lunes, 5 de junio de 2023

LAS AVENTURAS ERÓTICAS DE PINOCHO

Descendiente directa del nudie, “Las aventuras eróticas de Pinocho” no es más que una de tantas adaptaciones de cuentos infantiles al cine erótico, además una de factura muy rancia y vulgar. Sin embargo es un anticlásico del género porque, a pesar de contar con las presencias de mitos del cine de tetazas como puedan ser Dyanne Thorne, Monica Gayle o Uschi Digard, no es una película a la que tengan estima los fans del cine erótico/pornográfico, unos dicen que por la poca calidad, otros porque hay escaso y mal folleteo.
Y es que la película, de 1971, con toda una señora clasificación X a sus espaldas, se encuentra en tierra de nadie en lo que a cuestiones de follambre  se refiere porque se concibe en una época en la que está a punto de estallar el porno duro mientras que la reseñada está todavía poniendo sus ojos en las inocentes películas eróticas de los 60. Por supuesto, no contiene ni una escena de pornografía explícita y evita mostrarnos a toda costa pubis o nalgas; así que, sí, presenciamos unas cuantas escenas eróticas, pero en las que prácticamente no se ve nada. A eso añadan un humor tontorrón al que se le da más importancia que al mostrarnos carne y unos coloridos y estúpidos disfraces, puestos en actores y actrices de poca monta, con el afán de recrear el cuento infantil de Collodi. Pues, efectivamente, para paja no da. Al margen de lo guarrindongo, la película se compone en mayor medida de conversaciones huecas y chascarrillos malos, por lo que a rasgos generales es aburrida y plana, y verdaderamente cuesta dios y ayuda verla completa.
El cuento de “Pinocho” queda alterado en esta versión de la siguiente forma: Geppeta es una joven virgen que ansía la compañía de un hombre. Como no lo tiene, se fabrica uno de madera. Y se lo monta con el maniquí… Un buen día, un hada madrina de suculentas tetas aparecerá para dar vida al muñeco, y este se convertirá en un hermoso hombre de carne y hueso, tan hermoso, que acabará prestando sus servicios en un burdel siendo explotado por un proxeneta.
Y no se dejen engañar por el poster: lo que le crece a este Pinocho no es precisamente la nariz… ¡Es el cipote!
En fin, una chorradita que se ve más por hacer la gracia que por cuestiones eróticas y/o antropológicas y que, con su look amable, no llega ni a simpática.
Sin embargo, habría que tenerla en estima al menos por tratarse de la única adaptación al cine de la obra de Codolli que se omite en las filmografías oficiales en torno a Pinocho.
Al muñeco protagonista lo interpreta aquí un tal Alex Roman, de imponente físico y semblante, que no volvió a aparecer en película alguna posteriormente. La carne femenina la ponen las actrices mencionadas más arriba.
En las labores de dirección tenemos a Corey Allen que con “Las aventuras eróticas de Pinocho” firma su única película para cines. Manda cojones que sea un producto X de tan baja estofa. Eso sí, antes de este, y después, Allen es en verdad un reputado artesano televisivo con tropecientas series y telefilmes sobre sus hombros entre las que podemos destacar “Los casos de Cosby”, para lucimiento (obviamente) de Bill Cosby y, sobre todo, “Capitolio”, popular soap opera estadounidense donde llegó a dirigir la friolera de casi 1300 episodios.