Usar tácticas del cine exploitation para difundir un mensaje cristiano fundamentalista no es nuevo. En la era dorada de esa clase de productos, teníamos a Ron Ormond, un director típicamente "exploiter" que un buen día descubrió a Jesús y decidió seguir haciendo el mismo tipo de films, solo que enfocándolos a ofrecer un mensaje capaz de convertir a su joven e impresionable público. Los autores de "The Apocalypse" usan idéntica treta, aunque recreando aquello que hoy atrae a las masas, la promesa de un espectáculo pirotécnico estilo Hollywood. Claro que la productora, "Faith Films" ("Films Fe", que raro suena), una subdivisión de los reyes del plagio "The Asylum" y que en catálogo ya guarda otras sorpresas (una de terror religioso, "Evil", y una versión de "High School Musical" con rollo beato de base), no es precisamente una "major" y el resultado se resiente muy mucho.
"The Apocalypse" es un coñazo tremendo. Básicamente mezcla "El día de mañana" con "Deep Impact" y nos narra la historia de unos padres separados que, cuando descubren que el fin del mundo está cerca, unen fuerzas para reencontrarse con su amada hija. Durante el periplo, irán redescubriendo a Dios, algo que también harán la chavala y su novio. De por medio, asistirán a toda suerte de catástrofes, tipo maremotos, terremotos, tornados... aunque todo ello recreado muy chungamente y que pasa velozmente ante tus ojos, no sea que se note aún más su cutrismo.
Y sí, el film es una comida de olla acojonante (a nivel cristiano, digo), lo que por otro lado les va de puta madre pues así alargan metraje con diálogos interminables. Por ejemplo, durante el desarrollo de la trama varios personajes desaparecen, de golpe y porrazo. La respuesta es que, como buenos feligreses que son, Dios se los ha llevado al cielo, para salvarlos de la hecatombe. Luego hay ideas extrañas, que no acabo de entender, como que la prota femenina, muy creyente ella, es aplastada por una cruz en una iglesia o que la hija, con toda la brasa que da respecto a cuestiones celestiales, no sea rescatada por el divino. Supongo que un adicto a la Biblia sabría aclararme todas esas monsergas... porque yo, vamos, ni flores.
Resumiendo, que cuesta un huevo soportar sus 90 minutos de duración, y ni siquiera los tremendos errores de continuidad (y el doblaje latino) ayudan a que el suplicio sea menos, eso, suplicio.
Por cierto, ¿no se supone que robar es pecado?, mmmmh...