sábado, 3 de junio de 2023

PASANDO PÁGINA

En ocasiones ser ignorante es toda una bendición. Ni que sea respecto a UNA cosa. En mi caso, esa cosa era "Pasando Página", originalmente titulada "Funny Pages", es decir, páginas graciosas o divertidas... luego hablamos de ello. Al terminarla e investigar, sí que me sonaron campanas. Algo había leído en su momento. O visto. Pero daba igual. Era poco. El caso es que me senté frente a la pantalla con el "chip" de la ignorancia a tope, convencido de que sería un mierdote, listo para quitar a los diez minutos... y, ¡jodo!, como cambiaron las tornas.
En cuanto, nada más comenzar, vi que el protagonista era un chaval aficionado a dibujar comics, que estos venían paridos, indudablemente, por uno de mis comicantes favoritos, Johnny Ryan, y que un señor mayor y gordo sube a una mesa y se queda en pelota picada para que el chaval, su alumno, le dibuje... me dije aquello de "Esto promete". Luego, el profe la palma en un accidente y su pupilo, perdido, intenta a la desesperada encontrar otro modelo adulto que le guíe, lo que le llevará a muchas situaciones absurdas. De por medio, una continua alusión al mundillo del comic, especialmente aquel de tirón underground. Peter Bagge (quien firma la inconfundible tipografía de los créditos. Cojones, si hasta el prota, ahí con su pelo moreno aceitoso, es un trasunto de "Buddy Bradley"), Daniel Clowes, Drew Friedman... muchísimos son los autores del estilo señalados o directamente replicados. Se hace mención a los mini-comics. Tiene un cameo el legendario zine rockanrolero "Kicks". El prota gasta un amigo, más tarado aún, que edita un fanzine. Hay un puñado de escenas ambientadas en una tienda de tebeos. Se raja de los superhéroes e, inevitablemente, aparece una ristra de gordos, deformes y medio mongers representando a los habituales del "mundillo", aunque en este caso no se limitan a esos parámetros. TODOS, y digo TODOS, los personajes del film son FEOS. Sin excepción. Algunos muchísimo, otros un poco menos. Pero no hay guapos en esta película (tampoco chicas, ¡¡ni una!!, por lo que nos libramos de una innecesaria historia de amor). Tal vez el prota sea el más "mono", pero ya se ocupan de que, como decía arriba, lleve el pelo bien grasiento y luzca un poco de acné, aunque menos que su super-amigo, al que da grima ver. Sí, todo muy Daniel Clowes.
El chaval tiene prisa en independizarse, no se lleva bien con sus padres, así que deja su bonito barrio de clase media/alta y se instala en una pocilga, situada en una zona peligrosa, con dos tipos bastante inquietantes, que se duchan con agua medio marronosa y, llegada la noche, ponen el volumen de sus portátiles a máxima potencia. Toda esta parte me resultó perturbadoramente familiar. Aquellos que me conocen, lo entenderán. Podría identificarme con el chaval, si no hubiese una diferencia de décadas entre nosotros. Así que me toca ser la réplica de sus compañeros de vivienda, pero estos están totalmente zumbados. Dan miedo. Y esa es una colleja que podría soltarle al director y guionista de "Pasando Página", Owen Kline (pijillo nacido del cruce entre Kevin Kline y Phoebe Cates... ¿cómo sentará ser hijo de una fantasía masturbatoria?), que aunque parece decantarse cariñosamente por el "excéntrico", el raro, el inadaptado, etc, al final, estos salen retratados como gente realmente turbia, peligrosa, medio psicópata, mientras los padres del prota y la abogada que le da curro, aún no siendo totalmente convencionales (nadie en esta peli lo es) sí resultan más tolerables, más aceptables. Vamos, que mola ser rarito... pero no demasiado, y al final, siempre es mejor tener un buen curro y vivir en un barrio limpio y ordenado. Digamos que la excentricidad es aceptable si eres joven, pero crecer manteniéndola activa, sería un problemón. La típica doble moral de esos lares.
Bien, a partir de que el film se aparta un poco del ambiente comiquero, centrándose en la relación del protagonista con ese nuevo modelo adulto -y muy muy pillado-, el interés desciende unos grados. Además, parece un poco ilógico que un joven que ha demostrado inteligencia, claridad mental, personalidad y responsabilidad, pierda el ojete de modo exagerado por complacer a un individuo tan chungo. Y que no se de cuenta de, eso, que no es aconsejable y tampoco está bien de la testa. Pero da igual, porque al fin y al cabo es una comedia, bueno, una tragicomedia, así que nos lo tragamos como una prostituta se traga la lefa de un viejo verde y nos dejamos llevar.
Ya, toda esa referencia al comic underground o alternativo, todo ese rollo de "ser rarito mola", "la inadaptación es cool", etc, puede sonar muy hipster, muy pose, muy repelente. Un poco como ocurría en "Ghost World", película con la que "Pasando Página" tiene muchos puntos en común. Consuela que, dentro de lo malo, está bien llevado, con conocimiento de causa, y se puede excusar.
Hablando del paralelismo con "Ghost World", aquella se suponía una peli de esas de "coming of age" que dicen allí, "hacerse adulto", "madurar", y la reseñada también lo es. De modo un pelín menos hipócrita. Ya saben que, al final, los yankis no pueden evitar moralizar. Y por mucho que chane ser un desgraciado, un dibujante de comics muerto de hambre, el mensaje siempre es "madura y conviértete en alguien de provecho, aunque para ello debas sacrificar tu pasión". En esta película no ocurre de forma clarividente, digamos que se insinúa. Y, gracias a dios, termina antes de que se oficialice. Pero es gracioso ver que, mientras en versión original su título es el que es -páginas graciosas o divertidas- en castellano ese supuesto mensaje redentor, pro-adultez, pro-rectitud, queda totalmente reflejado: PASANDO PÁGINA. Más claro, el agua.
En definitiva, y con sus aspectos discutibles, la película está un rato bien. Entretiene, divierte. Se agradecen los 16 mm con los que ha sido rodada (en contra de la ya habitual fría fotografía digital). Gasta sus leves momentos transgresores. Y, of course, todo aquel que conozca la materia que trata, las viñetas de orden marginal y tal, disfrutará con las referencias.
¡Ah! incluye papelillo para una cascadísima Louise Lasser.