Y aunque estas películas son muy difíciles de encontrar, al
menos, hizo poquitas y de vez en cuando va cayendo alguna en mis manos.
En esta ocasión y en un alarde de cultura y de sentido del
espectáculo, Max H. Boulois se atreve a
llevar al terreno de la acción bélica
nada menos que a William Shakespeare y su dramón “Otelo”, bajo
producción española y francesa, de la mano de la mítica productora de
zetosidades “Eurociné” por parte gabacha, la misma que financió algunas de esas
locuras a Jess Franco.
Una adaptación muy libre, eso si, pero al final respetuosa
con la obra original. E incluso acertada… al fin de al cabo, el Otelo original
era una historia de celos y guerra… aquí los celos dan un poco lo mismo. Y rodada con el presupuesto recaudado de un
premio de una máquina tragaperras. Esto es, una miseria. Eso si, con
protagonismo de un alcoholizado y salido de madre Tony Curtis.
Otelo es un mercenario negro que acude a luchar a un país
Africano, dónde una epidemia de origen desconocido, a provocado una guerra
civil. Este mercenario se enamora de la doctora que se encarga de la salud de
estos guerrilleros que, además, se llama Desdémona. Su padre, senador de
Boston, se opone a esta relación. También tenemos al Coronel Iago, que odia a
Otelo por una cuestión meramente racista.
Mientras Boulois procura contarnos la historia de Otelo en
un contexto belicoso y contemporaneo –y tercermundista- vemos escenas de guerra de lo más
sosas y por lo tanto hilarantes, y otras
escenas en las que Tony Curtis se emborracha y no sabemos si es que es un gran
actor, o es que está borracho de verdad.
La película es mala a más no poder, pero es de aquellas que
no te aburren y da gusto verlas. Es una locura.
Lo mejor de ella es, como supondrán, Tony Curtis sabiendo en
el fregado que se ha metido, cobrando cuatro pesetas que por otro lado le
vienen muy bien y haciendo su papel a
desgana, sin compromiso. Impagable la conocida escena en la que en la
habitación de un hotelucho, le muestra su racismo a Nadiuska: -“Como odio a los negros, con esos labios
enormes, y esa piel. Y ese olor tan fuerte” – “Los negros no huelen, eso es un
mito” – “¡¡Todos los negratas apestan!!” es la conversación que
tienen. O - “Mira, son la bella y la bestia. Ella la bella, y el mono la bestia” es una de las perlas que suelta Curtis, con esos coloretes y esa nariz que destella. No deja de ser gracioso que el guionista sea el propio Boulois,
con lo que queda claro, lo que él cree que los blancos pensamos de los negros.
No le juzguemos, al fin de al cabo, no iba mal encaminado.
Por otro lado, las escenas de acción son de lo más gratuito
que se pueden ver en una pantalla y de lo más sosas, y a rasgos generales lo
que más llama la atención de la película, es el aspecto pobre que destila toda
ella. No se gastaron un duro y eso se nota en cada uno de sus fotogramas. Por
otro lado, es curioso ver que Max H. Boulois, en algunas escenas, que tampoco
tienen demasiado que ver con lo que nos cuenta la película, va vestido con el
mismo chándal y gorra que usa en “Cazar al negro”… con lo que, a poco que
pensemos, nos hace llegar a la conclusión de que, escenas que no utilizó en aquella, le
vinieron muy bien para rellenar en esta. Absolutamente fascinante.
En definitiva, que el empeño y energía de Boulois, tanto
delante como detrás de la cámara (o al menos, eso es lo que trasmite) hacen que
este señor negro me caiga muy bien, y que disfrute mucho de sus películas.
Lastima que cueste tanto encontrarlas y que encima sean pocas.
Junto a Boulois, tenemos en pantalla a media plana mayor de “Exploitation” hispano.
Además de la ya mentada Nadiuska el reparto lo completan Ramiro Oliveros (“Elpantano de los cuervos”, “El Ser” la de Sebastián D' arbó, no la de Bill Osco...), Fernando Sancho, Andrés Resino, Tom Hernández o Aldo Sambrell.
Una delicatessen, el tipo de “Serie Z” que me gusta a mí.
Congregó en taquillas españolas poco más de 250.000
espectadores. Como le gustaría hoy pillarlos a más de uno…