Aquel fue un sábado intensamente lluvioso, lo que me condenó a un enclaustramiento total y el visionado de hasta tres películas en busca de la más desesperada evasión. Vi "Indiana Jones y el dial del destino", "Hellboy: El hombre retorcido" y "Campamento Sangriento 3". La primera sabía que cumpliría su función, y cumplió (me gusta más incluso que la previa, la de la calavera de cristal), la segunda fue un varapalo de tres pares de cojones que ni terminé y la tercera... reconozco que la puse ya entrada la medianoche con el fin de coger el sueño. Paradójicamente, acabé consumiéndola entera y fue la que me gustó más de la extensa velada. No digo que sea mejor que la del arqueólogo del látigo, pero, no sé, creo que su procedencia del año 1989, su brutal honestidad y ese look de cine-cine, sin la frialdad digital hoy día como parte de la norma, contribuyeron.
A estas alturas no es necesario entrar mucho en detalles. Hablamos de la tercera entrega de la saga "cult" de slashers segundones "Sleepaway Camp", con una ensalada de títulos (o, mejor dicho, de numeraciones) algo liosa. Hablé de todo ello cuando reseñé la primera, la fundacional. Luego vinieron la productora "Double Helix", el director Michael A. Simpson y la actriz Pamela Springteen (siiii, hermana de...) y se sacaron dos entregas más de la manga, rodadas back-to-back en un periodo de seis semanas. Sobre la segunda ya di la brasa cuando fue de menester, "Campamento Sangriento" (e, insisto, que no lleve el 2 tras el título tiene su explicación), a esta tercera la mencioné de pasada tras fracasar en un primer intento de deglutirla. Iba siendo hora de darle un segundo muerdo.
La famosa asesina "trans" (¿¿se consideraría hoy ofensivo??) Angela se carga a la monitora de un campamento. Haciéndose pasar por ella, acude al susodicho donde formará parte de un "experimento social". Por un lado están los campistas pijos, y por otro los menos favorecidos. Naturalmente, estos responden a una serie de estereotipos exagerados, casi de dibujo animado, un rato graciosos. No hace falta decir que, aprovechando una acampada bosquil, Angela se los irá cepillando uno a uno, en riguroso orden, sin considerar clase social pero sí maneras (el motivador homicida de la muchacha sigue siendo su recta moral, solo que, en ocasiones, se pasa de exigente)
Es muy evidente que Michael A. Simpson y la "Double Helix" abordaron "Sleepaway Camp 3: Teenage Wastland" a piñón, asaco, sin plantearse ofrecer mucho más allá de los mínimos requeridos. El mismo director reconoce la escasez de tiempo para todo y su preferencia por la entrega previa. "Campamento sangriento 3" es tosca, cutrona, elemental como ella sola y tira de diálogos de mierda... pero hay muchas tetas (nada más comenzar vemos dos, y luego tenemos las increíbles perlas de Stacie Lambert, actriz que no volvería a rodar nada más) y no menos asesinatos. Eso sí, poco sucosos. Por desgracia, la censura metió mano, a lo bestia, llevándose por delante material gráfico y truculento. Era una práctica muy común entonces, ya terminando los ochenta y con los temibles noventa a la vuelta de la esquina. Sin embargo, y eso no dice nada bueno de mí, actualmente lo percibo hasta como entrañable.
La ausencia de chicha -es decir, la razón de ser de un slasher- contribuye a incrementar la sensación de que la peli se hizo por hacer. De que el equipo responsable no estaba para puñetas. Había prisa y, total, aquello era basura. Ellos lo sabían, la futura audiencia lo sabía... ¿para qué complicarse? Déjate de florituras y pijadas, julai. Todo hace suponer, pues, que estamos ante una sagrada puta mierda sin el más mínimo elemento redentor. Y no vale la pena ni verla. Mmmmmh... sí, pero no.
Ese escaso interés de sus autores acaba beneficiándola porque, al no molestarse en humanizar a los personajes, ni sorprender con giros, ni, por supuesto, abusar de guiños a los clásicos añejos (salvo una graciosa cita de manual a Jason / "Viernes 13". Angela encuentra una máscara de hockey y, cuando alguien le pregunta de dónde la ha sacado, exclama "De una cloaca"), dicho de otro modo, al no currárselo ni unos mínimos, pues les sale un slasher en el que, cuando se mata, no importa si está justificado o no, si la víctima lo merecía o no, si era buena gente o no, o si era un padre en busca de venganza por la muerte de su hijo en la peli previa, cosa que, por norma, se incluiría en el guion con la intención de sacarle alguna clase de jugo narrativo. ¡¡Pa un personaje con enjundia que hay!!. Pos no, hija. Ni eso.
Alguien se quejaba en redes porque, decía el infeliz, Angela mataba a "campistas majos". Nos han acostumbrado demasiado a que en los slashers modernos las víctimas sean tan irritantes y gilipollas que casi celebremos su muerte (ejemplo: "Black Friday"). Pero en 1989 eso todavía no pasaba. Y menos en manos de unos mercenarios del cine. Así pues, a lo tonto, se podía decir que "Campamento Sangriento 3" "sorprende". O, cuanto menos, no nos resulta tan previsible y monótona. Eso es bueno.
Cumplida la papeleta, Michael A. Simpson continuó su errática trayectoria hasta que dejó la dirección para ejercer solo en producción, y la cosa le fue mejor (podemos ver su nombre como tal en "Corazón Rebelde" o "El caso Heineken", ambas muy buenas). Pamela Springteen hizo una película más, una comedia que nadie recuerda, y dejó la interpretación para convertirse en fotógrafa de músicos (vamos, que aceptó el enchufe de su hermano). Es por ello que nunca llegaría a protagonizar el "Sleepaway Camp 4" que "Double Helix" estaba decidida a facturar (en la que tampoco iba a intervenir el director de las dos previas). Rodó algunas escenas de prueba y se fue a la quiebra, dejando el asunto en ascuas. Años después, ya con el fandom descontrolado (especialmente el dedicado a la franquicia en cuestión. Tanto es así que dispone de hasta dos páginas web oficiales) alguien se hizo con el material y contrató nada menos que al temible Dustin Ferguson para que, montaje mediante, y a base de reciclar escenas de las entregas precedentes, se cascara un largometraje con todo ello. Uno del que nadie dice nada bonito.
Finalmente existió otro "Sleepaway Camp 4", con parte del equipo original -incluido director y la auténtica Angela, Felissa Rose- que ignoraba las secuelas. Fue una decepción tocha para los devotos. También entonces Simpson se planteó parir tardíamente una nueva dosis de SU porción de la saga, adentrándose en terreno sobrenatural. Pero de ello únicamente quedó la intención. Que extraño e incomprensible es todo este mamoneo en torno a los "Sleepaway Camp", oiga.
Volviendo a la tercera parte, cabe mencionar que, en su condición de producto desalmado y crematístico, dispuesto a complacer sin cansarse demasiado los más bajos instintos de su público teenager, tiran de lo facilón trufando la banda sonora a base de heavy metal cutre. No niego que queda de lo más chulo.
En el reparto destacan algunas caras curiosas (de las tetas ya he hablado) Comenzando por una bien fea, Michael J. Pollard quien, a pesar de ello, y su ya edad considerable (seguramente la mía), se enrolla con la campista de ubres bonitas (tal vez fuese ello un guiño al tono vicioso del "Sleepaway Camp" original, en el que también teníamos a una jovencita pirrándose por los huesos de un vejestorio, aunque allí nunca pasaban a la acción) Le sigue, en el terreno de los veteranos, Sandra Dorsey. Estuvo en "Grizzly", la del setentero oso encabronado, y sus últimas dos películas las firmaban nada menos que los hermanos Farrelly (anda que no debe molar formar parte del rodaje de una producción medianamente mainstream, y descubrir que el actor o actriz entrado/a en años de al lado participó siendo joven en sendas y oscuras películas "cult") Centrándonos en el reparto de menor edad, destaca Kim Wall, quien hizo algo de carrerilla posterior, podemos verla -por los pelos- en "La niebla" de Stephen King o "American Pie: El reencuentro", donde se marca un rol algo más destacado.
A la hora de elegir una imagen ilustrativa, en lugar de echar mano de la caratula yanki, muy llamativa ella, preferí rescatar la española en su edición para DVD -nunca la hubo en VHS- por lo feísima que era. Al final resultaron ser dos.... ambas idénticamente horribles. Imposible resistirse a colarlas juntitas. Menudo país el nuestro, amigos.