lunes, 27 de mayo de 2024

A MEIA NOITE LEVAREI SUA ALMA

Me declaro fan del mito brasileiro José Mojica Marins alias Zé do Caixao, me fascinan todas y cada una de sus películas —solo me faltan tres o cuatro por ver— y. sobre todo, me fascina la forma en la que une elementos de cine de terror con un rollo más experimental (que uno no sabe muchas veces si ese tono arty es consecuencia del bajo presupuesto o una intención genuina, lo cual hace que me fascine aun más) Me encanta cuando se pone en modo megalomaníaco e interpreta a sí mismo en crisis de inspiración y atormentado por su propia creación, José el de los ataúdes, como en, por ejemplo, “Exorcismo negro” Pero cuando de verdad me parece un individuo muy apto es en el momento que se pone a hacer cine de terror convencional. En ese sentido, “A meia noite levarei sua alma”, es, sin duda, una de mis películas favoritas, no ya de cine de terror, sino de cine en general.
Verdad o mentira, Marins siempre cuenta que, sumido en la depresión a causa de no poder llevar a cabo las financiaciones para sus proyectos y en la más absoluta ruina, un buen día, delirando como un anormal, soñó con un tipo que, vestido de enterrador y con sombrero de copa, le arrastraba hacia su propio ataúd. Y que justo ese enterrador era Zé do Caixao. Demasiado onírico para creérselo del todo, pero bueno, aceptaremos lo del sueño como génesis del personaje. Rápidamente tenía un proyecto que ofrecer a los productores y que se materializaría en la película que nos ocupa, tras vender José su casa y su coche para financiarla, probablemente la primera película de terror del cine brasileño, con un plan de rodaje de tan solo trece días y siendo el debut en la pantalla de un mito que, salvando las distancias (y aunque lo llaman irritantemente el Freddy Krueger brasileño) podría formar triunvirato con los mitos del horror latino (esto es, junto a los Templarios y Waldemar Danisky) así como formar parte de los monstruos modernos (Jason, Michael Myers, Freddy, Chucky y hasta Candyman…) y no, como sus más acérrimos defensores sostienen, de los clásicos (Momia, Drácula, Frankenstein…) Eso sería jugar en otra liga.
A título personal considero “A meia noite levarei sua alma” una obra maestra, cuyos visibles y evidentes defectos (mala iluminación, saltos de eje, raccord o desenfoques criminales) no hacen más que otorgarle un estilo siniestro y desasosegante. Quizás ese ambientillo salio de chorra por tratarse de la primera vez que Marins abordaba el género, porque lo cierto es que, posteriormente, ninguna de sus películas, teniendo todas y cada una su punto, serían ni parecidas a esta.
Zé do Caixao es el enterrador de un villorrio de Sao Paulo que tiene atemorizados a todos los habitantes, por su ateísmo, su nivel de chulería y su violencia. Asimismo, la obsesión de este es la continuidad de la sangre, es decir, dejar un legado a través de un hijo. Pero para eso su esposa Lenita, a la que tiene esclavizada, no le sirve. Terezinha, la novia de su amigo Antonio, es buena para la crianza, por lo que, en su obsesión, va a asesinando a todos sus allegados para así, tranquilamente, poder violar a Terezinha y engendrarla. Por el camino, el blasfemo Zé do Caixao hará tanta maldad como pueda y desafiará a los mismos muertos, para dejar claro que es, ante los ojos de dios y de los mortales, un ser superior.
Como os digo, una maravilla.
Sin embargo, es muy curioso el lugar que ocupa esta película en lo que es la cinefilia en general, porque si bien es cierto que, según donde, está súper bien considerada (a mí me parece magnífica), por otro lado la crítica un poco más generalista dice que hay mucho flipado al respecto y que “A meia noite levarei sua alma” no es para tanto. Regis Tadeus, periodista principalmente musical pero conocedor de la materia, dice que la película tiene mucho valor, sobre todo, por lo que Mojica Marins fue capaz de hacer con un presupuesto irrisorio, pero que el culto que se le rinde se ha ido de madre, habiendo gente que la considera un clásico cuando en realidad no es más que una película barata y resultona.
En cualquier caso, y tras los muchos problemas que tendría Mojica Marins el resto de su carrera con la censura brasileña (“A meia noite…” lo sufrió especialmente, no por que mostrara violencia salvaje y misoginia, sino por el mensaje blasfemo), lo que sí que es cierto, muy por encima de la calidad de su obra, es que consiguió crear un personaje fascinante y con un carisma arrollador capaz de generar todo tipo de merchadising, ya sean muñequitos, comics, fiambreras o discos de samba con la “Sambinha do Zé do Caixao”. El culto que le rinden al personaje un nutrido número de grupos de metal brasileño es abrumador, del mismo modo que lo es el curioso caso de una empresa de pompas fúnebres que puso al negocio el nombre de Zé do Caixao.
En cuanto a “A meia noite…”, su rodaje está lleno de leyendas, sean auténticas o no. Como aquella que dice que cuando el director de fotografía se negó en rotundo a rodar una secuencia por falta de luz, José Mojica Marins le obligó a punta de pistola —con los años Marins no desmintió esta anécdota, aunque sí aseguró que no era un arma real, sino parte del atrezzo—, o aquella que dice que la araña morunga con la que Zé asesina al personaje de Terezinha era de verdad (cosa que, evidentemente, se ve en pantalla). También es célebre la historia que cuenta que, como tenía un estudio alquilado para rodar los interiores —toda la peli, salvo un par de exteriores, está hecha en el estudio—, mandó a su equipo a robar árboles a la plaza del pueblo para atrezzar el cementerio, con tan mala suerte de que les pillaron y tuvieron que rendir cuentas ante la justicia por robo de flora comunitaria.
Por otra parte, una de las características del personaje de Caixao son sus enormes y desagradables uñas. Lo cierto es que, para cuando Marins rodó la película, tan solo tenía las uñas de los pulgares un poco largas, el resto las llevaba cortadas a ras del dedo, por eso tuvieron que ponerle unas falsas en maquillaje. Las que vemos en pantalla no son de Marins. En películas posteriores sí serían genuinas, Marins se las dejó crecer hasta una longitud absurda y un aspecto repugnante, que le iban muy bien al personaje, pero que, por otro lado, eran una puta guarrería. Tardaría muchos años el cineasta en cortárselas, y tan solo lo haría cuando las continuas roturas estaban mermando el aspecto de las mismas.
Por otro lado, en un principio Marins quería haber hecho seis películas de ficción sobre el personaje, ambientadas en el universo Zé do Caixao propiamente dicho. Pero, debido a las dificultades que el director siempre tenía a la hora de levantar una película, estas se iban posponiendo hasta tener que abortarlas. Sin embargo, cada vez que conseguía levantar un proyecto, de algún modo incorporaba a Zé do Caixao en el mismo, aunque de forma onírica o como personaje siniestro que pasaba por allí, nunca en continuidad con la historia inicial del enterrador que busca la mujer perfecta para engendrar a su vástago. Y esto me resulta harto curioso porque, aunque en la filmografía de Marins existen ocho títulos con la presencia de Zé, solo tres serían oficiales; esta “A meia noite levarei sua alma” de 1964, la que le sigue, “Esta noite encarnarei no teu cadáver” de 1967 y,  rodada 40 años después, “Encarnaçao do demonio”. Eso sin contar las películas de otros directores que también incluían a Zé do Caixao en sus historias (por ejemplo “O profeta da fome” de Maurice Capovilla… un film francamente engañoso porque solo cuenta con Marins como actor, interpretando a un tal Fakir Ali Khan, pero en el póster promocional aparece con su sombrero de copa y su capa, para que todo parezca indicar que estamos ante una película del personaje. Una engañifa brasileira) o la infinidad de cortos o videoclips en los que participó el bueno de José de los ataúdes.
En definitiva, un universo apasionante el de Mojica Marins. Para los que no tengan intención de iniciarse ni por el forro, pero sí sientan algo de curiosidad, recomendarles que vean “A meia noite…” porque, sea como sea, lo que sí que verán es una buena película. El resto, bueno, es otro rollo. Pero esta es una imprescindible.
Por cierto, en 2015 la televisión brasileña produjo el biopic sobre José Mojica Marins en formato serie de siete capítulos, que ahonda en su vida personal así como en la obsesión con su personaje más popular. De momento no he podido dar con la forma de verla, pero lo cierto es que me cago de ganas.