lunes, 14 de diciembre de 2015

ROBERT THE DOLL

Descarado Exploitation de “Annabelle” que se sirve de los recursos de esta película para contarnos la historia de un muñeco demoníaco real –el muñeco Robert-  que fue el que inspiró la saga de “Muñeco Diabólico” y que, según su dueño, un popular pintor, estaba poseído por toda suerte de espíritus.
Así pues, con los presupuestos ínfimos de las nuevas series B (incluso en esta un presupuesto más escueto de lo habitual) americanas, pero con esa apariencia mainstream que otorga una buena grabación en HD –que por otro lado hace perder entidad a estas producciones pequeñitas- y no sin cierta autoconciencia y nada de ingenuidad, nos topamos con esta mierdecilla que, no obstante, no deja de ser una curiosidad.
Ahora, la sinopsis es bien sencilla;  Tras un despido, y quizás para vengarse, una criada regala al hijo de sus jefes un muñeco de inquietante aspecto. Este resulta estar poseído por alguien o algo y se dedica a hacer de las suyas en esa casa. No hay más.
Si bien es cierto que la película se nutre de “Anabelle” hasta tal punto que el diseño del muñeco es un absoluto plagio de esta –más feo todavía- y que trata de crear una atmósfera similar a la de la película de John R. Leonetti, llegando a conseguir momentos de suspense efectivos –si, da un poco de miedo- pronto estos dan al traste cuando el muñeco de marras cobra vida y sirviendose de cualquier artefacto, se carga a la víctima de marras como si de Chucky se tratara, para en la siguiente secuencia devolvernos la inquietud y el terror para luego volver a ver al muñecazo andando por ahí y  haciendo sus fechorías. Suerte que al menos no habla y es un graciosote.
Y es que, como la frase promocional reza, “Before Chucky, before Annabelle, there was Robert”, la película deambula guiñando a ambas franquicias sin orden ni concierto, cosa no del todo incoherente si tenemos en cuenta la película que expolia y el hecho real en el que se inspira –y que sirvió para inspirarse en la creación de Chucky-. A la oportunidad la pintan calva.
Y aunque las escenas de relleno, aquellas en las que los protagonistas dialogan –o en este caso, hasta filosofan, ya que han de llegar a la hora y media de metraje- son más largas que un día sin pan y a rasgos generales, es un rollazo de cojones, también es cierto que el par de momentos interesantes que tiene bien justifican un visionado. Porque es ligeramente superior a otros productos primo-hermanos made un “The Asylum” o similares, porque a su director, Andrew Jones, no se le da mal aquello de dirigir y colocar la cámara, crear atmósferas y generar suspense; pero es como si alguien, un jefe, un productor le ordenara no pasarse de la raya con  el tema, como si en el momento que un producto como este se convirtiera en una buena peli dejara de ser negocio. Una lástima porque el muchacho apunta maneras. Sea como fuere, dudo que acabe mainstrinizandose, igual eso se la pela, o no le haga mucha falta. Pero el caso es que en su ficha de imdb, vomo director, tiene títulos como “Poltergeist Activity”, “The Amytiville Asylum” o“The Last House on Cementery Lane”; todo exploits e híbridos. Me cae simpático.