Tras el visionado de esta película alemana del año 1970, colorida y psicodélica, con una presencia tan contundente de la mujer en pantalla y un discurso feminista hasta el insulto, comprendí a la perfección el por qué la etapa setentera de Jess Franco gusta tanto a los alemanes. No se si Franco (el director de cine, no el dictador) vería en algún momento esta película; no se si, de ser así, cuanto mamaría de ella ni cuanto le debe, pero lo que sí se, es que si alguien me pusiera esto y dijera que es de Jesús Franco —etapa alemana—, me lo creería. Toda la ambientación, el vestuario, la estética, es muy similar a los setenta del director español, pero en plan fino. Aunque aquí el mensaje de castración y eliminación del macho (a lo “Operación Mantis”) es demasiado radical como para que se le hubiera ocurrido algo similar al bueno de Jesús.
La cosa va de una tipa con estrés que, por recomendación del médico, acude a un programa de relajación en un pueblo apartado junto con otras mujeres. Allí repara en que la presencia de machos es muy pobre, por lo que decidirá investigar al respecto, llegando a la conclusión de que hay tan pocos hombres (y estos están en calidad de criados) porque las mujeres, tras aparearse con ellos, los asesinan (y se los comen). Además leen el “Manifiesto Scum” de Valerie Solanas. Cuando llegan al pueblo tres hombretones rudos y varoniles, las mujeres les colmarán de sexo y atenciones, pero nuestra protagonista, que trata de poner fin a la carnicería avisando a las autoridades, es tomada por loca del coño. Del mismo modo, en cuanto la damisela advierte, al que parece va a ser el héroe de la función, que todas esas zorras están acabando con los machos, este no hace caso y en consecuencia es seducido y devorado.
La película es una tontería que se escuda en un discurso feminista tan solo para justificar que a cada momento las chicas se ponen en pelotas. Con la misma excusa se nos muestra algo de sangre, gore contado y, con tanta minifalda de moda entonces, tanto maquillaje y peinados de lo más imposibles, la película queda harto moderna y pintona, con el uso indiscriminado de la iluminación verde, violeta y roja. Al final se queda entre el género y el cine de autor inofensivo. Y muy europeo. Tiene cierta gracia, se deja ver con interés, hasta que pasados 40 o 50 minutos largos comienza al aburrimiento y ya hay que hacer un esfuerzo para llegar al final sin revolverse en la butaca.
Las mantis que se mueven por el encuadre a sus anchas, son viejas glorias del cine erótico europeo, así, contamos con Pascale Petit, Uschi Glass y Francoise Fabian.
Dirige el artefacto el checo Zbynek Brynych . Además de este “Mujeres carnívoras”, que en su momento apareció en vídeo en nuestro país con una carátula sacada de váyanse ustedes a saber donde, dirigió un saco bien grande de películas, todas muy modernas y curiosas, pero al contrario que esta, nunca llegaron aquí.
Sin más, tan solo destaco, como ya les he dicho antes, lo curiosamente franquiana que es.