miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA NIEBLA DE JOHN CARPENTER



Cuando era un crío, el cine de terror me atemorizaba tanto como me fascinaba. Decidido a superar mis fobias, y con la ayuda de mi hermano mayor, me zampé varios títulos míticos alquilados a tutiplen en el añorado video-club de "El Corte Inglés". Parece una tontería, pero aquel fue un momento muy importante para mi que recordaré con cariño el resto de mis días. Entre todas las pelis seleccionadas con buen ojo por mi igual, destacó una, "La Niebla" de Carpenter. Ya camino de casa, y preparándome psicológicamente para la que me esperaba, le pregunté si era una peli fuerte, a lo que me respondió: "No, John Carpenter no suele meter mucha sangre en sus películas". Encantador, ¿verdad?.
Mientras no he olvidado el pavor que me dio "El Exorcista", el recuerdo de mi reacción ante "La Niebla" es tan difuso como esta misma... pero sería buena, porque acabé incorporándola a mi videoteca personal mediante el sistema de conectar dos magnetoscopios y darle al play por un lado, y al rec por el otro. Sé que me dio miedo, eso sí, y es que si algo tiene este indiscutible clásico de Carpenter es su capacidad de acongojar. Algo que se trasluce perfectamente en sus numerosos carteles publicitarios, desde la siniestra mano asomando por la puerta, pasando por la versión en la que Jamie Lee Curtis intenta evitarlo, hasta la genial cutre-ilustración de la edición patria en vhs con el amenazante esqueleto de largas uñas ideal para quitarle el sueño a un chaval como era yo.
El caso es que hace un par de días volví a verla y pude confirmar la candorosa obra de arte que es, empezando por esa banda sonora arrebatadora responsabilidad del mismo tío John. Las imágenes son preciosas, hipnóticas y misteriosamente bellas. Los momentos de regocijo múltiples, como cuando la niebla, brillante, atraviesa carreteras y tejados o las siluetas de los marineros vengadores a contraluz, llamando educadamente a la puerta de su víctima en plena medianoche.
"La Niebla" es una fascinante historia de fantasmas, clásica pero moderna al mismo tiempo. El anciano que, nada más arrancar el film, atemoriza a los chavales alrededor de la hoguera narrándoles teatralmente la leyenda de Blake y los suyos es una auténtica metáfora de lo que somos nosotros, los espectadores, críos dejándonos asustar con gusto por Carpenter, que vendría a ocupar el puesto del vejete.
"La Niebla" es toda ella un regalo para el aficionado, y para el cinéfago con buen gusto. Sus primeros 24 minutos son de obra maestra, perfectos. Encima con Tom Atkins de protagonista, ¿se puede pedir más?.
Dice Carpenter que él considera a "La Niebla" como una versión de las típicas historias de venganzas del mas allá que llenaban las páginas de los tebeos de la E.C., de los que el cineasta se declara fan. Por otro lado, y a la hora de hablar del origen de la idea, cita cierta experiencia durante una visita a Stonehenge, en la cual se vio rodeado de una niebla espesa y brillante que parecía sobrenatural. Vale, es probable que sea verdad, pero también que oculte la nada descabellada influencia de "El Buque Maldito" de Ammando De Ossorio, con la que guarda muchos y sospechosos puntos en común (y recordad que, en los USA y ya en aquella época, las desventuras de los templarios-zombie funcionaban bien). Supongo que nunca lo sabremos a ciencia cierta.
Sea como fuere, estamos ante una absoluta joya del cine y, más importante aún, una película de terror en el sentido más estricto, real y tradicional. Y sí, ya no se hacen cosas como esta... algo que, por si alguien lo dudaba, acabó de evidenciar el horrendo remake estrenado no hace tanto, y olvidado incluso antes.