La película se rodó antes de esta moda, pero como era tan
mala, se decidió que era mejor no estrenarla.
La gracia del asunto es que su protagonista, James Coco,
obviamente en horas muy bajas, falleció al año de finalizar el rodaje y tres
años antes de que esta se estrenara, con lo que se le ve el plumero a la
productora muy claramente. No obstante, el reparto de este bodrio está lleno de
caras conocidas.
Si hago un esfuerzo para saber de que va, creo que la cosa
anda entre un centro penitenciario que abre sus puertas tras permanecer muchos
años cerrado y quieren convertirlo en centro psiquiátrico para criminales. Sin
embargo, el centro penitenciario tiene dentro los espíritus de los carceleros y
los condenados a la silla eléctrica del pasado, que junto a una extraña
bombilla con un ojo en su interior, aparecerán, de vez en cuando, para hacerle
la vida imposible a los actuales habitantes.
La película es un pastiche monumental que deambula entre la
comedia, las películas de cárceles y el drama, que coqueteando con el cine de
terror, en realidad no tiene nada de esto. Si, vemos al espíritu del ejecutado
en la silla años atrás tal y como nos lo muestra el póster, pero todo lo
escabroso se reduce a lucecitas azules que desprende la silla, y poco más. Por
no tener, no tiene ni sangre; ni buenos gags cuando pretende ser graciosa, ni
unos elementos sólidos cuando trata de ser cualquiera de los otros géneros. Sin
embargo, lo que si tiene es un buen montón de actores conocidos, que luego
nombraremos.
El caso es que la película es un rollo patatero que no hay
por dónde cogerlo, con mucho bla, bla, bla, muchas ganas de ser graciosa cuando
no toca y aburrimiento por doquier. No tiene mucho humor involuntario, pero el
revoltijo general, el que no te enteras de nada de lo que pasa y que es una
puta mierda, la convierten en una peliculilla, al menos, simpática. Pero vamos,
que si no la ven nunca, no pasa absolutamente nada.
Curiosamente, además de un hecho polvo James Coco en su
reparto (“Un cadáver a los postres”, “Mr Charlestón y sus secuaces”) tenemos a
una jovencísima Trini Alvarado (“Agárrame esos fantasmas”, “Paulie, el loro
bocazas”), Paul Benedict ( “Cocktail”, “Un genio con dos cerebros”), Stephen
Geoffreys (“Jóvenes ocultos”, “976, El teléfono del infierno”), Brad Greenquist ( “El llanero solitario”, “El cementerio viviente”) Paul Calderón (“Teniente Corrupto”, “21 gramos”), Mike
Starr (“Ed Wood”, “Uno de los nuestros”) o Jaime Tirelli (“The brother from
another Planet”, “Carlito´s Way: Ascenso al poder”). Todo ello en una película
que costó tres pesetas, y todos ellos con cara de no saber ni que coño hacen en
esa película. Porque cierto es que para muchos “The Chair” era una de sus
primeras películas, pero la mayoría, ya eran actores resabiados con un montón
de películas a sus espaldas. Y este reparto, es lo único que convierte a esta
película en una curiosidad. Por lo demás… comida para tortugas subnormales de
florida.
En cuanto su director Polaco, por supuesto, jamás volvió a
dirigir nada más.