lunes, 17 de junio de 2013

BIOHAZARD

"Biohazard" tiene el honor de ser la primera película rodada en 35mm (y dentro de ciertos sistemas de producción tirando a profesionales) por el inefable Fred Olen Ray, un personaje de lo más habitual en este blog. Anteriormente, se había movido en los parámetros del amateurismo y los 16mm, como bien demuestran la entrañable "Alien Dead" y la soporífera "Scalps".
Estamos a mediados de los 80, y por entonces Fred Olen Ray mola. Y molará durante años, llegando a convertirse en el absoluto rey de la serie B/Z en su tierra. Desafortunadamente, a partir de los 90 comenzaría a desinflarse y hoy por hoy, aunque no para de currar como un cabrito, lo que hace dista mucho de tener ni tan siquiera un sutil encanto (ya que la mayoría son productos de lo más desangelados destinados a la tele por cable). Y es que "Biohazard" tiene encanto. Es un truñón de órdago, desde luego, pero con cierto gracejo. Veamos por qué.
En España se la conoce con más de un título (como "Experimento secreto"), aunque mi favorito es aquel con el que la alquilé siendo adolescente, ya fascinado por su director, "Alien 3"!!. O mejor, "Alien 3 llega a la tierra", lo que hace que me pregunte si el distribuidor no tendría la intención de hacernos creer que seguía al famoso (y nada desdeñable) "Alien 2 sobre la tierra" de Ciro Ippolito. Suena descabellado pero, a estas alturas ya sabemos que en aquellos tiempos en los video-clubs de España podía pasar cualquier cosa.
La historia que nos cuenta es todo lo trillada que cabría esperar, aunque partiendo de una idea interesante muy poco explotada por su realizador. Una tipa tiene un poder mental que le permite introducirse en dimensiones paralelas, agarrar objetos y traerlos de vuelta. Guay!. Lástima que esto se reduzca a lo anecdótico y sirva de mera excusa para, una vez efectuado el experimento de marras, internarnos en terrenos más que conocidos (incluso ya para su época). La malvada criatura oculta en un sarcófago interdimensional se escapa de las manos del -escueto- ejército y comienza a matar indiscriminadamente. El prota y la chica de los poderes unirán fuerzas para cazarlo. That´s all folks!.
Todo ello rodado a lo Ray, pero un poco más chungamente, que a fin de cuentas era aún novatillo. Largos planos generales, diálogos interminables y, en su mayoría, absolutamente estúpidos (del tipo "rellenametrajes"), una ausencia total de ritmo de ninguna clase y los inevitables elementos "exploitation", aunque a nivel torpón y light. Como era de esperar, "Biohazard" acaba convertida en una auténtica comedia involuntaria con cierto tono inocente que la hace simpática (es especialmente hilarante el momento en que asistimos a un ataque del marciano y, automáticamente, sin salirnos del mismo espacio temporal durante la noche donde se desarrolla todo, vemos como otro personaje comenta ese mismo crimen, demostrando la eficacia de los servicios informativos por aquellos lares), a pesar de que Ray cuele elementos humorísticos paridos de modo expreso, algo que terminaría siendo uno de sus sellos inconfundibles. El más sonado (si exceptuamos el final, que luego comentaré) es aquel en el que el marciano hace trizas y pisotea de modo encolerizado un póster de "E.T. El extraterrestre" (por entonces aún muy reciente). Me pregunto cómo le sentaría la coña a su hijo de cinco años Christopher, que es quien se oculta dentro del disfraz del monstruo, diseñado por Kenneth J. Hall, detalle este justificado de antemano por un científico que asegura que el invasor tendrá una corta estatura. Christopher terminaría convertido en director de ponzoñas para "The Asylum", la mayoría de ellas, y siguiendo la estela paterna, sobre monstruos de dos cabezas, tres ojos y diez anos. Por su parte, Hall sumaría a sus actividades las de guionista oficial de la serie B/Z (escribiría para David DeCoteau) y director. Su primer largometraje venía auspiciado por el mismo Fred, la mítica "Engendro Satánico" (o "Evil Spawn"), sobre la que pueden leer en nuestro libro.
Fiel al que durante años fue su método de trabajo, Olen Ray se agenció decorados ajenos para rodar, destacando el laboratorio donde realizan el experimento y que, si no me falla la memoria, pertenece a Roger Corman, es más, podría ser el mismo sitio donde se rodó "Galaxia Prohibida". Resulta muy regocijante reconocer en la banda sonora algunos efectos extraídos del famoso archivo de la BBC. En España estos iban empaquetados en dos discos o cintas de cassette que cualquier artífice de cortometrajes caseros tenía en su poder. El más explotado es el del grito masculino, aunque también suena por ahí un perro rabioso que, pal caso, pone "voz" a un extraterrestre. Más datos fricazos: la cabeza cercenada que aparece al final en realidad es un préstamo de Steve Johnson, técnico de efectos especiales cuyo trabajo has podido disfrutar en montañas de títulos bien reconocibles (visita Imdb, pinfloi!) y que anduvo casado con una de las musas de Ray, Linnea Quigley. El ya fallecido cineasta zetoso Donald G. Jackson, culpable de "El infierno vuelve a Frogtwon" (también presente en nuestro libro) o la infame "The Demon Lover" (en España atribuida erróneamente al mismo Fred Olen Ray en una de sus ediciones en vhs), asiste al director y se marca junto a él un cameo como paramédico.
Pero hablar de "Biohazard" significa hacerlo de su ya legendario final. De otro modo, nos estaríamos perdiendo lo que, al fin y al cabo, es lo mejor de la película. Imaginaos el percal: Estás viendo el tenso y aterrador desenlace, en el que la chica con poderes mentales confiesa al protagonista que ella también es una extraterrestre de aviesas intenciones. Se produce el silencio, el prota mira asombrado la mutación de la moza que unas horas atrás quería follarse... de pronto su expresión cambia y, a la par que cruza la mano por su cuello simulando una degollación, exclama medio sonriente: "¡Cortad esto ya!". Suena una alegre y dicharachera canción rockandrollera estilo años 50 y comienzan a sucederse los créditos compuestos no sólo de letras, también de numerosas y curiosas tomas falsas. Así como lo leen. En ellas podemos ver errores técnicos, el método express con el que Ray dirige al reparto, risas, cómo un actor escupe sangre falsa al objetivo de la cámara, al hijo del director moviéndose torpemente dentro de su disfraz o a este mismo posando picaronamente con la actriz protagonista justo al final de un rollo. Fascinante. Naturalmente el fin de tan chocante táctica es alargar el escueto metraje de la película, que a duras penas alcanza los 80 minutos (lo que la hace más disfrutable, of course), sin embargo, también es verdad que, aunque puede que inapropiado y cutre para muchos, estas son las cositas que hicieron de Fred Olen Ray alguien "grande" y diferente. Ningún realizador de Z-movies, cuadriculado y con miedo a que su película no disimulara lo suficientemente bien su espíritu zopenco y cafre, osaría mostrar todo ese material. Tomárselo tan a cachondeo. Fred Olen Ray sí, y por eso se salía de la norma, por eso destacó y por eso me fascinaba. Estas chorradas (o los títulos de crédito del inicio de "El misterio de la pirámide") era lo que yo denominaba con afecto "el toque Ray" y lo que convirtió a "Biohazard" en algo más que un simple refrito cutre de las monster movies clásicas. Al menos para mi.
Merece la pena que dediquemos unas líneas a la mentada "alegre y dicharachera canción rockandrollera estilo años 50". Se titula "Rockabilly Rumble" y sus artífices responden al nombre de "Johnny Legend and The Skullcaps". Johnny Legend no es un cualquiera, se trata de un hombre orquesta de reconocible aspecto (es delgado, altísimo y luce una larguísima barba blanca) que si nos interesa es porque, entre muchas de sus actividades, dedicó tiempo a adorar, estudiar y promocionar las veleidades del cine "trash". O del de terror, simplemente. Le has visto como actor en "La novia de Re-Animator" o "2001 Maníacos". Durante los 80 produjo una serie de vídeos en los que se recopilaban trailers de clásicos del "trash" conocidos como "Sleazemania!". Justamente, Fred Olen Ray firmó un par. También ha sido director, su obra más famosa es "My Breakfast with Blassie", protagonizado por el mismísimo Andy Kaufman. Todo un personaje.
En el reparto de "Biohazard" aparecen algunas caras curiosas, destacando la de un acabadísimo Aldo Ray, ya en lo más bajo de su descendente carrera, o la neumática y morbosa Angelique Pettyjohn, conocida a nivel "cult" por su intervención en un capítulo de la serie original de "Star Trek" (en el que William Shatner caía rendido a sus tetas... er digo, pies) o la mítica -y filipina- "Mad doctor of blood island". Otros nombres que repetirían con el realizador son William Fair (volvimos a ver su faz de héroe de tebeo en "Del espacio profundo"), Richard Hench (este incluso estuvo en "Scalps", también en "Del espacio profundo" y en "El misterio de la pirámide", "Mob Boss" o "Prison Ship", en la que repetía Aldo Ray), aunque el más reconocible es David O´Hara, prota de la siguiente peli de Ray, la mentada "El misterio de la pirámide" que también anduvo en "El poder de las armas" o en Z-movies tan míticas como "Hard Rock Zombies" (en nuestro puto libro!!) o "Ángel de la venganza", del legendario Ted V. Mikels. Igualmente, en el apartado técnico encontramos nombres que volveremos a ver, como los de Bart y Bret Mixon (el primero había realizado los créditos animados de "Alien Dead" y ambos terminarían metidos en películas de lo más mainstream) o T.L.Lankford, director y productor que solía currar como guionista para Fred Olen Ray. En este caso no es que se luzca mucho, ya que su función en "Biohazard" es la de escribir diálogos adicionales... y visto lo visto, mejor que se hubiera dedicado a recoger flores o pasear canes meones.
Por sorprendente que suene (¡¿más?!), en 1995 Fred Olen Ray produce "Biohazard: the alien force", dirigida por Steve Latshaw, una especie de remake/secuela que, básicamente, cuenta lo mismo que la original menos por lo de la tía con poderes mentales. ¡Para una idea buena que tienen!. Aquí el bicho surge de un experimento genético... pero el resto, lo mismo. De siempre.
Buena Mierda.