viernes, 28 de octubre de 2016

CHICOS DE LA CALLE

Secuela de “Rejas de Cristal” en la que si bien  ganó algunos premios en algunos festivales, sin embargo se llevó algún que otro varapalo de la crítica al ser más sensacionalista, si cabe, que “Rejas de Cristal”.
En esta ocasión centra la historia en fragmentos entrecruzados que nos muestran a la mayoría de los jóvenes protagonistas de “Rejas de Cristal” ya fuera del reformatorio, a un paso de la mayoría de edad, y deambulando por una ciudad de Palermo casi tercermundista en la que no podrán encontrar ni trabajo, ni futuro, encaminando sus pasos hacia la mas feroz delincuencia.
Así, tenemos a un jovencito que deja embarazada a su novia, un ex convicto que por asesino le costará horrores incorporarse al mercado laboral, un grupo de chavales que acabarán violando a la novia de un marroquí, y un pobre muchacho con dos hijos que tras ser detenido por la venta ambulante se ve obligado a   traficar con drogas.
“Chicos de la calle”, no deja de ser curiosa en el sentido de que, si la primera hora de película casi parece una “Screwball Comedy” a la Italiana, con los chavales yéndose de putas y haciéndose bromas y putaditas entre si, para luego tornarse drama sensacionalista y descarnado en el que la muerte y la injusticia hacen acto de presencia.
Por otro lado, la película, reflejo de la Italia obrera de los primeros 90, deja testimonio de la década, sobretodo en la manera de vestir de los no-actores protagonistas, con esas cazadoras vaqueras con goma a los bordes, esas camisas floreadas y esos cortes de pelo a lo Californiano, que perfectamente podían ser los 90 españoles, porque el carácter y personalidad de ambos países, son similares.
Finalmente, la película cierra con el testimonio de los protagonistas, delincuentes y quinquilleros reales, que cuentan a cámara como les ha ido después de la película. La mayoría decían estar en paro y querer dedicarse al cine. A saber que ha ocurrido con ellos a día de hoy.
En la época, y por los escenarios reales, actores no profesionales y el tono en general, entre la comedia ramplona y el drama más descarnado, pero que en todo momento recuerda a la vida real, a la crítica sesuda le dio por etiquetar estas películas de Marco Risi como “Neo-Nerorealismo”. Pero obviamente, ese esnobismo no importó en absoluto a nadie, y poco más se ha vuelto a hablar del tema en lo sucesivo.
En cines españoles, apenas la vieron 23.000 espectadores. Muy flojo. Eso si, en Canal Plus, en 1994, la emitían a todas las putas horas del día.