martes, 5 de octubre de 2010

LAS AVENTURAS DE ZIPI Y ZAPE

Cuando este país molaba, y los grupos musicales infantiles proliferaban y salían de debajo de las piedras, a alguien se le ocurrió juntar a dos gemelos gitanos, teñir a uno de ellos de rubio, colocarles unas canciones, que aún ligeramente superiores a la media de los grupos infantiles de aquella época, lo mismo valdrían para Parchís, que para Regaliz que para Chispita, les pusieron unos chalecos rojos sobre camisas blancas, corbatas y pantalones cortos, y supongo que (solamente supongo) bajo previo pago de derechos a la editorial Bruguera, salieron al saturado mercado discográfico los “Zipi y Zape”, dúo musical de moda, que no duró más de un asalto, pero que, eso si, les dio tiempo a rodar una película cuanto menos rara.
Me extraña francamente, que esta película de indiscutible y lógica estética “pop”, no sea a día de hoy reivindicada por modernos de diversas cataduras, así como me extraña que al dúo musical protagonista, no se les recuerde como si se recuerda a otros de su época. Su condición de “Gipsy Childs” y de grupo pasajero, les convierte en el grupo “outsider” por excelencia. Dan miedo. La película comienza con los dos hermanos en compañía del resto de compañeros del cole, entrando en clase, tarareando una cancioncilla que desde el principio incita a la chavalería a no estudiar, a favor de andar por ahí haciendo el gamba. En cuanto entran, ven a Sapientín sentado en su pupitre estudiando. Zipi y Zape lo ven, y el gitano teñido de rubio se dirige hacia el con gesto de querer matarle o robarle, alzando un poco las manos y sacando el mentón en tono amenazante. Su pelo rubio, me hizo pensar en la película LOS ULTIMOS GOLPES DE EL TORETE, donde para interpretar al vaquilla, lo más normal era que lo interpretara el francés Bernard Seray, también rubiales (el vaquilla era castañoso, pero tirando a rubete). Si lo hubiera interpretado este chico, Luis María Valtuille, lo hubiera bordado.
Chascarrillos obvios a parte, hay que decir, que si bien me ha costado un huevo dar a día de hoy con esta película, también es cierto que en su momento, fan como era yo en mi infancia de este tipo de productos, encontraba la película tremendamente pesada. Eso no fue óbice para que yo la viera varias veces, pero si que me parecía aburrida, y para nada digna de los tebeos, de los cuales era incondicional absoluto. En mi opinión, Escobar es el mejor de la factoría Brugera, y Zipi y Zape, los mejores personajes. Que les follen el culo a Mortadelo y Filemón, y sobretodo, ahora que está de moda, que le follen a Vázquez (¿En serio que os molaban Anacleto o Las Hermanas Gilda?... ¡¡NO ME CREO UNA MIERDA!!).
Vista hoy la película, me ha parecido una película cojonuda, rara, zopenca, chunga y estrepitosamente desenfrenada. Y sobretodo (y esto es lo que me ha molado) anárquica.
La adaptación que se hace del cómic, es fiel hasta el punto donde tiene que serlo, es decir, están Peloto, Don Minervo, Sapientín, los vales para las bicicletas, el cuarto de los ratones, Don Pantunflo y Jaimita, pero te los presentan en la primera media hora de película. Se nos deja claro de donde salen los personajes y una vez contentos con el cumplimiento de “las obligadas normas de la adaptación de un cómic a la pantalla”, se pasan todo eso por los cojones, para hacer lo que al director (y guionista) le sale de la punta de la polla, así pués en un enrabietado y delirante “Tour de force”, desfilan por la pantalla los personajes que no salen en el cómic, así como todo aquello que se le ocurriera a quien fuera; Oliverio, su chofer Bautista, la tía Enriqueta (brutal Mary Santpere), los gángsteres que secuestran a Oliverio, los Angeles de Charlie, e incluso un cutre “increíble Hulk” gordinflas y morado, que parece sacado de cualquier circo de la época. Aparece también un detective, que aunque en ningún momento se le llama por ese nombre, es Sir Tim O´theo, ¿Cosa de los derechos?
A partir del desfase, se cargan la posible esencia que en un principio pudiera desprender la película del cómic. Esa escasa esencia, radica en los mejores momentos de la película, perpretados por Don Pantunflo y Doña Jaimita, estupendos Joan Monleón y Marta Angelat, que no solo son clavados a sus personajes, si no que nos ofrecen las escenas más divertidas, y llegamos al delirio cinéfilo, cuando vemos que el bigote de don Pantunflo, calcadito al de los tebeos, está pintado con un lápiz de ojos grueso, y está hecho sin disimular, abiertamente. Eso es maravilloso.
De agradecer es, que durante la película el dúo no se cante más de tres canciones, bastante agradables por cierto, y que de ritmo anda mas que servidita.
Yo anoche lo pasé pipa, luego no entiendo como de niño me parecía un tostón. Quizás es porque es una peli adelantada a su tiempo.
No deja de ser curioso, el hecho de que para encargarse de esta película se optara por el director de origen Chileno Enrique Guevara, que venía directamente de hacer lo más sucio del cine “S” de catadura erótica, como por ejemplo ORGASMO CALIENTE o la parodia EN BUSCA DEL POLVO PERDIDO, y que tras dar rienda suelta a su creatividad tanto en el guión como en la dirección de esta película, desapareció, dejando ya su filmografía huérfana hasta nuestros días.
Las otras no se como serán, pero esto es una obra, que espero que con el tiempo, se le rinda el culto que se merece.