lunes, 24 de enero de 2022

WEREWOLF IN BANGKOK

“Werewolf in Bankok” es la película más exótica a la que me he enfrentado a los últimos años y la que me ha dejado claro lo poco que conozco cualquier cultura asiática  y lo extraño que resulta conectar con su cine.
Y no es que sea un neófito del todo; he visto películas procedentes de muchas partes de Asia y de distinta índole, solo que en su mayoría han sido películas de Kung-Fu o acción a las que me terminé acostumbrando y las que me hicieron creer que el cine asiático, a grandes rasgos, era así. Amén de que todo el cine asiático que yo he consumido es de los años 70, 80 o 90, muy poquito, o nada, de décadas posteriores.
“Werewolf in Bankok” es una película tailandesa del año 2005, una comedia con ramalazos de cine fantástico y rodada con poquísimo presupuesto, que amén de lo esperpéntica que es de por sí tanto su trama como sus personajes, me deja un poco descolocado porque, en toda ella, sin que en ningún momento se haga mención, me da la sensación que estamos ante una película de ambiente post-apocalíptico. Y cuando termina la peli y se reflexiona sobre ella, uno llega a la conclusión de que, de era post-apocalíptica, nada, que esa película está ambientada en la Tailandia de 2005 cuando se rodó, y que ese enrarecido ambiente responde a la idiosincrasia tailandesa y no a un argumento o a una propuesta estética. Como fuere, una manera de concebir al cine y una personalidad muy distintas a la europea o a la americana a la que ya estamos acostumbrados. Una vez asumido eso, ya le pillamos el rollo.
Estamos en una sociedad en la que, por un lado, tenemos a los carroñeros, una especie de sociedad secreta que viven de la basura, y por otro tenemos a Frank, un chatarrero que va con una niña que usa un chándal amarillo similar al que vestía Bruce Lee en “Juego con la muerte” (con lo cual queda omnipresente Bruce Lee en la cultura asiática) y que, asimismo, también rebuscan por la basura. Un día mientras realizan sus  quehaceres diarios, estos dos tienen que huir de la banda de los carroñeros, y acaban escondiéndose en una misteriosa mansión. Mientras inspeccionan el lugar, aparece el dueño de la casa, un hombre lobo que acaba mordiendo a Frank. En consecuencia, cuando llega la luna llena, Frank se transforma en un hombre lobo, con la mala suerte de que, en lugar de convertirse en un lobo violento y aterrador, se convierte en una suerte de perrillo callejero y sarnoso, medio calvo y feo de pelotas. Así que el resto de la película el hombre lobo-perro, y la repipi de la niña que va con él, se la pasaran para arriba para abajo viviendo situaciones cómicas y escapando de las garras de la banda de los carroñeros, del hombre lobo dueño de la mansión en la que se escondieron y de una banda de cazadores de hombres lobo que tienen como misión acabar con los licántropos.
Se trata de una comedia con un humor propio de los asiáticos tirando a infantil, y donde predominan los chistes sobre pises, cacas e incluso acoso sexual, con interpretaciones exageradísimas y situaciones surrealistas que no casan demasiado con la línea argumental. Lo normal. Sin embargo me gusta que siendo una película con un presupuesto notablemente bajo, se las ingenian para que los efectos especiales den más o menos el pego, al tiempo que los maquillajes de los hombres lobo resultan hilarantes: cuando los vemos de cuerpo entero resultan feroces y dan el pego, pero cuando vemos a cualquiera de los lobos la cara, comprobamos que llevan unas prótesis estáticas a las que podíamos tildar casi de caretas.
Así, “Werewolf in Bangkok” resulta una película muy tonta y, en consecuencia, simpática, que con momentos más cuesta arriba que otros finalmente se disfruta sin mayor problema, precisamente por lo exótico y extraño de la propuesta, mostrado todo de unas formas que yo ya no estoy acostumbrado a ver en una película, por lo que, en resumidas cuentas, me resulta, al menos, interesante.
Por otro lado, se trata de una película para el completo lucimiento de su protagonista, Nong Cha Cha Cha, que por lo visto es un cómico muy popular en Tailandia. Orondo y de rasgos casi cartoonescos,  me ha caído bien este señor.
Por lo demás, disculpen mi total desconocimiento sobre el cine asiático en general y sobre el tailandés en particular, y disculpen también, si en algún momento de la película he metido la pata respecto a algo y tómense esta reseña como lo que es, la reseña de un neófito.