“Puppet Master: The Littlest Reich” la decimotercera entrega
de la saga iniciada por David Schmoeller
para la Full Moon de Charles Band en 1989, a rasgos generales una gamberrada.
Una travesura perpetrada por un grupo de talentosos amigos que con la excusa de
otorgarle cierto prestigio a una saga de películas cuyo mayor handicap es que
son muy malas, se lo pasan estupendamente haciéndole una limpieza de cara, donde
lo que predomina es el exceso por el exceso, el grand guiñol en la más amplia
acepción del término. Porque entre otras muchas cosas “Puppet Master: he
Littlest Reich” es la película más sangrienta y salvaje que he visto en mucho
tiempo.
Hay que tener en cuenta que son pequeñas marionetas las que
perpetran estos crímenes, por lo que, aún sangrientos, no hay que tomarse estos
muy en serio; El film pretende ser una suerte de “Braindead, tu madre se ha
comido a mi perro”, para que me entiendan, una astracanada gore. Sin embargo,
todo lo grotesco, excesivo y humorístico solo hace acto de presencia en el film
con la presencia de los muñecajos, porque el resto de la película, las tramas y
los personajes, desprenden seriedad de película adulta. Y esa combinación de
seriedad casi austera —y hasta me atrevería a decir que contemplativa— con el
desfase de sangre y vísceras que suponen las intervenciones de los muñecos, me
parece de una originalidad envidiable.
Ahora; hace unos días que se ha estrenado y el fandom, tan
caprichoso como dañino, no parece haberse tomado estos cambios muy bien, y es
que yo creo que esa panda de pazguatos querían más de lo mismo, es decir, otra
entrega con los muñecos siendo los buenos de la función, en la segunda guerra
mundial, resolviendo conflictos; otra más de la “Trilogía Axis”, o lo que es lo
mismo, otro puto coñazo.
Y es que en resumidas cuentas lo que trae “Puppet Master:
The Littlest Reich” es una nueva entrega un
tanto más sofisticada, con algo más de presupuesto y con rostros populares,
pero al fin de al cabo no deja de ser una serie B en toda regla. ¿Acaso se
esperaban una producción de alto copete? No, no lo es. Y los artífices saben en
el terreno que juegan.
Así que, por lo que a mí
respecta, “Puppet Master: The Littlest Reich” supone lo mejor que le podía
pasar a una franquicia que después de mogollón de entregas y miles de
muñequitos vendidos por el mundo sobrevivía a base de simpatía. Todavía
recuerdo el primer intento de lavado de cara de la misma con “Puppet Master:
Axis of Evil” que consistía en haber sido rodada en 35 mm. en tiempos en los
que Full Moon ya grababa sus productos únicamente en vídeo, y en consecuencia,
abarataba costes por todos lados repercutiendo en el gore, que ya no había, y
convirtiendo la franquicia en una cosa para toda la familia. Aquello si fue
lamentable. Pero esta nueva entrega es genial.
La causa de que los fans
hayan sacado el cuchillo, es que quizás no entiendan el ritmo con el que esta
está rodada, la cadencia que imprime el guion, o la gran broma que en el fondo
es la película; querer darle dignidad a una saga cuyo mayor valor es que no la
tiene es estúpido, así que los directores Tommy Wiklund y Sonny Laguna,
responsables de esa película tan deudora de “Posesión Infernal” y que aquí se
tituló, valga la redundancia, “Wither (Posesión Infernal)” se dejan querer por
el guion de uno de los grandes genios del cine de género independiente de este
siglo, el gran S. Craig Zahler director de las magistrales “Bone Tomahawk” y
“Brawll in cell block 99” y tomándose un poco a cachondeo el material cuando
toca, incluso intentan imitar el estilo del guionista cuando dirige, pausado,
envolvente y luego se desmelenan cuando salen los dichosos muñecos, igual que
Vince Vaughn lo hacía machacando cabezas en “Brawll in cell block 99”. ¿Qué es
lo que me gusta? Que noto la mano de sus autores durante toda la película. Y se
trata de una buena peliculita. ¿El fan medio de la serie? Bueno, probablemente
sea demasiado inepto para comprender lo necesario del cambio y la excelencia, y
la manera de hacer las cosas de los nuevos responsables de la franquicia —que
ya han anunciado que continuarán con la saga—. Pero Laguna, Wiklund y Zahler,
se pueden acostar tranquilos.
La cosa nos sitúa
exactamente 30 años después de una matanza (o sea, que los acontecimientos de
la primera película puede que sí los tengan presentes en este reinicio) que
tenía que ver con el titiritero André Toulon y sus siniestras marionetas. Con
motivo del aniversario de estos asesinatos se celebra en un pueblo americano
una convención en la que los asistentes subastarán muñecos originales pertenecientes
a Toulon, por lo que se reunirán en un hotel. Y por fuerzas místicas de la
naturaleza, las marionetas a subastar cobraran vida, cobrándose vidas. Y
comienza el festival de sangre y vísceras
Estupenda.
Tenemos en la película a
todas las marionetas clásicas, Blade, Tunneler, Pinhead o Torch, a las que les
han variado un poco el aspecto —sobre todo a Blade— con el fin de
modernizarlas, y además se incluye una colección de nuevos muñequitos que
incluyen a un sapito sonriente, unos robots que vuelan con una hélice, y la
estrella de la película, Junior Führer, un bebé gateador con cara de Hitler,
cuya presentación en la película es medio de una escena dinámica es motivo
suficiente para detener la acción, hacer un primer plano del muñeco y que uno
de los protagonistas diga “Es Junior Führer” subrayando así la posible
importancia que pueda tener el nuevo muñecajo en posteriores minutos y/o
películas.
Por otro lado, se le da
especial importancia en la película al mundo del cómic, hasta tal punto que el
protagonista es un dependiente de una tienda de cómics y que además los dibuja,
así como las ilustraciones de los títulos de crédito están realizadas por
Benjamín Marra, un autor de cómic underground con cierto culto en todo el
mundo.
En el reparto tenemos al
soso de Thoman Lennon, la maravillosa Jenny Pellicer, una rubinchi con raíces
noruegas y mexicanas que además de ser una buena actriz, está como para
enamorarse de ella mil millones de veces (de hecho, ya lo estoy!!). Por
supuesto, el plato fuerte lo ponen las presencia secundarias de actores muy
queridos y caracteristicos del cine fantástico, por lo que tenemos a Udo Kier
haciendo de André Toulon, Barbara Crampton (¿Cómo es posible estar tan bien con
60 años?) como la guia policial del tour al que asisten los protagonistas
o Michael Paré, como el detective que
flipará ante los acontecimientos de esa convención.
Como ya he dicho,
esupenda.