viernes, 12 de febrero de 2021

SEX COWBOYS

“Sex Cowboys” es lo que podíamos decir una película hípster con todas las de la ley.
Adriano Giotti, italiano de nacimiento y residente en Madrid, director de vídeoclips, es el típico individuo que hace cine como el que hace un cuadro; más pendiente de hacer arte que de hacer cine. Por lo general estos directores no suelen tener talento, solo ven cine artístico de autores trilladísimos, sus referentes son los obvios y, en definitiva, se meten en el cine para darse cera. Giotti responde a esos parámetros. Y por supuesto, como todo este tipo de realizadores, mueve mucho la cámara, no sea que dejándola quieta la cosa se vuelva un pelín estándar.
“Sex Cowboys” es la típica película amateur camuflada de cine independiente, rodada con su novia española (estupendas tetas las de Nataly Beck’S —con la “s” final mayúscula para ser mas cool—, que son las verdaderas protagonistas, piercings incluidos, de la cinta) y cuatro actores que tenía a mano, con intenciones de ser una película provocadora y rebelde, que ha sido bien considerada en según qué circuitos, ganando incluso el premio a la mejor película italiana en el Festival de Cine Independiente de Roma,  porque se toma a sí mismo demasiado en serio. Y más allá de eso, no tiene absolutamente nada más. La cosa sería una especie de drama softcore en el que se pasan media película follando y la otra media llorando. Como el folleteo es de mentira y rodado de manera “artística”, la cosa queda de lo más sosa y, en definitiva, no existe película menos interesante que esta. Porque si el porno fuese explícito, igual otro gallo cantaba dadas las características del porno artístico, pero no; esto es arte y en el arte de verdad, no se folla. Y si no se folla, entonces ¿para qué haces una película de gente que folla todo el rato? Por momentos parece una copia barata y chabacana de la espantosa “Lucía y el sexo”, pero de naturaleza incluso más elitista que la de Julio Medem. También es mucho peor película.
La cosa va de una pareja que se quiere muchísimo, ambos modernitos y que viven en un piso de modernitos. Como no trabaja ninguno de los dos no pueden pagar el alquiler, así que se les ocurre rodar porno casero para poder pagarlo. Al principio no logran agradar a la gente que va a comprar sus películas para distribuirlas porque se graban follando en un plano fijo, sin más, pero luego le cogen el tranqullio y la cosa se va de madre grabando cerdadas varias, como bondage, sado, o follar con caretas puestas. Mientras, entre polvo y polvo, la chica hace a los espectadores partícipes de sus demonios y dramas personales en eternos monólogos bañados en lágrimas para su lucimiento pronunciando textos ininteligibles porque no vocaliza demasiado bien. Y la cosa se va complicando, con homosexualidad de por medio incluso, y con  el amor rompiéndose entre unas cosas y otras. Un horror.
Luego el director se vanagloria de lo típico; que la película solo ha costado 5000 euros y que se ha rodado en dos semanas. Como si eso fueran logros teniendo en cuenta el tipo de película a la que nos enfrentamos.
Pues la cosa no le ha salido mal al Giotti este, ya que como se toma a sí mismo muy en serio, los mercados le han tomado también en serio y ha conseguido vender la película a unos cuantos países dados a este tipo de artefactos. A España, lógicamente (no por nada), no ha llegado.
No obstante, y por decir algo bueno de “Sex Cowboys” diré que he visto la película del tirón, e incluso diría que sin aburrirme, aunque solo sea porque el regodeo, el sentir odio hacia lo que uno está viendo, es divertido. Que solo dura hora y cuarto, también ayuda.