
Y es que hasta que no salió la edición en dvd de váyase
usted a saber que país Europeo, la
película, que no obstante, fue editada en su momento en vhs en nuestro país,
gozaba de un peculiar malditismo e ignotismo que hacía aún mas gozoso su
visionado.
Y visionada recientemente, debo decir que su capacidad para
sorprender, para dejar al espectador con la boca abierta, permanece vigente.
Y es que perpretada por los inefables hermanos Balcázar con
el fin de obtener unos cuantos dividendos en otros países, la historia no puede
tener más mala idea.
Un hedonista llamado Tony Martin (Sosias en aspecto y
actitud del Tony Manero de “Fiebre del Sabado noche”), que vive para el placer,
comienza a ser acusado por una banda de moteros, según estos, Rockers, de
ideología neo-nazi.
Pronto hacen acto de presencia para violar brutalmente a la
joven novia del guaperas. Este, indignado, acude a pedir ayuda a sus amigos Karatekas
para darles una paliza, en venganza, a esos malvados Rockers. Estos se toman la
revancha, asesinando y violando a todo dios que se ponga por delante en su búsqueda
de Tony Martin… sin embargo, nunca le destrozan el fardón coche (obviamente,
porque no era propiedad de la producción, sino alquilado) que tanta envidia
genera entre estos violadores.
El despropósito hecho película, y sin embargo, una soberbia
y magistral clase de cómo mantener el ritmo de la acción en una película. Con
la duración perfecta, y un montaje dinámico, aún habiendo tropecientas escenas
cuyo fin es engordar metraje, es imposible aburrirse con esta película. Máxime,
cuando los violadores del título no se andan con remilgos a la hora de hacer
sus fechorías. Además cuenta con uno de los finales más impactantes (y
absurdos) de la historia del cine.
Así, llegamos a conocer a la familia de Tony Martin,
empatizamos con su madre impedida en una silla de ruedas, lamentándose de su
condición, para que en el cenit de la película, los violadores entren en esa
casa, y se encarguen de sacar las tripas a la criada, clavar unas tijeras de
podar al jardinero o masacrar con metralleta a la anciana impedida y a su
sexagenario marido.
Verla para creerla.
Curioso resulta el tema de los brazaletes en los brazos de
los Rockers, con esvásticas que aparecen en los interiores, pero que desaparecen
cuando las escenas son en exteriores, quedando los brazaletes con el circulo en
el que van las esvásticas en blanco. Esto puede ser por la prohibición Alemana
de exhibir en público las esvásticas, o para no sembrar el pánico con ese símbolo
en la urbe Barcelonesa.
Otro dato curioso es, que en la banda sonora, como utiliza
música de CAM, esta es la misma que suena en mogollón de películas de Pajares y
Esteso. Una melodía súper reconocible.
Rodada íntegramente en Barcelona, con actores habituales del
porno soft Europeo, la película está dirigida por un tal Paul Gray, en realidad
el catalán Pau Grau, que reservándose un papelito como instructor de Karate en
la película, en su filmografía, tan maldita e ignota como la película de la que
es artífice, cuenta con algunos trabajos
como actor, pocos, eso si, algunos como director de producción y tan solo otro,
además de “Los Violadores” como autor y director: “Sechs Schwedinnen auf der Alm”.
Una obra maestra en lo
suyo, cuyo halo enrarecido y al borde de la ilegalidad, la convierten en una de
las películas españolas más sugestivas de la historia.