jueves, 4 de septiembre de 2008

ROBERT CRUMB, RECUERDOS Y OPINIONES

Tiendo a olvidar cuán importante ha sido el ya legendario Robert Crumb en mi vida, lo mucho que me ha influido y la admiración que en muchas ocasiones me ha despertado. Ya de chaval, bajo la influencia de mi hermano mediano, me leí algunas de esas ediciones ilegales de material Crumb que "pastanaga" sacó por estos lares. Por edad, todo aquello me marcó y, desde entonces, he seguido más o menos fiel a Crumb, aunque el mejor momento lo viví el día que logré adquirir casi de saldo la colección completa de su magnífica revista "Weirdo".
Por todo eso, leer el libro que ahora reseño fue como reencontrarse con un viejo amigo. Cierto que lo compré hace un par de años, cuando salió, pero en su versión original (vamos, en inglés), pensando que algo así jamás sería editado en España. Me equivoqué... y me alegro, porque aunque leer en idioma yankee no se me da demasiado mal, siempre es preferible el autóctono.
Crumb tiene cómics muy buenos, también los tiene muy mediocres... o muy malos, en definitiva. Es más el personaje que su obra, a pesar de lo mucho que me gusta su estilo. De ahí que el celebérrimo documental dedicado a su persona, y dirigido por Terry Zwigoff, se adentrara casi más en el terreno de lo mega-personal que en su capacidad creativa. Bien, en este libro un Crumb ya viejecillo nos habla de su vida (otra vez, pero ahora en serio) y suelta retorcidos discursos sobre el fin de nuestra civilización o de cómo el consumismo está acabando con nuestra cultura y, también, nuestras vidas. Viniendo de otro, hubiese cerrado el libro en la página tres, pero viniendo de alguien que respeto y que nunca se acaba de tomar demasiado en serio ni a si mismo, ni a lo que hace, pues la verdad es que me he parado a leer con atención y, sí, me ha llegado. Dice algunas grandes verdades, ¿para qué negarlo?.
A nivel fricoso, destaco toda la parte en la que habla de su romance con el cine (la adaptación de "Fritz, the cat" por ejemplo) y el teatro independiente, que en varias ocasiones llevó a las tablas algunos de sus comics con notable éxito. Mola también cuando se ríe de los artistas pedantes, y cuando cita a "Rocky" varias veces, calificándola de trivial pero cargada de espléndida metáfora.
Completan la obra mogollón de sus dibujitos, siempre fascinantes de mirar con atención, y un cd donde Crumb y sus colegas tocan antiguas canciones de blues o jazz.
Imprescindible para completistas e interesante para profanos.