viernes, 18 de diciembre de 2015

LO QUE HACEMOS EN LAS SOMBRAS

Simpática y agradable comedia fantástica Neozelandesa que a modo de “Mockumentary” nos cuenta como un equipo de filmación acude a documentar, en su día a día, a cuatro vampiros de distintas épocas que comparten piso (mejor dicho, castillo) en alguna ciudad Neozelandesa. El como intentan adaptarse a la vida nocturna contemporánea, como sociabilizan con otros seres nocturnos, humanos o no, compondrían el grueso de la película, al que hay que añadirle una subtrama en la que un humano, al que traen para alimentarse a su castillo, es convertido por uno de ellos casi por error, y tendrán que instruirle en su nueva vida como vampiro. Las redencillas con hombres lobo y demás bestias monstruosas, harán el resto.
Tras pasearse la película por algún que otro festival internacional, esta ha adquirido cierta notoriedad entre la crítica que ya la califica de obra de culto. Hasta que esos pazguatos de la prensa seria aprendan lo que es una película de culto (que hoy por hoy, “Lo que hacemos en los sombras”, no lo es) lo que si podemos decir es que si hay una película cómica que haya sabido capturar y poner al día el humor de los Monty Phyton, sin duda es esta. Y es que no el valde, sus dos directores y máximos responsables –que además protagonizan la cinta- Taika Waititi (bonito nombre) y Jemaine Clement, son unos laureados cómicos neozelandeses absolutamente deudores del humor de los Python. Y eso en la película se nota llegando, incluso, a recordarnos sus interpretaciones a las de algunos de los componentes del grupo británico. Yo diría, que les imitan sin vergüenza alguna.
Y  aunque es humor es agradable, contiene gags del todo inteligentes y de carcajada, lo que más me llama la atención de la película es lo respetuosa que es con el cine de terror, al que homenajea desde el humor con sutil buen gusto, a la par que hace un alarde de realización magistral; esto es, además de estar rodada magníficamente, que toma la estética del “Found Footage” en algunos momentos punteros, y la aplica tan bien, que a pesar de estar viendo escenas cómicas cuya comicidad se enfatiza a ritmo de música vodevilesca, cuando vemos a esos vampiros volar, o convertirse en vampiros, da hasta un poco de miedo ¡En serio! Y ni tan siquiera es la intención de los directores.
Huelga decir, que sorprendido me quedé de la calidad de los efectos especiales a ratos infográficos, a ratos de la vieja escuela –en los agradecimientos finales nombran a Peter Jackson. A saber si él o su “Weta”, han tenido que ver- que son tremendamente efectivos y resultones, a la par que agradecidos. Y por otro lado, destacar las abundantes cantidades de gore que contiene la película, siempre teniendo en cuenta de que se trata de una comedia, y para un público más o menos gafasteril (en realidad es una comedia populachera neozelandesa, sin más, pero por lo que sea, se ha estrenado aquí en circuitos reducidos y de V.O. por lo que hipster y demás morrallas, toman la película como suya, como hecha para ellos. Nada más lejos).
La verdad es que se trata de una película muy divertida, muy agradable y hasta sorprendente. Hacía mucho que no se veía una comedia de horror tan divertida y como, no, tiene que provenir de una tierra exótica como es Nueva Zelanda.
En defínitiva, buen cine, muy recomendable.