Al igual que ocurría en España a finales de los años 80 con el auge del vídeo domestico, y debido a que las idiosincrasias española y argentina son similares en lo que al mundo del espectáculo se refiere, a primeros de los 90 los vídeo clubes argentinos demandaban humor popular para ser consumido al calor del hogar. Si aquí tuvimos a Olimpy Vídeo con la comercialización de cintas exclusivas para el formato como el “Tu y yo” de Emilio Aragón, o “El embarazado” de Pajares, en Argentina Jorge Porcel era la máxima autoridad en comedia y, en 1991, ya mayor —y hasta diría que decadente— protagonizó este producto filmado en vídeo que resultaría de lo más simpático.
La gracia del asunto consiste en que parece que estuviéramos ante un vídeo de cocina en el que Jorge Porcel hará una serie de recetas ante la cámara para solaz del público, y así se procede durante la presentación y el inicio. Pero rápidamente nos damos cuenta que el tema de poner a Porcel a cocinar no es más que una excusa para mostrarnos una serie de sketchs y chascarrillos en plano fijo en los que, en tono vodevilesco, los personajes van entrando y saliendo del cuadro marcado por una cámara fija y, a partir de ahí, ser testigos del arsenal cómico del protagonista, que aunque parece que se va a poner a cocinar, no llega nunca a poner en el fuego ni una sartén.
Por supuesto, se hará acompañar en escena de otros cómicos menos reputados que él, señoritas muy jamonas y ligeras de ropa, y aprovechará que está en una cocina para hacer chistes relacionados con alimentos en los que al decir cosas tales como que va a hacer un plato italiano, espaguetis a la putanesca, aparece en escena una señorita en lencería diciendo que si estaba preguntando por ella. Luego asoma otra más,por lo que ahora preparará espaguetis a la “reputanesca”. Y así chiste tras chiste, sketch tras sketch.
Todo de una sal gruesa que, para el año 91, ya era quizás un poco rancia, una incorrección política que a día de hoy sería cancelada —y puede que llevada a los tribunales— y momentos para el más absoluto despiporre, porque lo cierto es que Porcel en escena es rematadamente bueno.
Los amantes del humor clásico más cafre estarán encantados con este vídeo como lo estoy yo, y los abanderados del “buenísmo”, si decidieran verlo, twittearían acerca de lo excluyente y misógino que es este vídeo, con el único fín de que veamos lo comprometidos y conscientes que son, por darse cera.
Por otro lado, aunque tiene pinta de que se improvisa mucho sobre la marcha, resulta que esta cinta cuenta hasta con director, en este caso Fernando Siro, actor y productor bonaerense que hizo mogollón de películas clásicas argentinas de cierto prestigio y que, se ve, de vez en cuando se ponía detrás de las cámaras para dar la voz de acción en cosillas de estas.
Como fuere, una rareza argentina de humor muy semejante a subproductos que se editaron en vídeo aquí poco antes, que siempre resulta altamente interesante. Y se le echa una visual y ¿por qué no? se escribe una reseña al respecto.