
Cuando un estudiante de cine aborda su primer corto, a no
ser que sea un espécimen raro y con personalidad propia que haya visto
algo de cine, SIEMPRE intentará plagiar, con menos arte que una rata, al señor David Lynch.
Maldigo a David Lynch y, en particular, maldigo “Twin Peaks”, que a
tantos directores profesionales hizo pensar que también podían rodar algo
similar con los presupuestos con los que cuenta el fantástico en este país – a
dios gracias, imagínense lo que haría esta gente con más capital en sus manos-
errando en esa idea, como erraron en la mayoría de decisiones que tomaron en su
miserable vida.
Y Joaquim Jordá, documentalista y guionista catalán (el de
aquella cosa con prestigio titulada “Monos como Becky”) que perpetró esta
infamia, sabe perfectamente que la película que rodó para una “Filmax” pre-“Fantastic Factory” es una puta
mierda espantosa que se le ocurrió tras devorar ese otro espantajo que
era “Twin Peaks”.
Así, tenemos un asesinato raro en el bosque, el de una chica a
la que todos parecen conocer. Unos cazadores encuentran el cuerpo, van a dar parte, y cuando regresan comprueban que está manipulado y con la cabeza reventada debajo de una piedra en la que
pone “Puta” (no se con qué objeto, pero resulta bastante cómico). Entra en
escena la teniente de la guardia civil interpretada por Rossy de Palma, y
comienzan los "flashbacks", las conversaciones eternas e insustanciales, las
incongruencias, las mamarrachadas y las escenas de relleno, todo ello con el fin de justificar una investigación chorras para, en el meridiano de la película, dar un estúpido giro argumental contándonos lo que de verdad pasó, que nada
tiene que ver con lo que se suponía en un primer momento. Todo
ello servido con la energía y la pericia de alguien que está pidiendo
Eutanasia. Un rollo macabeo del que ni te puedes reír a mala idea. Y su
director, vive dios que lo sabe.
Eso sí, los pajeros que leéis esto, que sois muchos y muy
pajeros, tenéis una asegurada en el momento en que Nuria Prims
(“Historias del Kronen”) nos muestra su huesuda anatomía, incluyendo ahí
tetillas de cabra y poblado felpudo. Para los más fetichistas diré que la vemos pegándose una meada sobre unas brasas -que
parece no acabarse nunca-, de pie, con las piernas abiertas, mientras se ríe la muy
puerquilla. Por lo demás, basura infame para la cual, además, despedazan grauitamente a un
pobre jabalí delante de las cámaras.
Eso sí, "Filmax" la rodaría para blanquear dinero o algo así,
porque pasó por los cines sin pena ni gloria, mal distribuida y congregando a unos nimios 17.000 espectadores. Menos merecía.
Malditos años noventa. Maldito cine español.