Curiosa película de asesino en serie, un precedente en tono y forma a “Henry: retrato de un asesino”, solo que rodada por menos de la mitad de lo que costó la de John McNaughton (que ya era una película barata de por sí) y, también, con la mitad de talento. El director de esta “Murderlust”, Donald M. Jones, no es un absoluto manazas pero va justito de inventiva, de celuloide virgen y de días para rodar, así nos encontramos ante un film semi amateur confeccionado los fines de semana en estupendos 16 mm, durante 12 jornadas y contando para ello con muchos amigos y favores.
Lo bueno es que la película no va de lo que no es, y prefiere evitar mostrarnos nada antes que desarrollar efectos especiales baratos dispuestos a dar el cante, por lo que, a pesar de sus muchas carencias, tenemos aquí una historia bastante sórdida en la que ni se nos muestra sangre, ni nada que chirríe. Todo contado con una cadencia lenta, tono —involuntario— de documental e interpretaciones no muy eficaces, pero resultonas gracias al físico de los actores.
Un individuo amable y simpático, que ejerce de profesor voluntario en la parroquia local, y se gana la vida como vigilante, pasa el tiempo libre bebiendo cervezas con los amigos (quienes eructan y se expresan inapropiadamente). Nadie sospecha nada, pero el individuo, peinado a cortinilla y con bigote varonil, por las noches se dedica a secuestrar putas, asesinarlas y arrojarlas a su suerte en medio del desierto. Y todo parece salirle bien… hasta que da con una señorita un tanto dura de pelar.
Su mayor virtud es que está hecha apenas sin medios, porque por lo demás es una película totalmente formulaica y simple; se sustenta a base de conversaciones y, entre medias, presenciamos los asesinatos que, aun crueles, no son para nada gráficos.
Sin embargo, esa peste a telefilm que se gasta y la falta de medios, le va bien al subgénero de psycho killers, y si bien películas como “Ted Bundy”, “Gacy” o “Dahmer” buscan una estética parecida a la que nos muestra “Murderlust”, esta la trae de manera natural. Y eso, sumado a que se deja ver perfectamente y no es excesivamente coñazo, al final resulta cuanto menos interesante.
Por supuesto, está basada libremente en fechorías perpetradas por Bundy y el estrangulador de la Colina. A través de sus crímenes se elaboró el guion, según James C. Lane.
El protagonista, el actor Eli Rich (no confundir con Eli Roth como ya hay alguno al que le ha pasado), tiene una carrera discreta de papeles en películas de mierda y papelitos a nivel figuración en cintas mainstream; de esta guisa apareció en, por ejemplo, “The Jigsaw Murders”, pero también lo hizo en “Encerrado” al servicio de Stallone y John Flynn.
En cuanto a Donald C. Jones, su carrera como director es asimismo discreta, hizo pocas películas y muy espaciadas a lo largo de las décadas, pero lo más interesante es que nunca se salió de los parámetros que manejaba. Rodó siete, todas de corte amateuroide. No he visto nada más que “Murdelust”, pero intuyo que cosas como “Domingo Mortal” o “Housewife from hell” pueden estar bien.