZIPPERFACE

Lo que principalmente me llama la atención de este slasher tardío es la fecha de producción, 1992, de cuando el género estaba ya muerto y enterrado y a “Scream” le quedaba todavía un poquito para ser concebida y volver a ponerlo de moda. Y tirando de cliché, “Zipperface”, pone en pantalla a un nuevo asesino con máscara, que viste de cuero (con lo incómodo que ha de ser ir uniformado de esa guisa) y tira de machetón, y pone a la historia unos toquecitos de erotismo sado-maso rancio, pero inherente en cierto modo a la época en la que se rueda. Estaban de moda “Instinto Básico” y sucedáneos. “Zipperface” es un buen ejemplo de cómo de mal estaba, en general, el cine de terror de bajo presupuesto a primeros de los 90.
La cosa, que termina un poco a la “Scooby Doo”, no podía ser más plana: Un individuo vestido de cuero se dedica a asesinar a tías con indumentaria sado (¿), por lo que una pareja de detectives investigará el caso. Mientras el asesino da machete a hembras variopintas, a los policías se les van presentando diferentes sospechosos durante la investigación. A lo largo del clímax, con  el enfrentamiento final entre el asesino y los polis, y con  una final girl dando vueltas por ahí, se desenmascara al asesino y tanto los protagonistas como el espectador averiguan de quién se trata. Fin. Y entre medias, aburrimiento, aburrimiento y aburrimiento.
Por supuesto, nos sentamos delante de una película que hace alarde de todos los vicios de estéticos de los 90, con la imagen cubierta por una especie de nebulosa típica de la fotografía de baja estofa de la época. Luego, queriendo dar a entender que el asesino es de lo más macabro que ha parido madre, el nivel de sangre, vísceras o cualquier cosa que se le parezca, es una anécdota, casi al nivel de una película infantil. Mucho cuero, mucho látex, mucha connotación sexual, mucho modelito sexy con el que se pavonean las víctimas del asesino, pero, paradójicamente, no se ve ni una sola tetilla. En absoluto concuerda con el nivel de sadismo que a priori se nos propone. “Zipperface” es, hablando en plata, una mierda.
Los tiempos cambiaban, y si en los 80 los slasher tenían acostumbrada a la platea a los acuchillamientos de hembras de manera más o menos gráfica y gratuita, en los 90 una cosa de este estilo podía chocar  a los colectivos biempensantes, motivo este por el que la película fue tachada de misógina y sexista en la famosa TV Guide, revistilla cuyo cometido es informar de la programación de las cadenas de televisión, cuyo equivalente español lo encontramos en la mítica Teleprograma.
Por supuesto, como todo buen truño que se precie de serlo, a “Zipperface” no le faltan sus admiradores, hasta el punto que un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Rutgers, en New Jersey, parodiaron la película para una musical off Broadway que prepararon el año 2009, titulado “Zipperface!!?!: The Hobo Musical”. Adoro a los americanos pero, a veces, son muy tontos con estas cosas.
En  cuanto al director, Mansour Pourmand, de origen iraní, venía de rodar una serie y una película en su país en los 70,  rodó “Zipperface” en los 90, y ya no volvió a hacer nada más hasta 2010, año en el que rodó un corto en vídeo titulado “Aladin’s Untold Story”. En la actualidad tiene un Instagram con 25 seguidores, dos publicaciones y, mientras escribo esto, el muy cabrito no me acepta.