“Explotation” a la Mexicana, nada menos que de los Tarzanes de Johnny Weissmuller, con Hugo Stiglitz en un doble papel, como no podía ser de otra forma, y con René Cardona Jr. a los mandos de la nave.
África, mil ochocientos y pico. Un bebé atraviesa un río en una barca tras ser depositado ahí por sus padres, justo antes de ser estos masacrados por la temible tribu canibal de “Los hombres planta” que se mimetizan con el entorno. Pronto este niño es recogido por unos gorilas que le criarán y le convertirán en uno más de la manada, convirtiéndose en “Simio”, el rey de los gorilas. El resto de la película, nos mostrará su infancia y amistad con un niño caníbal, y luego su etapa adulta, luchando contra el malvado doctor Livingstone.
Graciosísima.
Obviamente, por problemas de derechos, bautizan a este Tarzán melenudo con el nombre de “Simio”, y tiran para delante de esta manera. Pero es que además el film tiene la virtud de condensar en poco más de hora y media, toda la saga de películas de Tarzán que interpretó Johnny Weissmuller. Aquí le vemos de bebé, de niño y de adulto que conoce a su novia civilizada, le acompaña todo el tiempo su propia mona “Chita”, y tiene hasta un hijo (¿Se acuerdan de “Boy”? pues eso). Pero esto es lo de menos. Lo bueno de la película, como ustedes se imaginarán, son los despropósitos, que son muchos, y en ocasiones, muy crueles.
Para mas inri, decirles que la película no tiene diálogos, está toda narrada con “voz en of”, incluso cuando hace acto de presencia algún individuo civilizado. La Jane de esta película, se expresa, bien a través de sus pensamientos, bien a través de la lectura de su diario, lo que le da un aire “raruzco” muy curioso.
En los temas risibles, pues decirles que los gorilas son señores disfrazados, que maltratan sin ningún tipo de pudor al bebé que se encuentran en la barca –y que encarna a “Simio”-. ¡Le meten unos meneos…¡ parece que lo van a romper. Encima, al principio de la película, uno de los señores disfrazados de gorila, sostiene al bebé en sus brazos hasta que lo deja caer al suelo. Obviamente, el bebé se hace daño y llora. Intenta levantarse, volviéndose a caer, y lógicamente, llora con mas fuerza, porque allí nadie corre a su auxilio. Cardona, en lugar de parar el rodaje y consolar a ese bebé que no llega al año y poco de edad, filma, con muy mala baba, su sufrimiento… eso si, queda que te cagas.
Los pederastas estarán de enhorabuena si localizan esta película, pues el número de planos con bebés o niños en pelotas, es del todo excesivo. Por otro lado, el niño caníbal co-protagonista, negro, por supuesto, es calificado por el narrador como “un mono sin pelo, mas negro y mas feo que Simio”. Hay que decir que la intención inicial de este niño caníbal, es convertir a “Simio” en su cena, por lo que, este tras el blanco, y el blanco huyendo del negro, convierten la película en un extraño “Slapstick”.
Añádanle a eso, un montón de chimpancés pequeñitos haciendo monerías o un montón de imágenes de archivo de todo tipo de animales salvajes interactuando con los protagonistas; los animales en frondosos parajes, y los actores en secos campos. El contraste es desternillante. Y además diría yo, que estos planos están insertados por puro y duro aprovechamiento, pues en la película hay animales selváticos reales de todas las especies, vamos que no andan mal de presupuesto… incluso hay un león con el que se pasan tres pueblos, ya que lo cazan con una red, y lo cazan de verdad.
En definitiva, y en pocas líneas: EL REY DE LOS GORILAS es una mezcla de LAS AVENTURAS DE CHATRÁN con LOS DIOSES DEBEN ESTAR LOCOS, que se basa en las aventuras de TARZÁN, con unas gotas de género “mondo” en su metraje y que, contra todo pronostico, logra entretener, por su demencia y desmelene al espectador mas frío, de principio a fin. Una joya, vaya.
Stiglitz, interpreta al padre de “Simio”, que es masacrado nada mas empezar la película, y a “Simio” en edad adulta. Sea como sea, logra estar ridículo en cualquiera de las situaciones, por culpa de su barba y esas extrañas pelucas que le ponen.
Y René Cardona, pues eso, René Cardona. Ese mismo año, rodó ¡TINTORERA!