lunes, 17 de agosto de 2020

CARNIVAL MAGIC

Al Adamson tiene más culto del que merece. Y es que sus películas son todas horrorosas,  cutres y chabacanas, pero carentes de cualquier elemento que las convierta en atractivas para mis ojos. Resumiendo: sentarse frente a una película de Al Adamson es sinónimo de aburrimiento extremo. Y sí, todas sus películas contienen destellos de humor involuntario o actuaciones de pacotilla que, en ningún caso, justifican el visionado completo.
Sabedor de esto, reincido, y no se me ocurre otra cosa que ponerme a ver esta “Carnaval Magic” cuyos protagonistas son un mago y un chimpancé que habla. Viendo el documental sobre la vida y obra del director, me dejo tentar por un segmento en el que hablan de esta película y en la que nombraban, como principal atractivo, el hecho de que tratándose de una comedia infantil y para toda la familia, había salido un folletin de difícil digestión para los infantes en el que, incongruentemente, encontramos sexo, violación y alcoholismo. Asimismo se destaca el hecho de que a uno de los personajes femeninos le da por rascar al mono protagonista cada dos por tres, estando la cámara situada de tal manera que en lugar de rascarle, parece que le esté masturbando. Por otro lado, utiliza efectos de sonido robados de películas como “Tron” o de videjuegos de la época como “Centipede”, que dicho sea de paso, el espectador, si no lo sabe, ni los detecta. Y busqué la película para deglutirla, visto lo visto. Entonces fue duro comprobar que el único interés que tiene la película son esas dos puntualizaciones que se hacen en el  documental, el resto, nada, mortecino, como mirar una carta de ajuste.
La cosa va de un mago en decadencia cuyo espectáculo se desarrolla en una feria del tres al cuarto. Sin embargo, en esa misma feria opera también un chimpancé llamado Alejandro Magno que puede hablar. Forma dúo con el mago y lo petan en la feria, motivo por el cual un domador de tigres, envidioso, les intentará hacer la vida imposible del mismo modo que un médico (¿) querrá secuestrar al mono para su uso y disfrute.
Puede que el argumento de primeras parezca delirante y le entren a uno ganas de verlo, pero, créanme, todo se resuelve a base de sosas conversaciones entre unos y otros, y planos en los que se aprovecha cualquier movimiento facial del mono para que una voz encaje ahí palabras sueltas. En definitiva, un coñazo. Un telefilm malo que, aun rodado en los ochenta, parece como si fuera de los sesenta, porque el bueno de Adamson ya le tenía el pulso pillado a esa cadencia lenta y estática.
Lo que pasa es lo de siempre; que el film cobra un especial interés por tratarse de una película de Adamson que se encontraba perdida.
Como película infantil ochentera que se consideraba, al final de los créditos, se anunció una secuela titulada “More Carnival Magic” que nunca se llegó a rodar porque “Carnival Magic” resultó un —merecido—  fracaso que tan solo aguantó en cartel unos días, para que después la tierra se tragara la película para siempre, sin conocer posteriores ediciones en vídeo o pases en televisión. Sin embargo, en 2009, en un viejo almacén aparecieron unas latas con la película completa, cosa esta que llenó de alegría a los historiadores y fans de Adamson que procedieron a hacer la pertinente remasterización del negativo con el fin del lanzarla en DVD. Por supuesto, la película ganó adeptos y ya fue la locura cuando le dieron un pase en la última — y notablemente irritante— temporada de “Mystery Science Theather 3000”. Vamos, que obtuvo culto nada más ser recuperada por tratarse de una película perdida de Adamson, no porque lo mereciera. El fandom ya estaba predispuesto a pitorrearse, incluso sin motivo.
La única verdad es que no hay nada que ver en “Carnival Magic”, nada de lo que reírse. No es más que una mala película que no hubiera pasado nada si se hubiera quedado para siempre en esas latas.
Por lo que se ve, la mega edición en Blu Ray que se ha editado hace no mucho en los USA, trae un audiocomentario del historiador de cine raro Joe Rubin que es mucho mejor que la propia película, así como un par de extras jugositos. Como siempre decimos por aquí, mejor todo lo que rodea a las películas que las mismas películas.