lunes, 25 de abril de 2016

SCREAMTIME

Al más puro estilo Inglés, “Screamtime” se nos presenta, como es tradición, como una película con varias historias de terror independientes unidas por otra historia paralela que sirve como nexo de unión.
El caso es que recordaba el cartel de la película de mis tiempos mozos, de cuando visitaba el videoclub con mucha regularidad, y es que “Screamtime” es una de esas muchas películas que vi cien veces en la estantería, pero que, por los motivos que sean, jamás alquilé. Ese sexto sentido que te dice que no lo hagas. Y nunca falla…
Por otro lado,  en su momento, yo tenía la firme convicción, porque el cartel es lo que sugiere –no me digan que no-  de que se trataba de una parodia de horror, a los “Sábado 14” en cualquiera de sus versiones, por ejemplo. Pero no, es una película de horror puro y duro; lo que pasa es que es soberanamente mala.
Lo mejor, sin embargo, porque es más dinámico, tiene más gracia y salen tetas, sería  la historia que sirve de nexo de unión, puesto que siendo esta una película Inglesa, sin embargo, esa historia transcurre en Nueva York. Nos muestra a un par de macarras –porque como buen inglés, el director decide que si ambientas aquello en NY, los protas tienen que ser unos ladrones de tercera- que entran en un videoclub y roban unas cuantas películas. Se van a casa de una amiga –a la que vemos las maravillosas tetas que se gasta, porque se está duchando- y cuando uno de ellos sentencia “Estas películas son todas inglesas, lo distingo en seguida”, se disponen a verlas. Las películas que ellos ven, son las historias cortas que vemos nosotros.
La primera de ellas trata sobre un titiritero que hace espectáculos para niños, y que es acosado por su mujer y su hijastro, que no toleran esa profesión. Pronto sus marionetas, tomaran venganza tras ser quemadas por parte del hijastro de su dueño.
La segunda cuenta como un matrimonio se compra una casa y como ella contempla los fenómenos extraños de rigor.
Y la tercera y última, cuenta la historia de un muchacho que comienza a trabajar en casa de dos viejecitas redichas. En una de estas decide robarles, y los gnomos y duendes que tienen las viejas por toda la casa, cobrarán vida e impedirán  que eso ocurra.
Las tres historias son muy densas y pesadas, amén de no enganchar por ningún lado al espectador. Además están rodadas como con desidia, todo lo contrario que la que las enlaza, que además de molar más, cuenta con un desenlace sorprendente que no te esperas, aunque, eso si, está al mismo nivel cutrongo y verbenero del resto de la película.
Dirigen, al alimón, Michael Armstrong, conocido por “Las Torturas de la inquisición” y Stanley A. Long, cuya carrera deambuló, sobretodo, por los terrenos del “Sexploitation” más ignotos.
Muy mala, la verdad.