lunes, 15 de febrero de 2021

LENNY

Lenny Bruce, haciendo honor al  título de su  biografía serializada para Play Boy “How to talk Dirty and influence People”, es probablemente el comediante blanco que más ha influenciado entre los cómicos stand up más prestigiosos, en parte por un lenguaje obsceno y rompedor en el escenario, en parte por un estilo crítico y ácido como pocos cómicos se atrevieron a cultivar en plenos años 60.
Lenny Bruce fue arrestado por obscenidad durante uno de sus shows, cosa esta que tocó el punto flaco del cómico ya que, aunque luego fue absuelto, este arresto, más que de escarmiento sirvió de revulsivo y, Bruce, comenzó a hacer más chistes de pollas, de religión, de política y de fluidos corporales. Su carrera entonces se convirtió en un toma y daca con la justicia siendo sus últimos shows auténticos panfletos en pro de la libertad. Más que rutinas cómicas, eran mítines.
Sus problemas con las drogas y una personalidad exultante hicieron el resto.
Muchos años después, en 2003, y, a título póstumo, su discurso obsceno fue “perdonado” —como todo lo póstumo, hipócritamente y cuando ya no hace ninguna falta— en un acto celebrado en Nueva York a cargo del Gobernador George Pataki. Fue una especie de reconocimiento para un cómico cuyo único “delito” fue apelar a la libertad de expresión hablando sobre follar en sus espectáculos.
La película, inspirada en la obra de teatro del mismo título, rodada con solvencia por  Bob Fosse en glorioso blanco y negro, recrea momentos de la vida de Lenny Bruce; sus inicios, sus romances, los mejores momentos de su carrera, los momentos bajos y su muerte por sobredosis de morfina.
Trata la vida del cómico con una seriedad pasmosa, dejando el humor y los chistes en exclusiva para las distintas recreaciones de sus shows stand up y, ahí, en cierto modo es donde radica el acierto de la película, en su visceralidad, en su intención de hacernos conscientes de la gravedad del asunto que trata, y el infierno que vivió Bruce en pro de la libertad de expresión. Sin embargo, en muchos aspectos no deja de ser una película bastante irregular con pretensiones de gran cine que enturbian en conjunto. Y, quizás por esas mismas pretensiones, a nivel crítico “Lenny” funcionó como un tiro.
No queda muy compensada, en su afán de tontear con el documental ficcionado, toda la parte de entrevistas a personajes que anduvieron en la vida de Lenny, sobre todo al inicio de la película, para luego olvidar la parte documental en pro de la ficción más pura. Por cierto, la voz que conversa con los personajes durante las entrevistas, es la del propio Bob Fosse.
Para interpretar a Lenny Bruce, se barajaron los nombres de Neil Diamond y Al Pacino, pero tras una magistral prueba quién se llevó el gato al agua fue Dustin Hoffman, que ofreció una transformación a todas luces elogiable. Hoffman, que estuvo meses estudiando el comportamiento y actitud de Lenny Bruce para meterse en su piel,  jamás quedó contento con su interpretación refiriéndose a esta como una actuación imperfecta. No obstante, al respecto, ese 1974 Hoffman fue nominado al Oscar en la categoría de mejor actor, si bien no se lo llevó frente a un imparable Art Carney por su interpretación en “Harry y Tonto”. Mark Kermode en un vídeo Top-Ten de las mejores interpretaciones de la historia del cine, incluyó la de Hoffman en el número ocho de la lista. Una lista del todo personal y subjetiva, pero cuando ha sido tenido en cuenta para esta, será porque no habría mucho de imperfecto en su actuación. A título personal, tampoco puedo decir que su performance de Lenny Bruce, esté ante las mejores interpretaciones del actor. Correcta sin más.
Buena película, con sus altibajos.