lunes, 26 de septiembre de 2016

NARCOTIC

Si hay un director genuino e inherente al verdadero “Exploitation”, ese es sin duda Dwain Esper que, absolutamente adelantado a su tiempo, consiguió esquivar a la censura con sus películas-denuncia. Es decir, la mejor forma de mostrar actitudes sensacionalistas en una pantalla, es denunciando la situación que en ella se nos muestra, en este caso, y casi en su mayoría, las películas anti-drogas. Podemos ver en la pantalla un individuo inyectándose heroína en una película, pero eso es porque por debajo hay una voz en of que nos advierte de lo pernicioso que es hacerlo… tipo listo Esper. Aún así, soteaba la censura –porque en sus películas de corte sensacionalista no solo se veía gente drogandose, sino también operaciones quirúrgicas de lo más desagradable o tías en pelotas ¡en plenos años 30!- además, haciendo una reformulación de las vías de exhibición. Si podía exhibía en cines, si, pero sobretodo, proyectaba sus películas en infectos clubes privados dónde, previa a la proyección de alguna de sus películas, el espectador podía ponerse a tono presenciando un tórrido Strip- Tease.
Así pues, años más tarde, con un público ya consciente de la cara dura que se gastaban estas películas-denuncia, se crea un absoluto culto en torno a lo que sin temor a ningún tipo de duda, podíamos denominar un subgénero.
Dwain, que supo sacar beneficio a este tipo de cine (y de documentales) es famoso porque  estrenó la película que denunciaba el consumo de marihuana “Tell Your Children” de Louis Gasnier, cambiándole ese título, del todo alentador y prohibitivo,  por otro más comercial y sugerente como es “Reefer Madness” (traducido “Locura de porros”, maravilloso título) –En España editada en DVD bajo el título de “El cigarro de la locura”-. E hizo dinero con ello.
Y en su faceta como director, mientras se rumorea por ahí que contrataba directores para que dirigiera películas que luego él firmaría como suyas, tenemos unas cuantas de esas películas, relevantes unas, olvidadas otras, que si que dirigió él, como la que nos ocupa, esta “Narcotic”, una de las primeras.
Narcotic es un despropósito de padre y muy señor mío, porque otra cosa que hay que decir, es que estas películas eran malas en intenciones, pero también en resultados, y cualquiera de ellas podría formar parte de esa categoría que es “malas que son buenas”.
“Narcotic” es graciosísima. Y sencilla, cuenta el declive de un poderoso médico, que instado por las malas artes de un Chino –en realidad un Caucásico al que han maquillado para que parezca un chino, muy malamente- acude a un fumadero de Opio en el cual, se pega una fumada de órdago. A partir de ahí, la cosa va para abajo, llegando el medico a humillarse a sí mismo, cuando, adicto al opio, no le queda más remedio que hacer eco de lo que él cree una milagrosa medicina, en barracas de feria custodiadas por pequeños negros deformes y monstruosos. El resto de drogas, un taxista yonkie y las malas actitudes de aquellos que se drogan hacen el resto.
Un clásico indiscutible de las películas de drogas, que más allá del mensaje que encierran, la historia que se encuentra detrás de ellas y las maneras en que son ejecutadas, resultan todas ellas delirantes, cómicas involuntariamente, divertida, y contra todos los pronósticos, entretenidísimas.
Si tienen una droga favorita, seguro que encuentran su película. Las hay de Cocaína, Marihuana, Opio, Heroína, LSD, Anfetas…. Como esta, o esta otra, o incluso esta.