viernes, 24 de agosto de 2018

PUPPET MASTER: THE LITTLEST REICH

“Puppet Master: The Littlest Reich” la decimotercera entrega de la saga iniciada por David  Schmoeller para la Full Moon de Charles Band en 1989, a rasgos generales una gamberrada. Una travesura perpetrada por un grupo de talentosos amigos que con la excusa de otorgarle cierto prestigio a una saga de películas cuyo mayor handicap es que son muy malas, se lo pasan estupendamente haciéndole una limpieza de cara, donde lo que predomina es el exceso por el exceso, el grand guiñol en la más amplia acepción del término. Porque entre otras muchas cosas “Puppet Master: he Littlest Reich” es la película más sangrienta y salvaje que he visto en mucho tiempo.
Hay que tener en cuenta que son pequeñas marionetas las que perpetran estos crímenes, por lo que, aún sangrientos, no hay que tomarse estos muy en serio; El film pretende ser una suerte de “Braindead, tu madre se ha comido a mi perro”, para que me entiendan, una astracanada gore. Sin embargo, todo lo grotesco, excesivo y humorístico solo hace acto de presencia en el film con la presencia de los muñecajos, porque el resto de la película, las tramas y los personajes, desprenden seriedad de película adulta. Y esa combinación de seriedad casi austera —y hasta me atrevería a decir que contemplativa— con el desfase de sangre y vísceras que suponen las intervenciones de los muñecos, me parece de una originalidad  envidiable.
Ahora; hace unos días que se ha estrenado y el fandom, tan caprichoso como dañino, no parece haberse tomado estos cambios muy bien, y es que yo creo que esa panda de pazguatos querían más de lo mismo, es decir, otra entrega con los muñecos siendo los buenos de la función, en la segunda guerra mundial, resolviendo conflictos; otra más de la “Trilogía Axis”, o lo que es lo mismo, otro puto coñazo.
Y es que en resumidas cuentas lo que trae “Puppet Master: The Littlest Reich” es una nueva entrega un tanto más sofisticada, con algo más de presupuesto y con rostros populares, pero al fin de al cabo no deja de ser una serie B en toda regla. ¿Acaso se esperaban una producción de alto copete? No, no lo es. Y los artífices saben en el terreno que juegan.
Así que, por lo que a mí respecta, “Puppet Master: The Littlest Reich” supone lo mejor que le podía pasar a una franquicia que después de mogollón de entregas y miles de muñequitos vendidos por el mundo sobrevivía a base de simpatía. Todavía recuerdo el primer intento de lavado de cara de la misma con “Puppet Master: Axis of Evil” que consistía en haber sido rodada en 35 mm. en tiempos en los que Full Moon ya grababa sus productos únicamente en vídeo, y en consecuencia, abarataba costes por todos lados repercutiendo en el gore, que ya no había, y convirtiendo la franquicia en una cosa para toda la familia. Aquello si fue lamentable. Pero esta nueva entrega es genial.
La causa de que los fans hayan sacado el cuchillo, es que quizás no entiendan el ritmo con el que esta está rodada, la cadencia que imprime el guion, o la gran broma que en el fondo es la película; querer darle dignidad a una saga cuyo mayor valor es que no la tiene es estúpido, así que los directores Tommy Wiklund y Sonny Laguna, responsables de esa película tan deudora de “Posesión Infernal” y que aquí se tituló, valga la redundancia, “Wither (Posesión Infernal)” se dejan querer por el guion de uno de los grandes genios del cine de género independiente de este siglo, el gran S. Craig Zahler director de las magistrales “Bone Tomahawk” y “Brawll in cell block 99” y tomándose un poco a cachondeo el material cuando toca, incluso intentan imitar el estilo del guionista cuando dirige, pausado, envolvente y luego se desmelenan cuando salen los dichosos muñecos, igual que Vince Vaughn lo hacía machacando cabezas en “Brawll in cell block 99”. ¿Qué es lo que me gusta? Que noto la mano de sus autores durante toda la película. Y se trata de una buena peliculita. ¿El fan medio de la serie? Bueno, probablemente sea demasiado inepto para comprender lo necesario del cambio y la excelencia, y la manera de hacer las cosas de los nuevos responsables de la franquicia —que ya han anunciado que continuarán con la saga—. Pero Laguna, Wiklund y Zahler, se pueden acostar tranquilos.
La cosa nos sitúa exactamente 30 años después de una matanza (o sea, que los acontecimientos de la primera película puede que sí los tengan presentes en este reinicio) que tenía que ver con el titiritero André Toulon y sus siniestras marionetas. Con motivo del aniversario de estos asesinatos se celebra en un pueblo americano una convención en la que los asistentes subastarán muñecos originales pertenecientes a Toulon, por lo que se reunirán en un hotel. Y por fuerzas místicas de la naturaleza, las marionetas a subastar cobraran vida, cobrándose vidas. Y comienza el festival de sangre y vísceras
Estupenda.
Tenemos en la película a todas las marionetas clásicas, Blade, Tunneler, Pinhead o Torch, a las que les han variado un poco el aspecto —sobre todo a Blade— con el fin de modernizarlas, y además se incluye una colección de nuevos muñequitos que incluyen a un sapito sonriente, unos robots que vuelan con una hélice, y la estrella de la película, Junior Führer, un bebé gateador con cara de Hitler, cuya presentación en la película es medio de una escena dinámica es motivo suficiente para detener la acción, hacer un primer plano del muñeco y que uno de los protagonistas diga “Es Junior Führer” subrayando así la posible importancia que pueda tener el nuevo muñecajo en posteriores minutos y/o películas.
Por otro lado, se le da especial importancia en la película al mundo del cómic, hasta tal punto que el protagonista es un dependiente de una tienda de cómics y que además los dibuja, así como las ilustraciones de los títulos de crédito están realizadas por Benjamín Marra, un autor de cómic underground con cierto culto en todo el mundo.
En el reparto tenemos al soso de Thoman Lennon, la maravillosa Jenny Pellicer, una rubinchi con raíces noruegas y mexicanas que además de ser una buena actriz, está como para enamorarse de ella mil millones de veces (de hecho, ya lo estoy!!). Por supuesto, el plato fuerte lo ponen las presencia secundarias de actores muy queridos y caracteristicos del cine fantástico, por lo que tenemos a Udo Kier haciendo de André Toulon, Barbara Crampton (¿Cómo es posible estar tan bien con 60 años?) como la guia policial del tour al que asisten los protagonistas o  Michael Paré, como el detective que flipará ante los acontecimientos de esa convención.
Como ya he dicho, esupenda.