
Ayer noche la vi esperando lo peor, y aún hoy me pregunto "¿Por qué tanta crueldad con ella por parte de unos y otros?". Vale, lo de Adrien Brody no cuenta. Eso tiene una explicación (no oficial, pero a mi me mola creer que es la auténtica). En aquellos tiempos el actor estaba liado con nuestra Elsa Pataky y todo apunta que cuando esta fue contratada para actuar en la película, convenciera a Brody -no me pregunten cómo- para que la protagonizara. Ya sabemos cuánto tiran dos tetas, más que dos... perdón, mil carretas. El actor se metió de lleno en el negocio (figura incluso como co-productor) y... en fin, ¿cómo sigue el culebrón?, pues que hoy día Brody y la Pataky ya no son pareja (se dice que rompieron justo después de "Giallo") y él puso una demanda a los otros productores para que el film resultante no se estrenara en USA y, así, no mancillar su "envidiable" curriculum. Bueno... pues lo dicho, con tanta mala prensa, y lo patoso que últimamente andaba Dario, me esperaba un auténtico estropicio sin nombre... y no, no lo es.
Un asesino con la piel de color amarillo (de ahí el ingenioso título, con el que Argento manda un guiño al afamado y añorado subgénero inconfundiblemente italiano que él mismo popularizó) secuestra a una modelo con intención de desfigurarla. Su hermana y un efectivo pero desencantado poli, harán todo lo posible para dar con ella antes del momento fatal (y no hay historia de amor, lo que se agradece mucho).
Está claro que "Giallo" no es una obra maestra, y ni está a altura de los mejores tiempos de Argento (ni los mejores, ni los regulares). De hecho, ni tan siquiera parece dirigida por él... vamos, la podría haber firmado Perico de los Palotes y nos lo creíamos. Sin embargo, tampoco es una basura. "El fantasma de la opera", "El jugador" o "¿Te gusta Hitchcock?" son muchísimo peores. "Giallo" se desarrolla de un modo tan lineal, tan a,b y c, tan simple, que funciona. Digamos que, al contrario de lo habitual en Dario Argento, todo avanza según la lógica más absoluta. Te pasas la peli esperando el "punch" que jamás llega y cuando termina, pues bueno, resulta que el viaje ha sido tranquilo, sin excesivas estridencias, relajado (casi todo el mundo en esta peli habla entre susurros), con la truculencia justa (gore hay, aunque poco) y algún momento entrañablemente risible (el asesino parece el primo más feo y más tonto de "Rambo"), pero lo dicho, sin malos rollos ni un regusto demasiado amargo.
Puede verse perfectamente, entretiene lo justo y... en fin, ¡¡que no hay quien entienda a la peña!! (empezando por Adrien Brody, claro).